Informe Nº: 109908/12/2024
La decisión de que el PAMI deje de entregar medicamentos gratuitos causó malestar a pesar de que la distribución indiscriminada de remedios es nociva para la salud. La gestión del medicamento debe ser con prescripción responsable, financiamiento compartido con el paciente y subsidios focalizados de acceso automático y simple.
El PAMI dejó de otorgar de manera indiscriminada cobertura al 100% gratuita para medicamentos. A partir de ahora tendrán medicamentes gratuitos sólo los afiliados de más bajos ingresos y quienes gestionen un trámite de excepción. El resto deberá financiar parte del costo de los medicamentos que consuma. El cambio generó un amplio y enérgico rechazo argumentando que se infringe un grave daño a un segmento muy vulnerable de la población.
Los precios cumplen dos roles fundamentales en el funcionamiento de la economía: incentivan la producción e inducen al consumo responsable evitando el sobreconsumo. El caso de la electricidad es muy ejemplificativo. Cuando el gobierno decidió imponer un precio bajo para la luz, se desalentó a las empresas eléctricas a producir y distribuir electricidad y a las familias se las incentivo a aumentar el consumo lo que derivó en repetidos cortes de luz.
En el caso de los medicamentos: ¿La distribución gratuita promueve el sobreconsumo? No se dispone de información oficial que permita dar una respuesta contundente, pero una manera de aportar evidencia sobre el tema es comparando el gasto en medicamentos de las personas con y sin cobertura. Según la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares 2017 – 2018 del INDEC correspondiente a toda la población se observa la siguiente relación:
Estos datos muestran que las familias con cobertura gastan en medicamentos mucho más que las familias sin cobertura. Dado que las familias con cobertura pagan entre el 50% y 60% del precio del medicamento (la obra social paga el restante 50% – 40%), el gasto total en medicamentos de las familias con cobertura equivaldría al 6% del presupuesto. Si bien las familias sin cobertura pueden estar subconsumiendo, que la diferencia con las familias con cobertura sea de más de 3 veces es muy sugerente de que estas últimas pueden estar sobreconsumiendo medicamentos. En otras palabras, la distribución indiscriminada de medicamentos gratuitos puede estar generando un consumo exagerado de remedios.
El sobreconsumo de medicamentos es tan o más nocivo para la salud que el subconsumo. La razón está en un concepto que se llama iatrogenia que es el efecto secundario negativo no deseado causado por un tratamiento médico legítimo y avalado. Es decir, aún cuando el medicamento esté bien prescripto tiene efectos secundarios negativos no deseados. Estos efectos negativos se potencian cuando tanto el medico como el paciente son inducidos a un consumo dispendioso. Esta es la razón por la cual una buena política sanitaria se basa en velar por la prescripción responsable del medicamento evitando la gratuidad. Sólo como excepción prever el acceso gratuito para pacientes que no tienen medios económicos para pagar un medicamento prescripto y bajo un estricto control.
Una regla simple es que los medicamente de bajo precio sean 100% pagados con gasto de bolsillo, los de precios medios pagados 60% con gasto de bolsillo y 40% por la cobertura y los de alto precio y para crónicos 100% pagados por la cobertura. Esta combinación no induce el sobreconsumo y reduce los riesgos de subconsumo. Para los pacientes de bajos ingresos se puede complementar un mayor porcentaje de cobertura a los fines de reducir el gasto de bolsillo. En este sentido, la regla adoptada por PAMI no es buena. Mantiene el 100% de gratuidad en jubilados de bajos ingresos (dejando la puerta abierta al sobreconsumo del jubilado y de terceros vinculados al jubilado) y trámites presenciales muy burocráticos para los jubilados que superen ese umbral de ingresos, pero califiquen para una excepción.
La distribución gratuita e indiscriminada de medicamentos es una mala política. Genera rentas exageradas a las empresas fabricantes y distribuidoras y perjudica a los jubilados. Tanto por los riesgos derivados del sobreconsumo como porque lo que se gasta de más en medicamentos se paga de menos en honorarios de los médicos.