El 72% de los cargos directivos son ocupados por varones - IDESA

Informe Nº: 43211/03/2012

El 72% de los cargos directivos son ocupados por varones

El Día de la Mujer motivó alegorías, palabras emotivas y reivindicaciones. La realidad es que aunque las mujeres acumulan más capital humano que los varones, siguen estando en desventaja laboral. La principal causa es el atávico concepto de asociar la virilidad al sustento económico y la feminidad al cuidado del hogar y los hijos. Erradicando […]

El Día de la Mujer motivó alegorías, palabras emotivas y reivindicaciones. La realidad es que aunque las mujeres acumulan más capital humano que los varones, siguen estando en desventaja laboral. La principal causa es el atávico concepto de asociar la virilidad al sustento económico y la feminidad al cuidado del hogar y los hijos. Erradicando esta equivocada idea se lograría un trato laboral más igualitario de género. Para ello hay que mejorar la educación, modernizar la legislación laboral y promover un profundo cambio cultural, incluyendo las prácticas empresarias.

Un fenómeno muy importante, que generalmente no es considerado en todas sus implicancias, es que en el estudio las mujeres son mejores que los varones. Las estadísticas educativas de los países desarrollados y de la Argentina aportan evidencias contundentes. Las mujeres tienen mayor tasa de matriculación, egreso y desempeño escolar que los hombres. En la actualidad, 6 de cada 10 jóvenes que egresan del sistema educativo argentino son mujeres. Al medir capacidades de lectura a través de la evaluación PISA las mujeres mostraron un desempeño 8% superior que los varones en los países de la OECD y del 17% en la Argentina. Aunque con particularidades, el fenómeno se da en todos los niveles socioeconómicos, es decir tanto en un hogar pobre como en uno de alto ingreso las mujeres tienden a mostrar más responsabilidad escolar. 

Por otro lado, la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC permite indagar en las diferencias de género que se dan en la inserción laboral. Tomando el promedio de cuatro trimestres entre el 2010 y el 2011 se observa que:

· De las personas mayores de 14 años de edad, el 68% de los varones y sólo el 43% de las mujeres tienen empleos remunerados en el mercado laboral.

· Entre estas personas, el 22% en el caso de los varones y el 50% en el caso de las mujeres tienen un empleo a tiempo parcial (menos de 30 horas semanales).

· Del total de los cargos directivos (gerentes o jefes) existentes, el 72% son ocupados por varones mientras que el 28% restante por mujeres.

Estos datos delatan una clara contradicción entre desempeño educativo e inserción laboral. Las mujeres son mucho más aplicadas en el estudio pero tienen menos probabilidades de ocupar un cargo directivo. Un factor relevante en la explicación de este fenómeno es la diferente intensidad en la inserción laboral. En la medida en que las mujeres que trabajan son proporcionalmente menos y presentan menor dedicación horaria, las probabilidades de que ocupen los cargos directivos son más bajas que la de los varones.  

Este fenómeno se repite en la experiencia internacional. Según un reciente estudio de la OECD (“Doing Better for Families, 2011”), en los países más avanzados el 71% de los puestos gerenciales son ocupados por varones. Asociado a esto viene que mientras la tasa de ocupación de los varones es del 86%, la de las mujeres se reduce al 71%, y la proporción del empleo a tiempo parcial es de 4% en los varones y 22% en las mujeres.

Aunque son muchos los factores que explican la discriminación, la principal causa es la atávica pauta cultural que asocia la masculinidad al sostén económico y la feminidad al cuidado del hogar y especialmente la crianza de los hijos. Esto lleva a que muchas mujeres, más allá de su preparación y sus intereses personales, se abstengan de buscar empleo o se insertan en empleos que demandan menor dedicación a los fines de no colisionar con sus “responsabilidades principales” de cuidado del hogar y los hijos. En paralelo, está más declamado que aceptado que el varón disponga de flexibilidad en sus modalidades de trabajo para asumir responsabilidad en el cuidado del hogar y de los niños. La legislación tampoco colabora con su tendencia a hacer rígidas las relaciones laborales.

Las estadísticas educativas muestran que las mujeres se preparan mejor que los varones para la sociedad del conocimiento. Por lo tanto, en el futuro ocuparán un rol más protagónico en la vida social, económica y política. Pero las sociedades ganarían mucho en equidad y eficiencia económica si aceleraran este proceso. En esta perspectiva, es dudosa la eficacia de los cupos con “discriminación positiva”, regulaciones laborales especiales para “proteger” a la mujer o invocaciones al feminismo sin contenidos prácticos. Por el contrario, la clave pasa por eliminar la presencia de esta rémora cultural, especialmente en la legislación laboral y en las prácticas empresarias y sindicales.

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