Informe Nº: 83701/12/2019
Más allá de la derrota electoral, el Frente Amplio de Uruguay demostró que combinando racionalidad y respeto por las instituciones se puede crecer con inclusión social. Es una experiencia muy aleccionadora frente a la acumulación de fracasos que se observan en el resto de la región. Luego de 14 años de gobierno en Uruguay, […]
Luego de 14 años de gobierno en Uruguay, el Frente Amplio perdió las elecciones. El resultado fue muy ajustado, al punto que las autoridades electorales tuvieron que tomarse unos días para determinar el ganador. En el contexto latinoamericano el proceso electoral uruguayo es destacable. La serenidad y estricto apego a las instituciones con que se abordó la alternancia en el poder, dirimida por una pequeña cantidad de votos, es ejemplar. El contraste con Bolivia es notable, donde también un gobierno de izquierda fue desplazado pero con graves tumultos, mucha violencia y personas muertas.
El Frente Amplio agrupa a una veintena de partidos de izquierda. Llegó al poder cuando Uruguay estaba en una profunda crisis y le tocó gobernar en la época de la bonanza de los precios internacionales (2005 – 2012). Lo hizo respetando rigurosamente la propiedad privada y con un manejo macroeconómico ordenado. Baja inflación, sin controles cambiarios, ni emisiones monetarias espurias. Para ello fue clave no caer en políticas irresponsables, como fueron en la Argentina las moratorias previsionales, los subsidios indiscriminados a las tarifas o el nombramiento masivo de empleados públicos.
¿Cuáles fueron los resultados económicos que el Frente Amplio le deja a Uruguay después de su prolongado ejercicio del poder? Según datos de la CEPAL para el período 2005 (cuando asume el Frente Amplio) y el 2018 (último disponible) se observa que:
Estos datos muestran que Uruguay, bajo el gobierno del Frente Amplio, tuvo un desempeño económico destacado. Supo administrar la salida de la crisis de comienzos de siglo y aprovechó bien la gran bonanza de los precios internacionales. Si bien el contexto internacional favoreció a toda la región, Uruguay fue capaz de triplicar el crecimiento argentino y superar a Chile, que hasta la crisis era el país de mayor ingreso per cápita de la región. El Frente Amplio deja el gobierno con Uruguay siendo el país con mayor ingreso per cápita de toda América Latina.
La coalición de izquierda uruguaya obtuvo estos logros económicos sin renunciar en un ápice a sus principios sociales. A diferencia de Chile, fue capaz de transitar un período largo de crecimiento económico manteniendo activos mecanismos de redistribución que permitieron a los sectores más postergados de la sociedad disfrutar el progreso. A diferencia de Argentina, pudo incorporar nuevas libertades sin generar confrontaciones y resentimientos. Con consenso y tolerancia supo legalizar el aborto y el consumo de drogas blandas con fines recreacionales.
La experiencia uruguaya es muy aleccionadora. La coalición que va a gobernar la Argentina a partir de diciembre, el Frente de Todos, tiene similitudes con el Frente Amplio en sus aspiraciones de centro-izquierda. Al igual que el Frente Amplio, el Frente de Todos tiene que abordar un alto nivel de deuda pública. La estrategia uruguaya no apeló a la imposición sino a acordar con los acreedores el “reperfilamiento” de la deuda asumiendo el compromiso de ordenar las cuentas públicas. La redistribución de ingresos no se hizo en base a “poner plata en el bolsillo de la gente” sino mejorando la focalización de las transferencias sociales. Para evitar crisis cambiarias no se apeló al cepo ni a cerrar la economía, sino a estimular las inversiones y las exportaciones con una mayor integración al mundo.
Muchos uruguayos optaron por la alternancia en el poder. Pero el ajustado resultado es consistente con una experiencia exitosa que contrasta con los fracasos de los países vecinos. Frente a la Argentina, con su crisis económica, Chile, con su crisis distributiva, Bolivia, con su crisis democrática y Brasil, con su crisis política, Uruguay es un faro que señala que se puede crecer con inclusión, en democracia, sin violencia, con tolerancia y respeto por las instituciones.