Informe Nº: 46421/10/2012
La desaceleración de la actividad económica no trajo aparejado aumentos de la tasa de desempleo. Esto no significa que no se estén produciendo problemas laborales sino que la falta de oportunidades se manifiesta principalmente a través de gente que se retira del mercado de trabajo. De no mediar este fenómeno, la tasa de desempleo abierto […]
La desaceleración de la actividad económica no trajo aparejado aumentos de la tasa de desempleo. Esto no significa que no se estén produciendo problemas laborales sino que la falta de oportunidades se manifiesta principalmente a través de gente que se retira del mercado de trabajo. De no mediar este fenómeno, la tasa de desempleo abierto habría experimentado un notable aumento. La bonanza económica permitió disimular los problemas, pero apenas el crecimiento se morigera vuelven a emerger las consecuencias sociales de la baja formación de gran parte de la población adulta y de las deficientes regulaciones laborales.
El desempleo abierto, es decir gente que busca activamente un empleo y no lo consigue, no es la única forma en que se manifiestan los problemas laborales. El desempleo “oculto”, considerando como tal a gente que manifiesta no buscar un empleo porque percibe que las probabilidades de conseguirlo son muy bajas, también tiene alta relevancia. Aunque en las estadísticas laborales se explicite menos, su impacto social suele ser mayor que el derivado del desempleo abierto. Generalmente refleja un estadio superior de degradación laboral ya que se trata de personas en edad activa que necesitan un empleo pero que no lo buscan porque no tienen perspectivas de encontrarlo.
Mientras que en los países desarrollados las crisis impactan sobre la tasa de desempleo abierto, el desempleo “oculto” es un fenómeno típico de regiones más atrasadas. Un ejemplo cercano es el del Chaco donde recientemente se hizo conocido que el desempleo abierto es casi inexistente, pero masivo el desempleo “oculto”. Aunque no al nivel extremo de Chaco, el fenómeno se presenta en todo el país. Según datos oficiales del INDEC correspondientes a los primeros semestres del año 2011 y del 2012, se observan que:
· La tasa de desempleo cayó en el período analizado desde 7,4% a 7,2%.
· La tasa de participación, o sea la proporción de gente que trabaja o busca activamente un trabajo, también bajó desde el 46,2% al 45,9%.
· Si la tasa de participación no hubiera bajado, la tasa de desempleo habría sido de 7,9% en lugar del 7,2% observado.
Estos datos oficiales muestran que la tasa de desempleo abierto disminuyó el último año a raíz de que mucha gente ha dejado de buscar activamente un trabajo. Se trata de aproximadamente 90 mil personas que han dejado de buscar un empleo. Aunque los motivos pueden ser variados, el principal factor asociado seguramente es la desaceleración de los niveles de actividad económica. Según los datos oficiales del INDEC, el PBI creció 5% en el 1° trimestre y 0% en el 2° trimestre del 2012.
Este crecimiento del desempleo “oculto” es el reflejo de problemas estructurales del mercado de trabajo. La bonanza económica pudo disimularlos, pero lejos de haber sido resueltos se vienen profundizando. Por un lado, a causa de los bajos niveles de formación de la población en edad activa, asociados a los crecientes fracasos del sistema educativo: alta deserción temprana de los jóvenes y un bajísimo nivel de acumulación de conocimiento condicionan severamente la empleabilidad de las personas. Por el otro, por un sistema impositivo y una legislación laboral que penalizan la creación de empleo. Finalmente, por programas asistenciales que no inducen a que las personas en edad de trabajar sean artífices de su progreso individual y familiar a partir de su propio esfuerzo.
Las sociedades más prósperas demuestran que el progreso social requiere altas tasa de participación laboral. O sea, una cantidad creciente de gente que se incorpore al mercado de trabajo. Esto implica más población contribuyendo a aumentar la producción y obteniendo mayores ingresos por cada hogar. Así se generan las bases para que las familias puedan pasar de la subsistencia a la prosperidad gracias a su propio esfuerzo. Este es el sustento del crecimiento económico con progreso social. De aquí, la preocupación y la gravedad social que debe generar el efecto “desaliento” en la participación laboral.
Para aumentar la participación laboral se necesitan políticas de activación laboral. El camino para que una mayor proporción de adultos se incorporen a una actividad producitiva es reconstruir el sistema educativo para brindar educación y formación para el trabajo de calidad y abordar el desafiante desafío de contar con normas impositivas y una legislación laboral más amigable con la creación de empleo. Por el contrario, si ante el deterioro social se redobla la apuesta a favor del asistencialismo, en el mejor de los casos se morigerará la miseria, pero se potenciará el atraso porque se seguirá induciendo menor participación laboral.