El verdadero problema, la inflación - IDESA

Informe Nº: 20/04/2022

El verdadero problema, la inflación

La semana pasada se informó que la inflación correspondiente al mes de marzo se ubicó en el 6,7%, algo que esperábamos. Sin embargo, la preocupación con respecto a estos valores es constante por parte de la ciudadanía temiendo el desenlace que podría tener lugar.

Por otro lado, estos aumentos, han motivado por parte del gobierno la ya conocida “guerra contra la inflación” y la consecuente búsqueda de los culpables. Sin embargo, el gobierno hace poca alusión al tema fiscal y la expansión monetaria que esto conlleva. Y sus principales armas para la guerra continúan siendo controles de precios, la aplicación de la ley de abastecimiento, aumento de los derechos de exportación y la convocatoria a representantes empresariales, sindicales y de organizaciones piqueteras.

Con este escenario, el desenlace es impredecible porque depende de la magnitud de la emisión monetaria y de la demanda de pesos por parte de la gente. Según el curso de ambas variables, la situación continuará siendo de alta inflación, pero sin llegar a hiperinflación. De todas formas, la alta inflación es un fenómeno de larga data. Si bien hay diferencias entre gestiones, en todos los gobiernos de los últimos 60 años, independientemente de su orientación política, hubo alta inflación. Es llamativo que aún con alineamientos políticos diferentes las tasas de inflación promedio se hayan mantenido entre dos y tres dígitos.

Concentrar la atención en los errores del actual gobierno, pasando por alto que en el pasado las tasas de inflación fueron aún más altas, desenfoca el problema central. En las últimas 6 décadas, todos los gobiernos, optaron por administrar el Estado con desequilibrio fiscal. Esto llevó indefectiblemente a excesos de endeudamiento público, los cuales derivaron en varios defaults y más de 20 acuerdos con el FMI, y/o excesos de emisión monetaria. Aunque la teoría económica admite que la inflación es un fenómeno multicausal, con la acumulación de 60 años de desequilibrios fiscales es indudable que esta causa en la Argentina es la principal.

Las soluciones no pueden buscarse únicamente en las repetidas políticas tradicionales de ajuste fiscal. Licuar jubilaciones manipulando la movilidad no es una solución, baja el gasto presente, pero aumenta el futuro a través de juicios previsionales. En este caso, debe apelarse al ordenamiento previsional, su eje debería ser el principio de que todos los habitantes se jubilen con las mismas reglas, lo que dará sostenibilidad financiera y equidad. Tampoco resuelve el problema el reiterado ajuste impositivo basado en aumentar impuestos a los que ya pagan. El foco debería ser el ordenamiento impositivo, tomando como eje la unificación de impuestos, que permitirá bajar la presión impositiva y burocrática y simultáneamente mejorar los ingresos del Estado por menor evasión. Además, el ordenamiento funcional del Estado es un factor clave, eliminaría superposiciones entre organismos nacionales, provinciales y municipales, se podrá controlar el gasto público y aumentar su eficiencia. 

La creciente preocupación por la inflación es la oportunidad para tomar conciencia de la importancia de tener un Estado ordenado. No solo para lograr estabilidad sino para salir de la larga decadencia. Cargar las responsabilidades en el actual gobierno o bregar porque alguien se haga cargo de desplegar las tradicionales recetas de ajuste fiscal es repetir los mismos errores.  

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