Informe Nº: 29/10/2024
Desde el punto de vista médico y económico, es pertinente que a las prescripciones las realicen los médicos de las cartillas de las obras sociales. Desde el punto de vista del afiliado, es un incordio.
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA
La Superintendencia de Salud de la Nación emitió el lunes una resolución que establece que las obras sociales y las prepagas sólo pagarán las prescripciones médicas que realicen los profesionales médicos de sus cartillas.
Para analizar la pertinencia de la medida, hay que enfocarla desde distintas aristas.
Desde el punto de vista médico, la medida es pertinente porque busca inducir una prescripción responsable.
La prescripción médica se debe entender como el resultado de un control del paciente por parte del médico, quien luego de una evaluación decide prescribir el medicamento o cortar el medicamento que se viene prescribiendo.
En esta perspectiva, hay que entender que el medicamento no es un bien de consumo como cualquier otro. Es un consumo que debe ser bajo control de un médico.
Desde el punto de vista económico, la medida también es pertinente porque busca ordenar el gasto en medicamentos.
Esto es: las obras sociales y las prepagas tendrán herramientas para gestionar el gasto a fin de asignar escasos recursos sanitarios en medicamentos.
En esta perspectiva, hay que entender que un gasto en medicamento que no es estrictamente necesario implica un gasto en otra prestación médica, que sí es necesaria, que no se hace, dado que los recursos son limitados.
Pero desde el punto de vista del bienestar del afiliado, la medida es un incordio, porque los médicos de las cartillas no te dan turno o te lo dan a 90 días y las guardias están colapsadas.
De aquí que la gente apele al médico conocido (un amigo, pariente o referente) para que le facilite la receta del medicamento que viene tomando.
La respuesta está en la gestión. Si las obras sociales y prepagas tuvieran la historia clínica digital de todos sus afiliados podrían emitir recetas electrónicas con el medicamento de los pacientes crónicos y recordarles (enviándole el calendario de turnos para elegir) la necesidad del control periódico de su enfermedad.
Para los afiliados que necesitan un medicamento por primera vez, gestionar digitalmente primero el turno de visita al médico de la cartilla antes de acceder a una prescripción.
De todas formas, la gestión también debe estar acompañada de una buena regla de financiación de la salud. En el sistema de obras sociales, hay mucha gente desfinanciada. Es decir, tiene muy bajo aporte.
Ante esta realidad, el “remedio” que se busca es la restricción al acceso de las prestaciones médicas de la gente con bajo aporte.
Una mejor regla financiera para atender la desfinanciación de mucha gente sería utilizar el Fondo Solidario de Redistribución del sistema de obras sociales para subsidiar de manera directa y automática a la gente de bajos aportes, en lugar de seguir usando este fondo para darles subsidios a obras sociales sindicales con criterios nada transparentes.
Si los escasos recursos del sistema de obras sociales siguieran a la gente, las obras sociales tendrían el incentivo de mejorar la gestión para que la gente tenga una correcta prescripción con un razonable nivel de atención al cliente.