¿Alcanza con dejar de emitir para eliminar la inflación? - IDESA

Informe Nº: 15/05/2023

¿Alcanza con dejar de emitir para eliminar la inflación?

Mientras el resto del mundo va ganando la batalla para recuperar la estabilidad de precios, en la Argentina seguimos sufriendo tasas de inflación altísimas. Mientras escribo esta columna, el INDEC acaba de anunciar que el aumento de precios al consumidor para abril, 8,4% mensual y 108,8% interanual. Lograr la estabilidad no le resulta fácil a nadie, pero ¿por qué en Argentina cuesta tanto?

Virginia Giordano – Coordinator of IDESA

 

Mientras el resto del mundo va ganando la batalla para recuperar la estabilidad de precios, en la Argentina seguimos sufriendo tasas de inflación altísimas. Mientras escribo esta columna, el INDEC acaba de anunciar que el aumento de precios al consumidor para abril, 8,4% mensual y 108,8% interanual. Lograr la estabilidad no le resulta fácil a nadie, pero ¿por qué en Argentina cuesta tanto?

Uno de los rasgos distintivos de la inflación en Argentina es que, además de ser alta, es crónica. A lo largo de las décadas, el aumento de los precios ha sido muy elevado, incluyendo varios episodios de hiperinflación. Es llamativo que, salvo el periodo de convertibilidad, gobiernos de distintos colores políticos han sido tolerantes con valores muy altos de inflación. El fenómeno no tiene ideología.

La persistencia de la muy alta inflación y los daños que ella provoca en la economía y en la sociedad amplía el consenso de que algo hay que hacer. Pero para eso hay que acertar en el diagnóstico. Martin Guzmán fue un enfático difusor de la idea de que la inflación es un fenómeno multicausal. Se trata de una obviedad ya que todos los fenómenos sociales generalmente tienen origen en muchas causas. Pero su argumentación fue muy útil para que el gobierno buscara culpables por fuera de sus errores: las corporaciones y monopolios, la psicología de la gente, la pandemia, la guerra en Ucrania.

La aceleración de la crisis opera como un golpe de realidad. De las excusas y las ambigüedades, a pasar a un diagnóstico más preciso. Es aceptado el planteo de que hay varios motivos por los cuales los precios aumentan. Pero no todos tiene la misma importancia. Para el caso argentino sobran las evidencias de que el exceso de emisión derivado del déficit fiscal es por lejos el principal factor causal de la inflación.

En los últimos 60 años, el sector público consolidado siempre operó con desequilibrio financiero. Los déficits acumulados equivalen a 2 veces el PBI. Para los análisis políticos que dicen que el problema de la Argentina es “la grieta” acá tienen una evidencia en sentido contrario. Gobiernos militares y democráticos de muy variada orientación se han aferrado al consenso de que se puede gastar por encima de los ingresos. Tener déficit fiscal es una “política de Estado” en Argentina.

Como le ocurre a cualquier organización los desequilibrios hay que financiarlos. Una alternativa es contraer deudas. Eso lo hicimos con mucha intensidad hasta agotarlo. Cuando ya nadie nos presta, al sector público le queda la alternativa de emitir. Los excesos de emisión monetaria son el principal (no el único) factor que explica la alta inflación.

Una vez hecho el diagnóstico, la pregunta que surge es cómo podemos erradicarla. La reacción más simple y directa es prohibir la emisión monetaria para financiar los déficits fiscales. Esto puede lograrse con diferentes instrumentos. Desde dotar de plena y estricta autonomía al Banco Central, hasta su eliminación estableciendo el dólar como moneda de curso legal. La racionalidad detrás de esta idea es que si hay un Banco Central completamente independiente o directamente no hay un Banco Central que emita dinero no habrá posibilidad de que el Tesoro Nacional se financie con emisión monetaria. Esto obligará a la fuerza a equilibrar las cuentas. ¡Muerto el perro se terminó la rabia!

El planteo es muy persuasivo por su simpleza, pero la mala noticia es que no hay sistema monetario que fuerce al sector público funcione de manera equilibrada. A pesar de que se prohíba la emisión de dinero, el Estado puede seguir gastando más de lo que ingresa y compensar la diferencia tomando deuda, demorando el pago a proveedores y contratistas, acumulando deudas judiciales o incluso emitiendo cuasi-monedas. Sobran testimonios en nuestra historia reciente.

Esto lleva a la necesidad de poner más énfasis en la mala organización del Estado como factor que explica sus crónicos déficits financieros y de gestión. Asumir que los déficits son una característica intrínseca del Estado argentino originada en su mala organización. Cerrar la posibilidad de acceder al financiamiento vía emisión monetaria no resuelve este problema organizacional. Como tampoco lo resuelven las tradicionales políticas de ajuste fiscal.  Es tan ingenuo suponer que el problema se soluciona impidiendo que el Banco Central emita, como suponer que esto se logra con un secretario de Hacienda poderoso que se sienta arriba de la caja y deja de pagar cuando se le acaban los recursos disponibles.

Para bajar la inflación, hay que ordenar integralmente el Estado. Buscar, en el marco del régimen federal previsto en la Constitución, una organización más racional. Unificar impuestos, eliminar la coparticipación y que cada provincia se financie con lo que recaude, reformar el sistema de pensiones y eliminar solapamientos de funciones entre niveles de gobierno. Es cierto que este planteo requiere innovación, profesionalismo y mucha audacia política. No es apto para los “políticamente correctos”. Pero es el único que permitirá terminar con la inflación y salir de la decadencia.

Fuente: Perfil Córdoba

Compartir

Alta eficacia en la elaboración de informes para revelar información precisa sobre las más diversas áreas de investigación.
Consultanos sobre tu proyecto para brindarte las soluciones que tenemos a tu alcance.