Informe Nº: 81530/06/2019
La decisión de extender las moratorias por tres años más demuestra que se sigue subestimando las consecuencias de las malas decisiones previsionales. Mientras que en otras áreas se plantean estrategias de largo plazo (como el acuerdo con la Unión Europea), en seguridad social prevalecen la impericia y el oportunismo. En el 2005 por medio de […]
En el 2005 por medio de un Decreto de Necesidad de Urgencia se modificó una vieja ley para permitir que se pueda simular haber sido trabajador autónomo y pagar los aportes no ingresados a través de una moratoria. Utilizando este mecanismo se otorgaron de manera indiscriminada 3 millones de jubilaciones a personas sin aportes. En el 2014, se reguló otra moratoria por 2 años que generó otro medio millón de jubilaciones sin aportes.
En el 2016, cuando vencía el plazo de 2 años de la última moratoria, se estableció, con buen criterio, la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM). Este beneficio consiste en una pensión equivalente al 80% de la jubilación mínima para personas de cualquier sexo que lleguen a los 65 años sin aportes y no tengan otro beneficio social. Para las mujeres que estaban en la transición entre los 60 y 65 años de edad, se decidió extender el plazo de la moratoria que vencía en ese año por 3 años más. De este modo, en el 2019 se extinguían las moratorias y eran reemplazadas definitivamente por la PUAM. Sin embargo, a días del vencimiento, una resolución administrativa de la ANSES extendió otra vez el plazo de vencimiento de la moratoria por 3 años más, llevándolo al 2022.
La protección a personas en vulnerabilidad social que no hicieron aportes en su vida activa es común en países bien organizados. Pero solo la Argentina lo hace obligando a la persona a simular haber trabajado “en negro” para acceder a una jubilación. Esto lleva a que los 5,7 millones de jubilados y pensionados de la ANSES se integren por:
Estos datos muestran el enorme impacto de las moratorias. Así como es cierto que es un instrumento que sirvió para dar protección a muchas personas que llegan a la vejez en situación de vulnerabilidad, también está demostrado que una alta proporción de estos beneficios fueron apropiados por personas de ingresos medios y altos. Una de las facetas más inequitativas de las moratorias es que casi un cuarto de esas jubilaciones están siendo cobradas por personas que tienen otro beneficio previsional. De esta manera, quienes utilizan las moratorias para acceder a una jubilación reciben de la ANSES doble beneficio por un monto similar al que perciben quienes hicieron aportes de manera regular.
Además del negativo impacto sobre la equidad, las moratorias son el principal factor de inestabilidad fiscal. El pago de los 3,5 millones de beneficios otorgados a personas sin aportes genera erogaciones equivalentes al 2,7% del PBI. Si en lugar de improvisar con un esquema tan rudimentario como las moratorias se hubiese apelado, como hacen otros países, a un esquema de prestaciones no contributivas focalizado en ancianos en estado de vulnerabilidad, además de ser más equitativo, se habrían evitado los enormes problemas fiscales que se están padeciendo desde hace años. El enorme endeudamiento externo, la altísima inflación y la profunda recesión se podrían haber evitado con un manejo más profesional y responsable del sistema previsional.
Es cierto que los principales errores los cometió el anterior gobierno y sus costos serán soportados hasta mediados de siglo. De todas formas, resulta muy sugerente que la impericia y el oportunismo previsional sigan prevaleciendo cuando son visibles sus consecuencias en términos de deuda pública, inflación y recesión por los desequilibrios fiscales que generan. Incluso avances como la creación de la PUAM son desdibujados por decisiones como la que se estableció en la Ley de Presupuesto 2019 que prohíbe el acceso a ella a personas con trabajo. Es muy contradictorio ser restrictivo con una prestación de carácter asistencial como la PUAM y flexible con un mecanismo mucho más oneroso como son las jubilaciones otorgadas con las moratorias.
Estrechar vínculos con la Unión Europea es una oportunidad de progreso. Pero para aprovecharla es imprescindible estabilidad macroeconómica. Esto no es posible si el sistema previsional sigue siendo administrado con una visión tan cortoplacista y electoralista que socaba la sustentabilidad fiscal.