Poco más de un aportante por cada beneficio previsional. - IDESA

Informe Nº: 37712/11/2011

Poco más de un aportante por cada beneficio previsional.

Las aspiraciones de que los haberes previsionales tengan mayor proporcionalidad con los salarios en actividad colisionan con la realidad de que el sistema previsional tiene muy pocos aportantes con respecto a la cantidad de jubilaciones y pensiones a pagar. El centro del problema son los 3 millones de nuevos beneficios sin aportes que se distribuyeron […]

Las aspiraciones de que los haberes previsionales tengan mayor proporcionalidad con los salarios en actividad colisionan con la realidad de que el sistema previsional tiene muy pocos aportantes con respecto a la cantidad de jubilaciones y pensiones a pagar. El centro del problema son los 3 millones de nuevos beneficios sin aportes que se distribuyeron discrecionalmente a través de las moratorias y pensiones no contributivas en los últimos años. Además del problema social, ético y financiero que esto representa, es la peor herencia que recibirá el próximo gobierno.

 

Una variable clave dentro de los sistemas previsionales de reparto es la relación entre activos y pasivos. Los países bien organizados monitorean con rigurosos estudios actuariales que la promesa de pagar determinados montos de haber previsional a partir de determinadas edades guarde consistencia con la cantidad de trabajadores activos que aportan. En términos simples, si cada activo aporta, por ejemplo, el 20% de su remuneración y se pretende que el haber sea equivalente al 82% del salario, la cantidad de trabajadores por cada beneficio jubilatorio debe ser superior a 4 (ya que con 20% de la remuneración de cuatro aportantes se puede financiar una jubilación equivalente al 80% del salario promedio).
En Argentina, el haber medio que paga la ANSES se aproxima, sumando el anunciado aumento de marzo del 2011, a los $1.600; es decir, apenas el 40% del salario promedio formal. Se trata de menos de la mitad del 82% que opera como valor anhelado por la sociedad y que subyace en muchas opiniones del Poder Judicial. Para dilucidar las causas de esta enorme distancia entre la realidad y las aspiraciones resulta pertinente mirar los datos publicados por la Secretaria de Seguridad Social:

  • En el marco de la crisis del año 2002, la relación de aportantes / beneficios “genuinos” (es decir, con aportes) era de 1,47 y bajaba a 1,33 cuando se computaban las pensiones no contributivas.
  • En el año 2010, la relación aportantes / beneficios “genuinos” subió a 2,86.
  • Pero considerando los 2,4 millones de jubilaciones sin aportes (moratorias) y las 600 mil nuevas pensiones no contributivas otorgadas, la relación aportantes / beneficios totales (con y sin aportes) en el  año 2010 sigue siendo de 1,33.

Los datos oficiales muestran que los 3 millones de nuevos beneficios otorgados sin aportes hacen que el sistema previsional no tenga sustentabilidad, aun cuando en el año 2010 hay 3,4 millones más de nuevos aportantes al sistema previsional. En otros términos, la aspiración de acercar el monto del haber previsional al 82% del salario fue eliminada en el momento en que se montó el “jubileo” previsional con las moratorias y la extensión de las pensiones no contributivas.
El 53% de los beneficios que se pagan en la actualidad tienen origen en las moratorias y en las pensiones no contributivas. Se pagan más beneficios sin aportes que con aportes. Esto se financia con el incumplimiento del haber legalmente comprometido a los jubilados que hicieron aportes. La consecuencia es una inédita acumulación de juicios previsionales contra la ANSES. Desactivar el “jubileo” y afrontar el reclamo de los jubilados (a quienes desde hace varios años no se les paga el nivel de haberes que la Justicia entiende que se les debe pagar), es el desafío más pesado que hereda el próximo gobierno.
La agenda es compleja y sensible. Tiene puntos en común con otros países donde a partir de estudios rigurosos se analiza la evolución laboral y demográfica para ajustar las promesas previsionales a las condiciones de sustentabilidad financiera. Un estudio de este tipo seguramente llevará a concluir que el 82% sólo resulta sustentable para edades de retiro relativamente altas y con una gran cantidad de años de aportes acumulados. Para el resto de los trabajadores, las tasas de reemplazo compatibles con el equilibrio financiero serán de niveles más moderados. Otro punto que absorbe mucha atención en el debate internacional, por su alto impacto, es el cálculo del haber inicial para que se haga sobre la mayor parte de la vida laboral de la persona y no en los últimos años como contempla la actual normativa argentina. También es motivo de discusión la superposición de beneficios cuando un jubilado hereda una pensión derivada por la muerte de su cónyuge.  
El desafío más sensible es dar racionalidad al mecanismo de cobertura para las personas que no pudieron realizar aportes en la edad activa (como amas de casa y trabajadores informales). Del “jubileo” de las moratorias hay que migrar hacia un esquema de prestación no contributiva focalizada. Junto con ello, se requerirá mucho esfuerzo e imaginación para financiar la enorme masa de recursos que ya fue comprometida “regalando” jubilaciones a gente de clase media y alta que nunca hizo aportes.

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