Informe Nº: 56010/08/2014
En el anuncio de creación de un nuevo plan de empleo, el relanzamiento de los CEDIN y créditos al transporte urbano se reconoció oficialmente la recesión. Pero se incurre en el error de diagnóstico de atribuirle la causa a factores externos cuando las evidencias muestran que, si bien hay desaceleración, el único país con la […]
En el anuncio de creación de un nuevo plan de empleo, el relanzamiento de los CEDIN y créditos al transporte urbano se reconoció oficialmente la recesión. Pero se incurre en el error de diagnóstico de atribuirle la causa a factores externos cuando las evidencias muestran que, si bien hay desaceleración, el único país con la economía parada es la Argentina. Factores internos explican mucho más que los externos la caída en la producción y la destrucción de empleos formales. Dentro de ellos, el más importante es la irracional expansión del gasto público.
En lo que va del año 2014, el Producto Bruto Interno (PBI) en Argentina viene cayendo. Según datos oficiales del INDEC, en el primer trimestre del 2014 se registró una variación del -0,2% comparado con igual período del año anterior. Las estimaciones del INDEC para abril y mayo arrojan que sigue disminuyendo a razón de -0,7% y -0,2%, respectivamente. Esto representa una abrupta desaceleración respecto a comienzos de la presente década cuando en el año 2010 la producción crecía a razón del 9% anual.
El diagnóstico oficial reconoce el estancamiento y se lo atribuye a factores externos (“el mundo se cae”). En función de ello, se considera recomendable adoptar medidas contra-cíclicas, como la creación de un nuevo programa denominado Pro.Emplear (que implica el relanzamiento del programa de Recuperación Productiva del año 2009), insistir con los fracasados CEDIN y ofrecer nuevos créditos para la compra de transporte urbano.
Para evaluar la pertinencia del diagnóstico y de las medidas tomadas es recomendable apelar a las evidencias. Según datos del Banco Mundial y de los institutos de estadísticas de diferentes países se observa que entre el año 2010 y el primer trimestre del 2004 (último disponible) la variación interanual del PBI en la región tuvo el siguiente comportamiento:
Los datos muestran que, si bien hay una desaceleración generalizada en las tasas de crecimiento de la región, en ningún caso se observa una situación de estancamiento como en la Argentina. La atipicidad queda aún más clara cuando se tiene en cuenta que en China el crecimiento pasó de 10,4% anual en el año 2010 a 7,5% anual en el 1° trimestre del año 2014, en Japón de 4,7% a 2,8%, en EEUU de 2,5% a 1% y en Alemania de 4,0% a 0,8%. El mundo esta creciendo a menor ritmo, pero no se está “viniendo abajo”.
Aunque el contexto externo es menos favorable, evidentemente que en Argentina están operando factores locales. Dentro de ellos, el más importante es el enorme despilfarro de gasto público. Por un lado, porque esto obliga a aplicar una presión impositiva récord que agobia a las familias y a las empresas. Por el otro, porque aun con presión tributaria récord el déficit fiscal es enorme. Como los desequilibrios fiscales se cubren con emisión monetaria, esto genera inflación. Con inflación hay retraso del tipo de cambio oficial. Esto lleva a apelar al “cepo” cambiario para tratar de controlar la caída de las reservas.
Bajo estas condiciones, se reduce el consumo privado, las exportaciones y las inversiones. El INDEC señala que en el primer trimestre del 2014 el consumo se contrajo un -1,2%, las exportaciones un -6,4% y las inversiones crecieron pero apenas un 1,9%. Al no atacar el origen del problema (es decir, el crecimiento desmesurado del gasto público), el nuevo programa de empleos, los CEDIN y los créditos para renovar la flota de colectivos tienen un nuevo fracaso asegurado.
Cualquier programa que intente revertir el estancamiento tiene que basarse en incorporar racionalidad en la gestión del sector público. Por eso, más preocupante que el error de diagnóstico del oficialismo es el desenfoque de la oposición. Se multiplican los consensos en torno a reducir el impuesto a las ganancias. También sobre la necesidad de reducir la inflación, arreglar con “los buitres” y resolver los graves problemas de falta de infraestructura. Pero se elude, con una alta dosis de hipocresía e irresponsabilidad, mencionar que para reducir los impuestos, bajar la inflación, salir del default y aumentar la inversión, previamente hay que reducir el gasto público y, lo que resulta más complicado aún, mejorar sustancialmente la calidad en su gestión.