Informe Nº: 58028/12/2014
El año que termina trajo como novedad el debilitamiento de la bonanza en los precios de las materias primas y el fin de los últimos vestigios de enfrentamiento ideológico con el acercamiento de Cuba y Estados Unidos. Esto plantea nuevos escenarios y la necesidad de evaluar el desempeño de la Argentina en las últimas décadas. […]
El año que termina trajo como novedad el debilitamiento de la bonanza en los precios de las materias primas y el fin de los últimos vestigios de enfrentamiento ideológico con el acercamiento de Cuba y Estados Unidos. Esto plantea nuevos escenarios y la necesidad de evaluar el desempeño de la Argentina en las últimas décadas. Para superar el retardo, el país necesita despojarse de preconceptos ideológicos que hicieron enfrentar al Estado con el sector privado, cuando las tendencias modernas señalan que ambos son complementarios.
Los precios internacionales de las materias primas están cayendo. Según datos publicados por el Banco Central, los precios de las materias primas que exporta el país disminuyeron en el 2014 un 10% respecto al 2013 y un 17% respecto al 2012. Se trata de un fenómeno asociado principalmente a la desaceleración de las economías asiáticas y sugiere que la bonanza económica internacional se estaría debilitando. Aunque el contexto sigue siendo favorable, se trata de un nuevo escenario del que se derivan renovados desafíos.
En este marco resulta pertinente aludir a un reciente estudio de la OECD que señala que Latinoamérica no aprovechó debidamente la bonanza en los precios de sus exportaciones para construir bases sustentables de crecimiento. Subsisten todavía barreras estructurales que impiden acortar las brechas entre la región y los países más desarrollados. De todas formas, el estudio también reporta visibles diferencias entre países de la región.
El informe estima, en base a datos oficiales, que el Producto Bruto Interno (PBI) per capita medido en dólares del año 1990 de la Argentina pasó entre los años 1980 y 2013 de U$S 8.200 a U$S 11.000. Esto implica que el país adicionó un tercio a su ingreso per cápita en las últimas tres décadas. En la comparación con otros países, aparece que:
Estos datos son sólo aproximaciones pero permiten detectar tendencias. Venezuela, que disfrutaba hasta el año 1980 de los niveles de ingresos per capita más altos, en tres décadas fue ampliamente superado por Uruguay y Chile. Una derivación de este proceso es que Chile alcanzó los más altos indicadores de desarrollo humano en la región. En este marco, la Argentina muestra un desempeño más parecido al de Venezuela que a Chile o Uruguay. Así, no es arriesgado afirmar que Venezuela y Argentina lideran el rezago de Latinoamérica.
El bajo desempeño al interior de América Latina se ve agravado por el hecho de que la región tampoco se ha destacado en el concierto internacional por sus avances. El estudio de la OECD avala esta apreciación mostrando el ejemplo de Corea que en el año 1980 tenía un ingreso per capita de U$S 4.000 dólares y actualmente llega a los U$S 23.000. Con una referencia culturalmente más próxima también compara con el caso de España que, sin ser un país reconocido por su dinamismo, logró aumentar su ingreso per capita de U$S 9.000 a U$S 16.000 entre los años 1980 y 2013.
Para explicar las diferencias cabe tener en cuenta que en Chile y Uruguay la salida de la dictadura de los ochenta fue acompañada, en general, con esfuerzos tendientes a fortalecer los mecanismos democráticos, el respeto a la división de poderes, la libertad de prensa, el combate a la corrupción y la construcción de instituciones económicas basadas en el funcionamiento transparente y competitivo de mercados regulados y controlados por un sector público profesionalizado. Por el contrario, en Venezuela y la Argentina a lo largo de estas tres décadas frecuentemente se cedió a la tentación del autoritarismo y el populismo, a las artimañas para violentar la división de poderes, la independencia de la prensa y las estadísticas oficiales. Asimismo, se deterioró la profesionalización del Estado para alimentar el clientelismo y poner al sector público en franco enfrentamiento con el sector privado, con la excepción de negocios oscuros y prebendas con empresarios amigos o sumisos.
En este contexto adquiere relevancia el inédito acercamiento entre Cuba y EEUU. Se cristalizan las nuevas concepciones sobre el rol del Estado que emergieron con la caída del Muro de Berlín. Seguir planteando, como frecuentemente ocurre en la Argentina, la vetusta puja entre “Estado vs. sector privado” es incursionar en un debate tan obsoleto como inconducente. Experiencias de países muy disímiles, como Chile y Uruguay, testimonian que para generar crecimiento económico es clave un buen funcionamiento de los mercados para lo cual resulta imprescindible un buen funcionamiento del Estado.