Empleo "en negro" llega al 42% en el interior de las provincias - IDESA

Informe Nº: 39817/11/2011

Empleo “en negro” llega al 42% en el interior de las provincias

La obcecación por dar importancia nacional a las elecciones de la Capital es un testimonio más de la visión al extremo centralizada prevaleciente en la dirigencia política argentina. En sentido contrario, una nueva encuesta del INDEC, que brinda información referida a pequeñas ciudades, cuantifica el notorio contraste entre la situación laboral del Interior respecto a […]

La obcecación por dar importancia nacional a las elecciones de la Capital es un testimonio más de la visión al extremo centralizada prevaleciente en la dirigencia política argentina. En sentido contrario, una nueva encuesta del INDEC, que brinda información referida a pequeñas ciudades, cuantifica el notorio contraste entre la situación laboral del Interior respecto a la de la Ciudad de Buenos Aires. Es una evidencia concreta de las consecuencias negativas que tiene pensar y formular políticas públicas a medida de la Capital, menospreciando al interior del país.

El INDEC ha publicado los primeros resultados de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU). A través de esta iniciativa se relevan los mismos indicadores que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) pero extendiendo la cobertura a los centros urbanos más pequeños. Mientras que la EPH cubre a los 31 aglomerados urbanos más grandes, este nuevo relevamiento capta información del total de la población urbana. En órdenes de magnitud, la EPH es representativa de aproximadamente 25 millones de habitantes urbanos, mientras que la EAHU lo es de 36,7 millones de personas.

La diferencia entre ambas encuestas la determina la gente que vive en el interior de las provincias. Es decir, gracias a este esfuerzo del INDEC, a partir de ahora se puede contar con información socioeconómica del interior más profundo del país. Así, es posible medir con objetividad las diferencias que se dan en el amplio territorio nacional. En materia de mercado de trabajo, según la EAHU, en el 3° trimestre del 2010 (último período disponible) se puede observar que: 

  • En la Ciudad de Buenos Aires, la tasa de empleo (es decir, la relación entre personas que tienen trabajo y personas mayores de 14 años) es del 62% y la incidencia del empleo no registrado del 25%.
  • En los grandes aglomerados urbanos del Interior, la tasa de empleo se reduce a 54% y la tasa de empleo asalariado “en negro” sube al 38%.
  • En las pequeñas ciudades y pueblos del Interior, la tasa de empleo se reduce aún más, al 52%, y la tasa de empleo asalariado “en negro” sube al 42%.

Estos datos oficiales delatan una heterogeneidad impactante. En la Ciudad de Buenos Aires, dos tercios de la población mayor de 14 años trabajan y sólo un cuarto de los asalariados está “en negro”. En las pequeñas ciudades y pueblos del Interior, sólo la mitad de los mayores de 14 años trabaja y, de éstos, prácticamente la mitad lo hace en la informalidad. Claramente, existen enormes diferencias en las oportunidades y la calidad de los empleos, fenómeno que se explicitaría con mayor contundencia si se corrigieran los indicadores por el empleo público espurio que prevalece en muchas zonas del interior.

Esta heterogeneidad es el resultado de pretender aplicar en todo el país regulaciones laborales concebidas desde y para la Capital a realidades productivas y sociales muy diferentes. Imbuidos de las dinámicas que se observan en la Ciudad de Buenos Aires, en la Capital se deciden niveles de salarios mínimos, normas laborales, convenios colectivos de trabajo, nivel de las cargas sociales y demás reglas para ser aplicadas a todo el territorio nacional. Como en el Interior las condiciones de productividad económica son inferiores, las normas laborales poco realistas desalientan inversiones y, con ello, oportunidades laborales. Los pocos empleos que se crean, frecuentemente tienen viabilidad sólo en la informalidad.

Creer que la Ciudad de Buenos Aires es el país, es un pensamiento históricamente hegemónico que se ha profundizado en los últimos años. Esta forma de pensar subyace, por ejemplo, en la apropiación de fondos que deberían ser coparticipados para otorgárselos a la Fundación Madres de Plaza de Mayo a fin de que construya –avión propio mediante– casas en el interior. En usar enormes masas de recursos públicos para subsidiar el transporte y la energía en la Ciudad de Buenos Aires, mientras que en el Interior se pagan mucho más caros o directamente escasean. En tener que esperar el inicio de las vacaciones en la Capital para descubrir los faltantes de combustible que desde hace meses sufre el Interior. En obstruir el desarrollo de vuelos aéreos privados en el Interior para beneficiar a la aerolínea estatal cuyo centro de interés está en la Capital.

Gran parte de la dirigencia política del Interior es cómplice y artífice de estos desvíos. La responsabilidad emerge cuando confunde la defensa de los intereses locales con la obtención de algún subsidio o prebenda nacional para su localidad. El desarrollo del Interior nunca se va a concretar si la dirigencia considera prioritario “mendigar” recursos en Buenos Aires en lugar de trabajar para el desarrollo institucional de su localidad. Por eso, la cuestión central en el próximo ciclo de gobierno es reconstruir las instituciones federales, comenzando por la coparticipación federal de impuestos.

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