Informe Nº: 09/11/2023
El gasto previsional en 2017 era 8% del PIB. En 2019 bajó a 7,2% gracias a la licuación de jubilaciones con la inflación. Actualmente se estima que está en el orden del 6,2%.
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA.
En setiembre del 2017, antes que se desatara la actual crisis cambiaria e inflacionaria, la jubilación media era de $212.000 a precios de hoy. La inflación de 27% anual.
Unos meses después, más precisamente en abril del 2018, comienza la crisis cambiaria y la inflación se acelera. El anterior gobierno entrega el poder en diciembre del 2019 con la jubilación media 11% inferior en términos reales. Pasó a ser entonces de $190.000 a precios de hoy. La inflación en el 2019 había subido a 54%.
Sube la inflación, caen las jubilaciones y el déficit primario también cae. Pasó de -3,8% del PIB en el 2017 a -0,4% en el 2019.
Entre diciembre del 2019 a setiembre del 2023 la jubilación media, que ya era 11% inferior en términos reales respecto a setiembre del 2017, cayó otros 24% ubicándose en setiembre de 2023 en $143.800. La inflación anual en setiembre 2023 ahora es de 138%.
El déficit primario para el 2023 se estima -según el Ministerio de Economía- que cerrará en -2,4% del PIB. Más bajo que el 2017, gracias a la inflación, pero más alto que el del 2019.
La razón es simple: el déficit primario es mayor que en el 2019, aun cuando las jubilaciones son más bajas en términos reales, porque el actual gobierno tomó parte de la licuación de las jubilaciones para aumentar los subsidios económicos, los subsidios asistenciales y el empleo público nacional.
Luego, a los jubilados que ganan la mínima les otorga bonos extraordinarios. Con estos bonos compensa la licuación provocada dejando el valor real de la jubilación mínima más el bono en el nivel (licuado) del 2019. En particular, entre el 2017 y el 2019 la jubilación mínima cayó 14% y en el 2023 la jubilación mínima más el bono son 2% superior al 2019, con lo cual la jubilación mínima con el bono, hoy, es 12% inferior a la jubilación mínima en el 2017.
En suma, los jubilados que ganan por encima de la mínima más el bono fueron los más perjudicados. Perdieron 32% de la jubilación real entre setiembre del 2017 y setiembre del 2023. Los jubilados que obtienen la mínima más el bono están 12% abajo que es el nivel que tenían en el 2019.
El gobierno hace caer las jubilaciones en términos reales para hacer populismo (subsidios a las tarifas, planes sociales, empleo público) y a los jubilados de la mínima les dice “no te voy a perjudicar, te dejo con el bono en la situación que estabas en diciembre del 2019, cuando asumimos”.
En el balance los que pagaron el populismo son los jubilados que tienen jubilaciones por encima de la mínima más el bono. Los que tienen la jubilación media pasaron de $212.000 en setiembre de 2017 a tener hoy $143.800. Perdieron $68.000. Este es el costo del populismo para los jubilados.
Estará en una encrucijada. El gasto previsional en el 2017 era de 8% del PIB. En el 2019 bajó a 7,2% del PIB gracias a la licuación de jubilaciones con la inflación. Actualmente se estima que el gasto previsional está en el orden del 6,2%. Esta disminución del gasto previsional en términos de PIB se explica por la escalada inflacionaria pasando de 27% en 2017 a 54% en 2019 a 170% en el 2023.
Esta es la paradoja del político inflacionario: aspira a bajar el gasto público para bajar la inflación, pero resulta que cuando baja la inflación, le vuelve a subir el gasto, entonces, se da cuenta que necesita de la inflación para tener el gasto contenido.
Esta es la paradoja del proyecto de Presupuesto 2024. Usa como supuesto que la inflación en el 2023 será de 136% y automáticamente en el Excel donde hacen los cálculos el gasto previsional se va a 7,2% del PIB. Para el 2024 se hace el supuesto de que la inflación será 70% y el fatídico Excel manda el gasto previsional a 7,6% del PIB. Ponele 1 dígito de inflación y te da 9% del PIB.
Por esta razón, de nada sirve mostrar reducciones de gasto público y déficits fiscales en porcentaje del PIB cuando la inflación está escalando. Si la inflación -por milagro- empieza a descender automáticamente vuelve a subir el gasto público y el déficit en porcentaje del PIB.
De aquí que para bajar la inflación se necesita un ordenamiento integral del Estado en sus tres niveles de gobierno (nacional, provincial y municipal) para profesionalizar la gestión pública, ordenar las funciones de cada nivel de gobierno y ser lo más eficiente posible para que el equilibrio fiscal sea gracias a políticas de gasto austeras focalizadas en los mayores resultados sociales.
Fuente: El economista.