Para el mismo período, el segmento de los ocupados demandantes de empleo, creció un 25,4% (pasaron de 1,75 millones a 2,2 millones de personas). Si se sumaran los desocupados (1,4 millones), daría que un total de 3,6 millones de personas estaban buscando activamente empleo (el 26,7% de la población activa).
Muchos factores influyen en que alguien no esté satisfecho con su empleo, pero en los últimos años no se puede ignorar el peso del deterioro económico y laboral. De 2017 a la fecha, la tendencia a nivel nacional ha sido del cierre de empresas, y de cada vez menos empleo formal (sólo crecieron las categorías ocupacionales menos productivas). Primero, las crisis cambiarias de 2018 y 2019 y actualmente con la pandemia.
¿Cuál es el perfil de los ocupados que buscan empleo comparado contra el de los ocupados que no buscan?
- Salario: ganan por hora menos de la mitad que los no demandantes ($141 vs $293, es decir, 52% menos).
- Categorías ocupacionales menos productivas: la mayoría se trata de asalariados privados no registrados y cuentapropistas no profesionales.
- Menos antigüedad: el 38% hace menos de un año que está en su trabajo, contra un 15% entre los ocupados no demandantes.
- Más pobres: Pertenecen a clases sociales más bajas.
- Más ayuda social: el 30% recibe ayuda en dinero por parte del estado, contra un 15% entre los ocupados no demandantes.
Por otro lado, es necesario adicionar a lo anterior, el fenómeno de la subocupación horaria. En el 1er trimestre de 2017 estaba en torno al 10% y actualmente se ubica en el 12%. Si a la baja productividad en el empleo se le agrega que se trabajan pocas horas, eso se traduce en un trabajador que cobra poco, no le va a alcanzar para vivir y va a querer conseguir otro trabajo.
Es central el problema de los salarios
Con salarios que apenas permiten cubrir la línea de pobreza, la mayoría de los trabajadores se enfrenta a salarios de subsistencia, es decir trabajan para vivir.
Para subir los salarios reales es necesario que la economía en conjunto sea más productiva, es decir, cabe preguntarse cómo producir más y mejor.
En este contexto, las soluciones que puede dar el asistencialismo son parciales. Es fundamental generar un contexto que incentive la inversión privada y el compromiso del sector público para priorizar la inversión en infraestructura y fundamentalmente en capital humano y educación de la gente. Esto requiere, como paso fundamental, una reforma integral y profunda del Estado.





