Informe Nº: 26/07/2020
La idea de que la crisis actual es como la del 2002 genera la esperanza de una recuperación similar a la que se dio a partir del 2003. La realidad es que el valor real del dólar oficial hoy está más cerca del 2001 que del 2002. Por eso, la actual crisis no se superará […]
Haber adoptado el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) de manera muy estricta y tempranamente fue una decisión que se tomó sin fundamentos científicos y que está provocando enormes costos sociales. El encierro y la consecuente paralización de la economía produjeron destrucción de empresas y empleos, empobrecimiento y cansancio social. Es tan critica la situación que se tuvo que terminar apelando a la flexibilización de las medidas de confinamiento justo en el momento de mayor cantidad de contagios.
El cambio de estrategia se instrumentó abandonando el esquema original de toma de decisiones centralizada para delegar en las autoridades locales el manejo de la pandemia. En paralelo, se coloca ahora como centro de la agenda nacional la recuperación económica post-pandemia. El punto de partida del diagnóstico es que la actual crisis, que se inició en el 2018 y tendría pico en el 2020, es similar a la crisis de la convertibilidad iniciada en 1998 y que estalló en el 2002. Con este paralelismo, emerge la esperanza de que, pasada la pandemia, se darán las condiciones para una recuperación vigorosa de la economía similar a la que se dio a partir del 2003.
Para evaluar los fundamentos de este tipo de paralelismo resulta pertinente comparar la evolución del tipo de cambio real. Tomando el valor del dólar oficial, actualizado por la inflación doméstica y la de Estados Unidos, se observa que:
Estos datos muestran que la situación cambiaria actual es ambivalente. Si se toma el tipo de cambio oficial, el país está más cerca del 2001 que del 2002. En cambio, si se observa el tipo de cambio paralelo, la situación se parece más al 2002. La conclusión es que, si se quiere recrear las ventajosas condiciones de tipo de cambio que se dieron en el 2002, todavía falta liberar el tipo de cambio oficial para que se ubique cerca del dólar paralelo. Es decir, el optimismo no tiene fundamento porque se está basando en un diagnóstico equivocado. Para repetir la experiencia que se inició en el 2003, todavía queda por transitar la traumática y costosa mega-devaluación del 2002.
Esta dicotomía sobre el valor del dólar explica las zigzagueantes oscilaciones de la economía argentina. Un dólar alto –como el del 2002 o el paralelo actual– es el que permite licuar gasto público (generando superávit fiscal) y compensar a los sectores productivos por la enorme cantidad de sobrecostos espurios (generando superávit externo). Pero ese dólar muy alto que se necesita para lograr los equilibrios macroeconómicos produce caídas del salario real, las jubilaciones y aumento de la pobreza. En otras palabras, el equilibrio macroeconómico demanda un dólar tan alto que destruye el tejido social.
Para salir de esta encrucijada es necesario cambiar de estrategia. El desafío es superar la escasez estructural de dólares induciendo una mejora genuina de la competitividad. Esto es, que las empresas sean capaces de exportar y competir con importaciones gracias a regulaciones más racionales y servicios públicos e infraestructura de mejor calidad. El punto de partida es la modernización del sector público. Esto implica lograr un genuino equilibrio fiscal con un sistema tributario no distorsivo, un sistema previsional sustentable y un Estado nacional sin programas nacionales que se superponen con funciones provinciales y municipales. Donde cada provincia se financie con su recaudación, eliminando la coparticipación, y un fondo de convergencia para las provincias más atrasadas.
Seguir sin abordar el ordenamiento del Estado es resignarse a la decadencia. Es seguir oscilando entre un dólar alto –que alivia a las empresas por las ineficiencias del Estado– o un dólar bajo –que alivia las tensiones sociales del empobrecimiento–. La pandemia es una oportunidad para cambiar de estrategia. Para ello no hay que caer en el error de pensar que se puede repetir la recuperación del 2003 sin pasar por la traumática experiencia del 2002.
Para más información, puede comunicarse con el Economista Jorge Colina. Mail: jcolina@idesa.org Tel: +54 9 11 4550 6660.