El modelo de negociación colectiva argentino en el enfoque del Premio Nobel de Economía 2024 - IDESA

Informe Nº: 18/10/2024

El modelo de negociación colectiva argentino en el enfoque del Premio Nobel de Economía 2024

El modelo de negociación colectiva argentina se convertiría en una institución inclusiva.

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, galardonados con el Nobel de Economía

Por Jorge Colina, Presidente de IDESA

El Premio Nobel en Economía 2024 fue otorgado a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson por sus estudios de la importancia de las instituciones en el desarrollo económico. Profusa es la producción intelectual de estos tres maestros, pero hay un libro muy bonito escrito por Acemoglu y Johnson (los dos primeros) que se llama “Por qué Fracasan las Naciones” (Why nations fail).

El subtítulo del libro es por demás elocuente: “Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”. 

Tiene el valor de ser un libro de diseminación por lo tanto de muy fácil lectura para el público general. Con muchas y entretenidas referencias históricas conocidas (la evolución de la civilización, los mayas, las tribus africanas, la revolución industrial, las colonias inglesas, la Unión Soviética, China actual, etc.) desarrolla la tesis central que, a grandes rasgos, sostiene que los países fracasan cuando tienen instituciones extractivas y prosperan cuando tienen instituciones inclusivas.

Instituciones extractivas alude a formas de organización de la sociedad en donde una elite vive de lo que producen los demás gracias a que detenta el poder político. Instituciones inclusivas son aquellas que democratizan el poder político induciendo a que las personas pasen a vivir de lo que producen ellas mismas, sin tener que alimentar una elite.

Ojo, esto no quiere decir que con democracia electoral automáticamente se tiene una institución inclusiva. De hecho, aquí está el secreto. Si la elite extractiva se las ingenia para que, en el marco de la democracia, los mecanismos legales y culturales que le permiten vivir de las rentas que producen otros se mantienen, la institución sigue siendo extractiva.

Acemoglu y Johnson ponen mil ejemplos en su libro; a título ilustrativo uno muy interesante está en el capítulo 3 que se subtitula “La construcción de la prosperidad y la pobreza” en donde contrastan el tratamiento que Inglaterra le dio a Sierra Leona y a Australia. 

Sierra Leona tiene diamantes, por lo tanto, es una “minería democrática”; cualquier habitante va con su tamiz, encuentra los diamantes, los comercializa y así prospera. Pero Inglaterra -con su poder político- impuso el monopolio de una empresa en la explotación de los diamantes. Entonces, los habitantes de Sierra Leona tuvieron que buscar diamantes para la empresa que detentaba el monopolio otorgado por el poder político de Inglaterra. El habitante de Sierra Leona que quería prosperar apoderándose de los diamantes que él encontraba pasaba a ser un delincuente, no un emprendedor. Clara institución extractiva.

Australia, en los albores de su historia, era una isla de delincuentes. Porque hacia allí mandaba Inglaterra sus presidiarios. Tiene oro, o sea, la “minería no democrática” dado que hace falta mucho capital para explotarlo, a diferencia de los diamantes.

Pero resulta que los delincuentes se organizaron, le quitaron el poder político a Inglaterra y organizaron sistemas de compulsas por el cual varias empresas debían competir para ver quién explotaba el oro dejando una porción para la comunidad (la dueña de las minas). Una institución claramente inclusiva: explotación de las minas, a través de competencia de las mineras, para beneficio de la comunidad.

Se sabe cómo terminó la historia de prosperidad y pobreza de Sierra Leona y Australia.

Acemoglu en Argentina

Todos los argentinos se preguntan (o se lamentan) por qué Argentina siendo un país tan rico tiene tanta gente pobre (materialmente hablando). Aplicando el enfoque de Acemoglu, es porque Argentina es el reino de las instituciones extractivas.

Un botón de muestra: el modelo de negociación colectiva argentino.

Este modelo está fijado por una institución que se llama Ley de Negociación Colectiva N° 14.250 del año 1953 que establece que el Estado (la Secretaría de Trabajo con Perón; la Secretaría de Trabajo con Milei) otorga a un (1) sólo sindicato lo que se llama la “personería gremial”; o sea el monopolio de la negociación colectiva por la parte de los trabajadores.

Luego, esta misma Ley establece que el convenio colectivo que firma este sindicato con “personería gremial” tiene otro atributo que es la “extensión administrativa automática”; o sea, se aplica a todos los trabajadores (estén o no afiliados al sindicato firmante) y a todos los empleadores (estén o no afiliados a la cámara empresaria contraparte del sindicato).

Hay un tercer atributo: la “ultraactividad”; esto es, si no se negocia un convenio colectivo nuevo se aplica el convenio colectivo viejo, eternamente. 

Y un cuarto: hay que pagar aportes del trabajadores y contribuciones del empleador obligatoriamente (se quiera o no) al sindicato con el monopolio (“personería gremial”).

La Ley de Negociación Colectiva N° 14.250 argentina es un claro ejemplo de institución extractiva. Un sindicato goza del monopolio de firmar un convenio colectivo que se aplica a todas las empresas y todos los trabajadores (aunque éstos no quieran) y no vence nunca; y además hay que pagarle mensualmente al monopolio. Una locura que solo en Argentina se puede tomar como normal.

Los sindicatos con personería gremial beneficiados por esta institución interpretarían que, por el contrario, es inclusiva porque incluye a todos los empleadores y a todos los trabajadores, quieran o no.

Cuando se mira el mercado laboral argentino aparece que de los 22 millones de personas que forman la fuerza laboral, 2 millones están desempleados, 7 millones son trabajadores informales, 3 millones son cuentapropistas registrados (de los cuales el 90% son Monotributistas de las categorías más bajas) y 4 millones son empleados del Estado. O sea 16 millones de una fuerza laboral de 22 millones está sin trabajo, trabajando informal, haciendo como que está registrado con el Monotributo o con un empleo en el Estado.

Sólo 6 de 22 millones de la fuerza laboral son trabajadores en relación dependencia en empresas privadas con aplicación de la Ley de Negociación Colectiva N° 14.250. Esto, de inclusivo no tiene nada.

Hay 6 millones de la fuerza laboral manteniendo una elite, no democrática, que son los sindicatos con personería gremial y 16 millones de la fuerza laboral condenada a vivir en el desempleo, la informalidad y el empleo público en ritual a esta elite con personería gremial.

La institución inclusiva sería que todas las empresas -fundamentalmente las pymes- estén habilitadas a dejar de aplicar los convenios colectivos celebrados por los sindicatos con personería gremial, para pasar a manejarse con acuerdos individuales o colectivos propios celebrados y actualizados sólo con sus propios trabajadores.

Así, el modelo de negociación colectiva argentina se convertiría en una institución inclusiva.

Fuente: el economista

 

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