Informe Nº: 11/05/2022
El economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) analiza la situación del país de cara a lo que viene.
En donde la situación se presenta más complicada es con la inflación. Se estima que en abril habría sido de 6% mensual, lo que implica 58% anual. Para el gobierno una tasa de inflación aceptable sería de 3% mensual. Si esta tasa se diera desde mayo en adelante, la inflación en diciembre del 2022 terminaría siendo del 56%. Es decir, hasta en el escenario más optimista, que es el del gobierno, el piso de inflación para 2022 ya está cerca de 60%.
La inflación es una cosa tan sensible que, si en lugar de 3% fuera de 4% mensual (variación nimia) hace una inflación anual a diciembre 2022 del 68%. Hasta los supuestos optimistas colocan al 2022 con una inflación del 60% como “piso”.
La emisión monetaria está creciendo al 46% interanual, el tipo de cambio oficial al 20% y las reservas en el Banco Central al 9%. Que la inflación crezca bien por encima del dólar oficial y las reservas es lo que genera la expectativa de que puede producirse una devaluación brusca del dólar oficial.
En principio, no sería de esperar esta brusca devaluación hasta agosto de este año. La razón es que el período de abril – agosto es el de entrada de dólares de la cosecha. Ciertamente que los analistas apuntan también a que dicho período es el invernal, donde habrá que importar gas licuado cuyo precio se multiplicó por 8 en el mercado internacional. Pero los precios internacionales de los productos agropecuarios que exporta Argentina también están históricamente altos, con lo cual los efectos se compensan. En cualquier caso, la posibilidad de una devaluación brusca en el dólar oficial podría darse recién de setiembre en adelante.
El dólar paralelo, en tanto, va a seguir el derrotero del oficial hasta julio – agosto. A partir de allí puede adquirir bastante volatilidad si es que la inflación se mantiene alta. Cabe señalar que el dólar oficial puede llegar a $250 en julio – agosto sólo por efecto de acompañar la inflación, o sea, sin que signifique un desbande cambiario. Es decir, cuando sube el dólar paralelo hay que mirar cómo lo hace respecto de la inflación. Si acompaña a la inflación, no significa que se esté descontrolando. Distinto es si sube por encima de la inflación.
El flanco más débil del gobierno, definitivamente, es el fiscal. En marzo, los ingresos tributarios crecieron al 65%, el gasto primario al 85% y los subsidios a la energía al 350%. Esto hace que el déficit fiscal primario sea creciente. La debilidad del gobierno está en que los subsidios a la energía –que crecen de manera desbocada– son el punto neurálgico de conflicto en la interna dentro del gobierno entre la línea del presidente y la de la vicepresidenta. Por eso, la interna genera tanta incertidumbre respecto del futuro de corto plazo de la economía.
En el 1° trimestre 2022, las metas con el FMI fueron cumplidas. La emisión al Tesoro fue de sólo 51% del tope y el déficit primario el 87% del tope.
Hay que tener presente que la emisión al Tesoro se acelera en el último trimestre del año y que en los ingresos del gobierno se computó un aumento de ingresos extraordinarios por 370%. Sin este aumento extraordinario, la meta de déficit fiscal se habría pasado un 34% por encima del tope.
Con el FMI el flanco débil también es el fiscal. Es probable que en el 2° trimestre la meta fiscal no se cumpla y en el 3° y 4° trimestre obligue a emitir por encima de la otra meta importante que es el tope en la emisión monetaria.
Hasta mediados del 2022, la situación económica se seguirá deteriorando, pero sin sorpresas. Las sorpresas en términos de aceleración inflacionaria y devaluación del dólar oficial y paralelo pueden venir en la segunda mitad del año.
De todas formas, cualquiera sea el escenario, el 2023 va a ser muy complicado. Porque la inacción del gobierno para controlar la inflación no se limita a los obstáculos que está poniendo la línea dura de la vicepresidenta. Aun suponiendo que el gobierno tome independencia de la línea dura, no se ve que tenga un plan ni intenciones concretas de controlar la inflación con medidas efectivas y profesionales. Apela a los repetidos y fracasados anuncios de acuerdos de precios y Precios Cuidados, los cuales no son herramientas anti-inflacionarias.