Informe Nº: 05/01/2025
Si pasa esto, la gente la va a pasar mal porque va a haber poco laburo, aun con buenas noticias desde el punto de vista de inflación y crecimiento.
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA
La economía es como un cuerpo orgánico en donde los órganos se mueven constantemente conviviendo en un equilibrio que muchas veces no es el deseado. Los movimientos y la convivencia de los órganos se reflejan y dependen de los principales precios relativos. Estos son, básicamente, el nivel general de precios y servicios (inflación), los salarios (el precio del trabajo), la tasa de interés (el precio del capital) y el tipo de cambio (la válvula de conexión con el exterior).
Una economía funcionando con normalidad es una donde el nivel general de precios se mantiene bajo y los salarios y la tasa de interés varían en función de la abundancia o escasez de mano de obra y capital. El tipo de cambio varía en función de las compras o ventas al exterior y de la entrada o salida de capital.
En estos países el joystick con el cual la política macroeconómica trata de conducir el organismo es la tasa de interés. Subiendo o bajando la tasa de interés de referencia se controla que el nivel general de precios sea estable (baja inflación) y que la entrada y salida de capitales no produzca grandes oscilaciones del tipo de cambio para que el organismo navegue en calma.
Ahora, muchas veces pasa que el Estado se excede en los gastos (déficit fiscal), emite más moneda de la que la gente quiere tener y entonces produce un desquicio en el nivel general de precios, o sea, genera inflación. Cuando esto sucede, el joystick (la tasa de interés) deja de funcionar y el Estado pasa a toquetear todos los botones para controlar la inflación.
Por ejemplo, dentro del nivel general de precios pisa algunos precios con la esperanza de que el resto se calmen; en general, son las tarifas de servicios públicos y los precios de los combustibles. Pero el resto de los precios no se calman y entonces el problema se agrava porque los precios de los controlados se atrasan agravando el problema porque aumentan el déficit fiscal a raíz de que hay que subsidiar a los productores con precios controlados.
Lo que el Estado también hace es pisar el tipo de cambio para que las expectativas de productores y comerciantes no sean al alza del nivel general de precios. Esto también la complica porque al no variar el tipo de cambio los flujos de comercio internacional (exportaciones e importaciones) y de capitales internacionales (entrada y salida de capitales) generan desequilibrios al organismo. Entonces, se quiere tapar con la mano la entrada de mercaderías del extranjero (proteccionismo) y la salida de capitales con controles de cambio (cepo cambiario).
En Argentina, además, como los salarios son regulados por las paritarias en un modelo de negociación colectiva centralizado (un sindicato central firma con cámaras empresarias aumentos de salarios para todos los trabajadores), el Estado también quiere pisar los aumentos de salario (con las homologaciones) por lo menos al nivel de inflación y no más, para que los aumentos de costos laborales no desequilibren el nivel general de precios.
Entonces, cuando pasa todo esto, el organismo llamado economía más que organismo pasa a ser un castillo de vasos en la bandeja de un mozo (que sería el responsable de la política económica) haciendo equilibrio para que los vasos no se le vengan todos abajo.
Hasta que llegó el presidente Javier Milei y dijo: “Basta! Vamos a comenzar por la raíz del problema que es el déficit fiscal”.
Cerró el déficit fiscal y liberó el nivel general de precios con tarifas y combustibles incluidos. Claro, todos los precios explotaron en diciembre, enero, febrero y marzo lo que hizo caer los salarios reales frenando la actividad económica y así el nivel general de precios empezó a desacelerarse hasta llegar a diciembre 2024 con una inflación de 2% mensual.
El otro elemento que pasa desapercibido es que, con bastante pericia técnica, recuperó la función del joystick (la tasa de interés). Bajó la tasa de interés de referencia por debajo de la inflación pasada para generar expectativas a la baja de la inflación. Los agentes económicos del organismo al ver que se cerró el déficit fiscal y la tasa de interés va a la baja (la tasa de interés es el precio del futuro) empezaron a creer de verdad que la inflación va a bajar, y esto fue decisivo en la baja tan brusca de la inflación.
El tema es que hay precios todavía controlados que necesitan libertad para que los otros órganos de este cuerpo normalicen su funcionamiento. Estos son el tipo de cambio (controlado por el cepo) y los salarios (controlados por las paritarias centralizadas).
Todos los analistas económicos coinciden en que el desafío para el 2025 es sacar el cepo. Claro, aunque el nivel general de precios está controlado, todos saben que el cepo es lo que mantiene el castillo de vasos sin tambalear mucho. Se teme que apenas se saque el cepo, se produzca un exceso de importaciones y un exceso de salida de capitales, que son las dos presiones que la válvula tipo de cambio controla con el cepo, y revienten la válvula tipo de cambio.
Pero está el otro precio que hay liberar para normalizar el organismo que son los controles de salarios hechos por las paritarias centralizadas. El gobierno ya tuvo un problemita con este tema en la paritaria de camioneros. El sindicato central de camionero (Moyano) negoció con las federaciones de transportistas aumentos de salario para todos los camionero por encima de la inflación. Lo que hizo el gobierno es intervenir, no homologar y llamar a conciliación obligatorio. O sea, quiere controlar el control de salarios. Una contradicción esencial para un gobierno libertario.
Lo que el gobierno tiene que hacer en el 2025 es descentralizar la negociación colectiva. Esto es, fijar un orden de prelación donde los acuerdos individuales y a nivel de la empresa estén legalmente por encima de la negociación colectiva del sindicato central. Esto también se conoce como el “desenganche” de las empresas y los trabajadores de los convenios colectivos que sería dar la libertad para que las relaciones laborales se acuerden a nivel individual y de empresa.
Para el caso de camioneros lo que debe hacer el gobierno es darle la libertad a cada empresa transportista a que negocie con sus trabajadores condiciones salariales propias por fuera del convenio de camioneros.
El riesgo de mantener controlados los salarios es que la recuperación de la actividad no venga de la mano de mayor empleo sino de mayor tecnología capital intensiva dado que el precio del capital (tasa de interés) bajó y se aspira a sacar el cepo que es la válvula que controla las importaciones de bienes de capital. Si pasa esto, la gente la va a pasar mal porque va a haber poco laburo, aun con buenas noticias desde el punto de vista de inflación y crecimiento.
Fuente: El economista