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Ahora que el RIGI cambió la mentalidad de las dirigencias provinciales y las puso a pensar en el desarrollo provincial, es hora de terminar con el perverso mecanismo de penalización a las provincias más productoras: la coparticipación federal de impuestos.
VERNo es que a las grandes inversiones le están dando un “beneficio”, es que al resto de la sociedad le están dando un flor de “castigo”. Posiblemente el capítulo de la Ley de Bases del RIGI debería ser tomado como el faro a seguir si se quiere un país normal para invertir.
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