Diferir los problemas como política de Estado - IDESA

Informe Nº: 17/04/2023

Diferir los problemas como política de Estado

Crónicos déficits fiscales durante más de medio siglo delatan un nivel de consenso que desacredita el argumento de la “grieta” como principal problema de la Argentina.

Por Virginia Giordano, Coordinadora de Investigaciones IDESA.

El dato de inflación de marzo parece que va marcar nuevo récord. Mientras escribo esta columna, aún no están publicados los datos del índice de Precios Nacional, pero el dato de Córdoba hace de spoiler: casi 8%, récord en los últimos 21 años. Récord de inflación tienen asociados aumentos de la pobreza y, en general, las tensiones sociales.

Para el Gobierno, la meta dejó de ser bajar inflación para tomar como aspiración moderar su aumento. La meta dejó de ser la inflación al 3% mensual y pasó a ser evitar una crisis cambiaria de la que se pueda derivar una hiperinflación.

Para ello, apela a todos los instrumentos que tenga a mano. Uno de ellos es el lanzamiento del “dólar soja” III. Se les ofrece a los exportadores por un periodo de 45 días, un tipo de cambio preferencial de $ 300. El objetivo es parar la caída de reservas en el Banco Central (BCRA).

Pero es un esquema que, si bien conseguirá nuevas divisas, lo hace estimulando la emisión monetaria. El BCRA imprime pesos para comprar dólares a $ 300 y absorbe pesos vendiendo dólares a sólo $ 210. La diferencia –$ 90 por cada dólar-soja liquidado– es mayor emisión que naturalmente presiona sobre los precios.

Para morigerar los impactos de los excesos de emisión sobre los precios se apela a las Leliq. Es decir, inducir a que los bancos, en lugar de usar el dinero que reciben como depósitos de sus clientes en créditos a empresas y a familias, lo usen para prestárselo al BCRA.

De esta manera, el Central absorbe los excesos de emisión. El costo más gravoso de esta operatoria es que hay que emitir para pagar los intereses que devengan las Leliq. Su magnitud es tal que en 2023 los intereses de las Leliq pasaron a ser el principal gasto del Estado nacional.

Paradójicamente, los intereses de las letras ya superan el gasto en jubilaciones.

Las Leliq permiten evitar inflación presente a costa de aumentar la inflación futura. Es decir, es una herramienta para diferir problemas.

Evaluada con objetividad, esta estrategia forma para de las “políticas de Estado” que imperan en la Argentina.

Los gobiernos de Cristina Fernández, Cambiemos y el actual apelaron con intensidad para posponer las consecuencias inflacionarias de un sector público crónicamente deficitario.

Se trata de un ejemplo sumamente ilustrativo que demuestra cuán equivocado es el argumento de que el principal problema de la Argentina es la “grieta”.

De acuerdo con esta visión, muy difundida y aceptada en el ambiente político, la decadencia argentina se debe a que las rivalidades políticas impiden acordar y sostener “políticas de Estado”.

Evaluado con objetividad, aparece que existen políticas que fueron sostenidas a lo largo del tiempo por gobiernos de muy diferentes vertientes ideológicas. Mantener el crónico déficit fiscal y usar las Leliq para diferir sus consecuencias inflacionarias son un ejemplo de ellas.

CONSENSOS QUE SOSTIENEN POLÍTICAS EQUIVOCADAS

El problema no se origina en posicionamiento irreconciliables, sino en férreos consensos que sostienen políticas equivocadas.

Por diversos motivos, todos los gobiernos alimentan el desequilibrio fiscal. El déficit se financia con deuda o con emisión. Cuando los excesos monetarios presionan sobre los precios, aparece la necesidad de Leliq. Obviamente que eso no aporta soluciones; apenas sirve para diferir sus consecuencias.

En materia de administración de las finanzas públicas, no hay “grieta”, sino un sólido acuerdo para gastar siempre por encima de los ingresos. Esto fue sostenido independientemente del color político o el contenido ideológico de los gobiernos.

Crónicos déficits fiscales durante más de medio siglo delatan un nivel de consenso que desacredita el argumento de la “grieta” como principal problema de la Argentina.

Las evidencias demuestran un gran consenso político en torno a sostener la indisciplina fiscal como “política de Estado”.

LA SALIDA NO ES EL AJUSTE

Si sigue prevaleciendo la idea de que el déficit fiscal es inevitable, se seguirán apelando a malabarismo monetarios para diferir sus consecuencias. Pan para hoy, hambre para mañana.

Pero tampoco aportan soluciones las tradiciones medidas de ajuste fiscal. Manipular la movilidad previsional, recortar la inversión en infraestructura, posponer pagos a proveedores, congelar sueldos y contrataciones, reprogramar deudas y crear nuevos impuestos, son las estrategias que a las que tradicionalmente se apelan en la instancia de ajustar el Estado.

El ajuste, en el mejor de los casos, permite reducir el déficit contable en el corto plazo. Pero no resuelve el problema de insolvencia estructural que sufre el Estado argentino.

Hay que asumir que los déficits fiscales y de gestión pública son crónicos, porque derivan de la mala organización del Estado. Por tratarse de un problema organizacional, el ajuste fiscal es ineficaz y un eventual cambio de régimen monetario resultará insuficiente si simultáneamente no se mejora el funcionamiento del Estado.

Hay que romper los consensos que sostienen ideas equivocadas con transformaciones disruptivas en la organización del Estado.

Esto incluye, por ejemplo, evitar las superposiciones de funciones entre el Estado nacional y los estados provinciales, simplificar el sistema tributario a partir de la unificación de impuestos y eliminar la coparticipación.

Ordenar el Estado es la manera de no seguir posponiendo la solución de los problemas.

Fuente: La Voz

 

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