Informe Nº: 88715/11/2020
Otra vez, la movilidad previsional genera apasionadas polémicas. Se pasa por alto que los principales problemas del sistema previsional los generan el otorgamiento indiscriminado de beneficios con moratorias y los tratamientos especiales. La regla de movilidad no reemplaza el necesario ordenamiento previsional.
El gobierno nacional elevó al Congreso un proyecto de ley para modificar la regla de movilidad previsional. La norma vigente –aunque suspendida por el gobierno actual– establece que los haberes se actualizan en un 70% por inflación y en un 30% por evolución de los salarios registrados. Esta fórmula fue definida por la anterior administración en el año 2017. El actual gobierno quiere volver a la fórmula que había antes del 2017, la cual estipulaba que los haberes se ajusten 50% por salarios y 50% por recursos tributarios.
Un punto central de la vieja fórmula de movilidad, que ahora el gobierno quiere restablecer, es el tope. La regla establece que, si el aumento que surge de la fórmula de 50% salarios / 50% tributos es superior al incremento de los ingresos totales de la ANSES más un 3%, entonces, se aplica este último cálculo. Desde el oficialismo se enfatiza que así se recuperará la sustentabilidad porque se asegura que los haberes no subirán por encima de los recursos disponibles. Desde la oposición critican que esta limitante licuará los haberes si la inflación es superior al aumento de los ingresos de ANSES.
La regla de movilidad viene siendo el tema excluyente del debate previsional. ¿La dinámica del sistema previsional justifica esta focalización de toda la atención? Para indagar en las posibles respuestas sirve mirar qué pasó con el gasto previsional en lo que va del presente siglo. Según datos del Ministerio de Economía, se observa que:
Estos datos muestran que mientras no hubo regla de movilidad (2000 – 2008) el gasto en jubilaciones y pensiones se mantuvo controlado. La inflación licuaba las jubilaciones que eran aumentadas discrecionalmente por el Poder Ejecutivo por decreto. Como esta arbitrariedad no fue tolerada por la Justicia, en el 2009 se empieza a aplicar la regla de movilidad, que ahora se quiere restablecer. A partir del 2009, el crecimiento del gasto previsional fue desestabilizante (aumentó un 65% por encima de lo que creció la economía). En el 2017, con el cambio en la fórmula de movilidad y la aceleración inflacionaria, el gasto previsional bajó en términos de PBI. Cuando correspondía aplicar el ajuste por la inflación, el actual gobierno suspendió su aplicación.
Es claro que la manipulación de la movilidad permite transitoriamente licuar el gasto previsional. La contrapartida es la justificada irritación de la población y la masiva litigiosidad. El problema de fondo es que el desorden en las reglas de beneficios genera una expansión del gasto que no se puede financiar de manera genuina. Entre los puntos más críticos operan las moratorias que dan indiscriminadamente jubilaciones contributivas sin aportes, el crecimiento del doble beneficio, en particular, personas que tienen una jubilación por moratoria más la pensión por fallecimiento del cónyuge y la profusión de regímenes especiales (“de privilegio”) que jubilan gente con menos edad, menos años de aporte y/o mayores beneficios al régimen general.
El debate previsional es apasionado. Incluye llorar en público y tirar piedras. Hipócrita, porque se cambia de opinión según se esté en el oficialismo o en la oposición. Inconducente, porque no se discuten las cuestiones sustanciales. Lo cierto es que las actuales reglas previsionales hacen promesas que no se pueden cumplir porque no tienen financiamiento. Mientras esto no cambie la válvula de escape seguirá siendo licuar las jubilaciones con alta inflación y manipular la movilidad previsional.
Se necesita un debate más racional, con respaldo de estudios actuariales, sincero y que aborde lo importante. Con el ordenamiento del sistema previsional es posible mejorar la equidad distributiva y la sustentabilidad fiscal, paso imprescindible para recuperar la estabilidad macroeconómica.
Para más información, puede comunicarse con el Economista Jorge Colina. Mail: jcolina@idesa.org Tel: +54 9 11 4550 6660.