Informe Nº: 26/09/2023
La tasa de inflación no puede ser creciente indefinidamente. Es muy peligroso juguetear con la inflación.
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA.
La emisión monetaria está descontrolada. Aun cuando el Tesoro Nacional no le pida plata al Banco Central, para evitar el financiamiento monetario del déficit fiscal, la emisión crece igual. Lo hace por los intereses de las Leliq. Para tener una idea de magnitud, las Leliq generan intereses mensuales que cada 3 meses equivalen a la base monetaria, es decir, la cantidad de billetes y monedas que el Banco Central emitió.
Obviamente que esos intereses de la Leliq no se convierten en base monetaria, porque sino la tasa de inflación sería mucho más alta de lo que es, sino que se convierten en más Leliq. Pero más Leliq generan más intereses por lo tanto hacen falta más Leliq para que los mayores intereses no se conviertan en base monetaria, por lo que se trata de una enorme bola de nieve de emisión monetaria que crece sola.
Para que esta bola de nieve no explote se necesita tasas de inflación crecientes para que licúe parte del crecimiento. Por esta razón, controlar la tasa de inflación requiere, como condición necesaria, aunque no suficiente, controlar el crecimiento de las Leliq porque lo que hoy controla su crecimiento explosivo es la tasa de inflación creciente.
En este marco, el candidato presidencial por el oficialismo decidió salir a auxiliar a la población por la tasa de inflación creciente.
Elevó el Mínimo No Imponible del impuesto a las Ganancias para los asalariados y jubilados hasta un nivel donde prácticamente desapareció el impuesto para estas personas. Luego decidió devolver el IVA a gran parte de la población por las compras de la canasta básica. Ahora se anuncia repartir un bono de $94.000 para trabajadores informales y seguramente saldrán otros anuncios más. Se dice que esto último se pagará con un adelanto de Ganancias de grandes contribuyentes. O sea, con plata prestada del próximo Gobierno que va a terminar en más emisión.
En el Congreso se discuten 7 proyectos de ley para reducir la jornada laboral. La reducción de la jornada laboral implica simplemente que, si se quiere que la gente gane lo mismo trabajando menos, hay que aumentar la productividad laboral para compensar las menos horas trabajadas.
Por ejemplo, si una persona tiene un arreglo contractual de 8 horas diarias y ahora la ley dice que debe trabajar 6 horas por días caben 2 opciones: a) se reduce el salario 25% para compensar el 25% de reducción de la jornada (cosa que es inverosímil que esté en la cabeza de los que proponen la medida); o b) hay que aumentar 33% la productividad de cada hora trabajada para que en 6 horas el trabajador produzca o venda lo mismo que está produciendo o vendiendo hoy con 8 horas.
Bueno, después está el plan C que es el que seguro va a pasar: los empleadores van a ajustar los precios 33% de un solo saque para compensar este mayor sobrecosto laboral.
En suma, se tiene una emisión monetaria que crece autónomamente, un Estado Nacional que decide desfinanciarse bajando los impuestos y aumentando al gasto para compensar por la creciente inflación lo que se va traducir más temprano que tarde en mayor emisión (adicional a la que crece autónomamente) y un mercado laboral que va a necesitar tasas de inflación creciente para financiar un sobrecosto laboral que no lo puede financiar con aumento de productividad.
Todo está dado para que la tasa de inflación sea creciente.
El punto es que la tasa de inflación no puede ser creciente indefinidamente.
Si algo cuesta $100 y la inflación es del 100% pasa a costar $200, si luego la inflación es de 200% pasa a costar $600, si luego la inflación sube a 300% pasa a costar $2.400 y si sube a 400% pasa a costar $12.000. Ir de una inflación de 100% a 500% implica multiplicar los precios por un factor de 120.
El ejemplo es un poco exagerado. Pero lo es para mostrar la vorágine en la estamos metidos los argentinos y no nos estamos dando cuenta. Es muy peligroso juguetear con la inflación.
Fuente: El economista.