Informe Nº: 44220/05/2012
El muy buen desempeño de las economías latinoamericanas en los últimos años es generalizado. La causa principal es un contexto internacional inéditamente favorable. Por eso, que las importaciones en Argentina se estancaran es una mala noticia. No sólo porque el fenómeno está asociada a las prohibiciones oficiales, que son inconsistentes e insostenibles, sino porque también […]
El muy buen desempeño de las economías latinoamericanas en los últimos años es generalizado. La causa principal es un contexto internacional inéditamente favorable. Por eso, que las importaciones en Argentina se estancaran es una mala noticia. No sólo porque el fenómeno está asociada a las prohibiciones oficiales, que son inconsistentes e insostenibles, sino porque también se está dando en Brasil, Chile y Uruguay. Esto podría ser un indicio de que el contexto internacional está desmejorando y la Argentina no se está preparando para enfrentarlo.
Desde fines del año pasado, se ha intensificado el esfuerzo de las autoridades por reducir la demanda de divisas. Esto incluye extremar las prohibiciones a las importaciones y la compra de dólares. Mientras tanto no se resuelven los problemas de fondo. Por ejemplo, se sigue postergando el congelamiento de precios de la energía introducidas en el año 2002, lo que genera un creciente drenaje de divisas ya que la falta de inversiones, producto del congelamiento de precios, genera una alta dependencia de las importaciones de energía.
Con la prohibición de la compra de dólares se consolida un mercado paralelo, rememorando la vieja inestabilidad cambiaria argentina. Con la prohibición de las importaciones se genera desabastecimiento, especialmente de insumos y bienes de capital imprescindibles para sostener el crecimiento. El resultado es que en el 1° trimestre del 2012 el crecimiento de las importaciones fue de 0% respecto al mismo período del año anterior, cuando venían creciendo a una tasa del 36%. Pero a estos fenómenos se agregan indicios de cambios en el contexto internacional. En este sentido, puede resultar pertinente observar que:
· En todos los primeros trimestres entre los años 2003 y 2008, las importaciones en Brasil, Chile y Uruguay crecieron a una tasa promedio anual de 27%.
· En los primeros trimestres de los años 2010 y 2011, las importaciones de estos tres países crecieron a una tasa de 31% anual, luego de una caída del – 23% en el año 2009.
· En el 1° trimestre del 2012, las importaciones en Brasil, Chile y Uruguay crecieron, pero apenas un 9%.
Estos datos sugieren que la intensidad del comercio internacional estaría perdiendo vigor en toda la región. En conjunto, el aumento de las importaciones en Brasil, Chile y Uruguay, en el primer trimestre del año 2012, se ubicó por debajo del 10%, es decir, una caída a un tercio del nivel que venían mostrando en los últimos años.
Cabe enfatizar que las importaciones están estrechadamente ligadas al nivel de actividad económica. Su desaceleración en Brasil, Chile y Uruguay –países que no están aplicando prohibiciones, como la Argentina– sugiere que el dinamismo de la región se está aplacando. Una evidencia más precisa es que datos preliminares de Brasil señalan que el crecimiento de la producción en el primer trimestre del año 2012 fue de 1%, cuando venía creciendo al 3%.
Varios factores estarían contribuyendo a un contexto internacional menos favorable. Particularmente relevante son las devaluaciones de Brasil, la desaceleración de las importaciones de China y Europa atravesando el momento de mayor tensión desde la creación del Euro, con la posible salida de Grecia de la unión monetaria, recesión y corridas bancarias en España y alto riesgo de contagio en Italia. Para colmo, la recuperación de los EEUU se presenta como un proceso lento e inestable.
Estos factores no alcanzan –al menos por ahora– para plantear un panorama internacional adverso para la Argentina, ni mucho menos de catástrofe. Pero no habría que pasar por alto que la desaceleración de las importaciones en la región da un primer indicio de que se estaría ingresando a una etapa de condiciones externas no tan favorables como las que se vinieron disfrutando desde el año 2003.
Países con situaciones económicas y políticas muy diferentes –no sólo Brasil, Chile y Uruguay, sino también Panamá y Perú, por ejemplo– vienen aplicando estrategias inteligentes orientadas a capitalizar el contexto internacional favorable. La Argentina, en cambio, también disfruta de una bonanza económica, pero no genera bases de sustentabilidad. Así lo demuestran el creciente déficit fiscal y el deterioro comercial externo. Los problemas se potencian porque, ante las evidencias del fracaso, en lugar de rectificar el rumbo –adoptando estrategias más en líneas con los países de la región– se opta por profundizar los errores. El mejor ejemplo es la conducta de llevar al extremo las prohibiciones para importar y comprar dólares.