Informe Nº: 88501/11/2020
La principal fuente de presión sobre el dólar oficial es el exceso de emisión monetaria. Por eso, el gobierno decidió atenuar la emisión pasando a financiarse con deuda. Es una estrategia eficaz para el corto plazo. Pero para evitar una costosa devaluación es imprescindible un ordenamiento integral del Estado.
El gobierno cambió de estrategia para enfrentar la inestabilidad cambiaria. El Tesoro nacional, en lugar de seguir pidiéndole dinero al Banco Central, emitió títulos públicos en pesos para cubrir parte de sus necesidades de financiamiento. El titulo más demandado tiene la particularidad de que actualiza el capital en función de la cotización del dólar oficial. El objetivo es darle una opción a quienes temen una devaluación abrupta.
La estrategia dio los resultados esperados. Hubo inversores que, en lugar de comprar dólares en el mercado paralelo, optaron por invertir sus ahorros en los títulos emitidos por el Tesoro nacional. Esto indujo a un cambio de tendencia en el precio del dólar paralelo. Del vertiginoso crecimiento que venía teniendo en las últimas semanas, en que el dólar paralelo alcanzó los $185, se produjo una importante reducción a $165 por dólar. Tranquilizar el mercado cambiario genera alivio, aunque la brecha con el tipo de cambio oficial sigue siendo alta (del orden del 100%).
La pregunta que cabe hacerse es cuán duradera es esta paz cambiaria. Para indagar en las respuestas sirve observar la evolución de la emisión monetaria y el tipo de cambio oficial desde que asumió el actual gobierno. Según datos del Banco Central se observa que:
Estos datos muestran que desde que asumió el actual gobierno la emisión monetaria creció mucho más que el tipo de cambio oficial. Fue tan desaforada la emisión que para restablecer la precaria situación que prevalecía antes de la asunción del actual gobierno, sería necesario que el dólar oficial llegue a $113. Para evitar este escenario traumático, se apeló primero a endurecer el cepo, luego a obstaculizar las importaciones y ahora a emitir deuda para evitar tanta emisión monetaria. En todos los casos son medidas que contienen la demanda de dólares, pero en el corto plazo.
La inestabilidad cambiaria deriva de la emisión monetaria, la cual es propulsada por el déficit fiscal. En los 10 meses que van del 2020, el déficit fiscal primario fue de $1,3 billones. El agotamiento de las reservas y el salto en el dólar paralelo dejaron en claro que no es tolerable financiar semejante desequilibrio con emisión monetaria. Por eso el gobierno tuvo que apelar al endeudamiento para financiarse. Es una estrategia consistente, pero de alcance temporal acotado ya que la capacidad de endeudamiento también tiene límites.
No es posible ni necesario eliminar el déficit fiscal de manera inmediata. Pero sí es imprescindible dar señales claras de que hay voluntad política y capacidad técnica para avanzar en un ordenamiento previsional, tributario, funcional y del régimen federal. Un ordenamiento integral del sector público tiene un doble beneficio. Por un lado, habrá mayor predisposición de la gente a mantener sus ahorros en pesos si confía en que la emisión monetaria cederá. Por el otro, facilitará un acuerdo con el FMI para reforzar las reservas del Banco Central.
Ciertamente que para concebir y ejecutar un plan de ordenamiento del Estado se requiere alta inversión de capital político. Pero el salto en el dólar demostró que la emisión monetaria tiene límites. Si ahora se confía en exceso sobre la capacidad del Tesoro a tomar deuda se repetirá el error del gobierno de Cambiemos, que para eludir el ordenamiento del Estado confió en el “gradualismo” financiado con deuda atada al dólar. Cambiar de estrategia demanda audacia e innovación pero es la única manera de no seguir profundizando la degradación productiva y social.
Para más información, puede comunicarse con el Economista Jorge Colina. Mail: jcolina@idesa.org Tel: +54 9 11 4550 6660.