Informe Nº: 48914/04/2013
Las inundaciones son apenas un testimonio de las generalizadas y profundas carencias de infraestructura. Paradójicamente, estos déficits se sufren en un contexto inéditamente favorable ya que, como no ocurría en décadas, abundan en el mundo créditos a largo a plazo a tasas de interés muy bajas. Se derrocha la oportunidad de hacer una gran cantidad […]
Las inundaciones son apenas un testimonio de las generalizadas y profundas carencias de infraestructura. Paradójicamente, estos déficits se sufren en un contexto inéditamente favorable ya que, como no ocurría en décadas, abundan en el mundo créditos a largo a plazo a tasas de interés muy bajas. Se derrocha la oportunidad de hacer una gran cantidad de obra pública debido a la conducta conflictiva en las relaciones financieras internacionales y a que el crédito público se distribuye con la misma discrecionalidad e intencionalidad de subordinación que las transferencias de los fondos no coparticipados.
Para realizar inversiones de infraestructura es fundamental disponer de financiamiento de largo plazo. Una obra para mitigar inundaciones, la red de agua potable y cloacas, el pavimentado de un pueblo o ciudad, involucran recursos que escapan a las posibilidades financieras de cualquier presupuesto municipal. Análoga situación se presenta con obras de mayor envergadura, como caminos, autopistas, puentes, vías férreas, represas y viviendas, para el caso de un presupuesto provincial. Afrontar estas obras con recursos corrientes, obligaría a distraer fondos públicos de otras necesidades sociales, como la educación, la salud y la seguridad pública. En cambio, con financiamiento a largo plazo y bajas tasas, los planes de inversión pública son mucho más factibles de realizar ya que el alto monto de las obras se distribuye en cuotas bajas a lo largo de mucho tiempo.
Como el mercado local de capitales es muy reducido, el crédito internacional es imprescindible. Una manera simple de observar la situación del crédito internacional es con la tasa de interés de las Letras que emite el Tesoro de EEUU a 10 años de plazo. Esta representa el “piso” del costo de financiamiento a nivel internacional. En las últimas décadas, este indicador muestra las siguientes tendencias:
· En la década de los ’80, la tasa de interés del Tesoro de EEUU a 10 años fue de 10,8% promedio anual.
· En la década de los ’90, esta tasa de interés se ubicó en 6,6% promedio anual.
· En la última década (2000 – 2010), la tasa de interés de EEUU fue de 4,3% promedio anual y en el año 2012 se ubicó en el 1,7% anual.
Estos datos muestran con claridad que en las últimas tres décadas nunca hubo en el mundo tanta liquidez disponible para financiar obra pública de largo plazo como en los últimos años. La tasa de referencia para los préstamos de largo plazo internacionales está en un nivel tan bajo que ni siquiera compensa la inflación de los EEUU que se ubica cerca del 2% anual. Incluso, mirando en una perspectiva de más largo plazo, surge que las tasas de interés nunca estuvieron tan bajas como en la actualidad. Desde el año 1870, cuando se comenzó a relevar y publicar estadísticas con sistematicidad, el valor más bajo es en el año 1940 cuando la tasa de interés alcanzó el valor del 2%. Es decir que, la tasa de interés internacional actual es la más baja del último siglo y medio.
Mientras Argentina sufre severos déficits de infraestructura, en el mundo “llueven” las oportunidades para financiar proyectos de obra pública con préstamos de largo plazo y muy baratos. Las recientes inundaciones se destacan por su visibilidad, pero son apenas un testimonio de carencias mucho más generalizadas. La oportunidad histórica se desaprovecha por las actitudes de confrontación internacional. Aquí se destacan la no resolución del default del año 2002, el enfrentamiento con el FMI por la distorsión de las estadísticas del INDEC y los litigios en el CIADI donde Argentina es uno de los países que más conflictos acumula. La conducta puede ser efectiva para el cultivo de discursos tan falsamente nacionalistas como atávicos, pero generan daño por la exclusión del país de las corrientes de inversión internacionales en momentos que ofrecen las condiciones más favorables que se recuerden.
El desperdicio de la oportunidad se potencia por la discrecionalidad en la administración del crédito internacional. Todo endeudamiento requiere, como corresponde, la autorización del Estado nacional. Pero esta facultad no se utiliza para ordenar y promover el uso prudente y responsable del crédito público por parte de las provincias y los municipios, sino para subordinar voluntades políticas. O sea, se aplica la misma lógica de las transferencias discrecionales de los fondos concentrados en el nivel central pero que deberían ser coparticipados.
A diferencia de otras épocas, en el mundo hay financiamiento disponible en condiciones muy ventajosas. Por eso, que no se hagan las obras de infraestructura necesarias para mejorar la calidad de vida depende exclusivamente de decisiones internas. Alcanzaría con un manejo más profesional de las relaciones internacionales y con las provincias.