Informe Nº: 107126/05/2024
Mientras que los indicadores económicos y sociales muestran una crisis muy profunda, el Senado sigue demorando la sanción de las leyes que envió el gobierno. Hasta que no se encuentre la manera de romper con las prácticas políticas vetustas y tradicionales que bloquean las reformas, no habrá manera de salir de la decadencia.
Una serie de actos rutilantes protagonizados por el presidente Milei ocuparon gran espacio en los medios de comunicación. Incluyó la participación en un mitin político en Madrid que derivó en un conflicto diplomático con España, un acto excéntrico en el Luna Park y la tapa de la revista Times. El ritmo acelerado continuo con la misa del 25 de Mayo en la catedral de la Ciudad de Buenos Aires para, acto seguido, partir hacia Córdoba a realizar un Cabildo Abierto ante una multitud de seguidores.
En paralelo y en sentido contrario, en el Senado el tratamiento de la Ley de Bases y la reforma tributaria sigue empantanado. De manera sigilosa, pero efectiva, la oposición viene difiriendo su sanción al solicitar muchos y variados cambios que incluyen hasta la incorporación de nuevos temas. Esto, de concretarse, llevará a que los proyectos vuelvan para su consideración en la Cámara de Diputados. Se trata de un proceso tortuoso que denota que en una parte del sistema político sigue prevaleciendo una férrea defensa del statu quo.
¿Cuál es el contexto en el cual el Senado demora las reformas? Según el INDEC y la Secretaría de Trabajo de la Nación se observa que en el primer trimestre del 2024:
Estos datos muestran que el deterioro productivo es muy profundo lo que deriva en una gran caída de las remuneraciones de los trabajadores. El nivel de producción registrado en el primer trimestre 2024 es similar al del primer trimestre 2021, cuando se salía del confinamiento por la pandemia. La caída del salario real de los trabajadores es fuerte pero mucho más lo es el de los trabajadores informales que, en general, son los ingresos laborales de las familias pobres o cerca de serlo. En este contexto, resulta muy riesgosa la actitud refractaria que viene prevaleciendo en el Congreso.
La manifestación más visible es el tratamiento tortuoso que en el Senado se le está dando a la Ley de Bases y a la ley tributaria. También hay evidencias de actitudes que presionan a favor del statu quo en la Cámara de Diputados. Por ejemplo, un grupo de diputados impulsa proyectos orientados a forzar por ley la reversión de cambios que el Poder Ejecutivo realizó en el uso de sus facultades. Se pide por ley el restablecimiento del Fondo Nacional de Incentivo de Docente (FONID). Esto es que el Estado nacional vuelva a pagar una porción menor (7%) del salario docente de las provincias. Por el contrario, es imprescindible darle al gobierno las herramientas legales que pide para luego exigirle que rinda cuentas por los resultados que surgirán en el uso de esas herramientas, más que bloquearle las iniciativas.
De esta situación no se sale con conductas extravagantes y rutilantes como las que despliega el presidente. Tampoco encarando la relación con las provincias de la manera tradicional. Esto es, desde una posición de antagonismo para luego negociar apoyo a iniciativas nacionales a cambio de recursos para las provincias. Se necesita un enfoque más innovador, disruptivo y fundacional convocando a las provincias a rediscutir –en su carácter de fundadoras del Estado nacional– un pacto de coordinación tributaria y funcional para el ordenamiento del Estado nacional y los Estados provinciales con sus municipios. El objetivo debe ser unificar impuestos, reemplazar la coparticipación por la correspondencia fiscal (cada jurisdicción recibe los impuestos que genera) y el ordenamiento funcional (el Estado nacional no se involucra en funciones provinciales y municipales).
Para salir de la decadencia se necesitan transformaciones profundas. El nuevo llamado que hizo el Presidente en Córdoba a mantener activa la agenda de Mayo es el camino correcto. Para lograrlo es clave un dialogo maduro, honesto e innovador con los gobernadores que tenga la suficiente consistencia y operatividad para sobreponerse a las viejas y vetustas prácticas que siguen presentes en el Congreso.