Informe Nº: 56407/09/2014
Los incrementos de remuneraciones acordados en los convenios colectivos de trabajo para el año 2014 resultarán similares a la inflación oficial y por debajo del verdadero aumento de los precios. Esta caída en el salario real es otro indicio de que el “modelo” está agotado. Con reglas que no incentivan la inversión ni la productividad […]
Los incrementos de remuneraciones acordados en los convenios colectivos de trabajo para el año 2014 resultarán similares a la inflación oficial y por debajo del verdadero aumento de los precios. Esta caída en el salario real es otro indicio de que el “modelo” está agotado. Con reglas que no incentivan la inversión ni la productividad y un creciente desequilibrio fiscal, el resultado predecible es el estancamiento económico y el deterioro social aun en un contexto internacional que continúa siendo muy favorable.
Los “modelos populistas” han sido estudiados profusamente en la literatura económica. El esquema se basa en la expansión del consumo y el gasto público. En el inicio, mientras la inflación se mantiene en niveles moderados, la población disfruta de mejoras en sus niveles de ingresos reales. Esto motoriza la actividad económica y el empleo. Pero se trata de un proceso no sustentable. Los límites se exteriorizan cuando la inflación se acelera, los salarios reales se deterioran y caen la producción y el empleo.
La política económica que se viene aplicando en la Argentina en la última década encuadra en los lineamientos de un “modelo populista”. Obviamente que hay diferencias con similares estrategias aplicadas en el pasado. Entre la más importante se destaca el contexto internacional especialmente favorable. Sin perjuicio de ello, y dado que no hay diferencias de sustancias, resulta pertinente evaluar la etapa del ciclo populista que se está atravesando.
Tomando datos oficiales del INDEC para los salarios y del Congreso Nacional para los precios, dadas las distorsiones ocurridas en la medición de la inflación, se observa que:
Estos datos muestran que se está entrando en la fase donde la inflación supera el crecimiento de los salarios. El fenómeno se confirma con información publicada por el Banco Central que señala que en los convenios colectivos de trabajo de las principales actividades económicas se han acordado aumentos de salarios para el año 2014 del orden del 31% anual. Se trata de un valor que resulta inferior a las mediciones de inflación que difunde el Congreso Nacional y similar al aumento de precios que viene reportando el INDEC con la nueva medición oficial del Índice de Precios al Consumidor.
La evolución de salarios y la inflación en la última década reflejan las etapas del “modelo populista”. Entre los años 2003 y 2008 las remuneraciones recuperaron la enorme licuación sufrida con la mega-devaluación del año 2002. El proceso fue favorecido por términos del intercambio muy favorables, lo que permitió eludir las típicas crisis que sufrió en el pasado la Argentina asociadas a la “restricción externa”. En el periodo 2008 – 2013, la inflación se aceleró y a los salarios les resultó difícil seguir el ritmo. Lo que se observa en el año 2014 aparece como la fase final del “modelo” donde la inflación es tan alta que aun con crecimientos nominales muy elevados de salarios no llegan a compensar los aumentos de precios. Mientras tanto el deterioro fiscal es desbordante al punto que ni con una presión impositiva récord se evita una masiva emisión monetaria.
La experiencia internacional muestra que el progreso social se logra a partir de reglas institucionales que promueven la inversión y la productividad. Por el contrario, políticas que inducen aumentos de salarios por encima de la productividad y aumentos del gasto público por encima de los ingresos permiten mejoras transitorias. El proceso es políticamente atractivo por sus resultados de corto plazo, pero no sustentable porque termina en aceleración de la inflación, recesión y deterioro en la situación social.
La bonanza de los precios internacionales de los últimos años fue desaprovechada. Frente al nuevo fracaso se hace evidente la importancia de acompañar las enormes potencialidades de recursos naturales con que cuenta el país con instituciones que incentiven el trabajo, el esfuerzo y la inversión en capital físico y humano. Insistir con el modelo “populista”, del consumo inmediato y el facilismo, sólo garantizará más mediocridad, estancamiento y retraso del país en el concierto internacional.