Informe Nº: 45015/07/2012
Los países europeos en crisis dirimen entre aplicar una reducción explícita y nominal de salarios y gasto público, o apelar a la inflación para realizar el mismo ajuste, pero a través de licuar las remuneraciones y el gasto del Estado. Esto último es lo que hizo la Argentina en los años 2002 y 2003 cuando […]
Los países europeos en crisis dirimen entre aplicar una reducción explícita y nominal de salarios y gasto público, o apelar a la inflación para realizar el mismo ajuste, pero a través de licuar las remuneraciones y el gasto del Estado. Esto último es lo que hizo la Argentina en los años 2002 y 2003 cuando aplicó una fuerte licuación de salarios vía inflación. Lamentablemente, las dificultades fiscales de las provincias y la pérdida de competitividad de las empresas sugieren que, sin un cambio de rumbo, la Argentina va camino hacia un nuevo ajuste.
Europa se encuentra en una encrucijada similar a la de Argentina al final de la convertibilidad. Salvo Alemania, que sostiene sus altos salarios con muy elevados niveles de productividad y cuentas públicas equilibradas, el resto, tiene niveles de remuneraciones que –con matices– no se condicen con sus niveles de productividad y una dimensión de gasto público incongruente con sus ingresos fiscales.
Alemania sostiene que los países con problemas deben realizar un ajuste explícito, esto es, disminuir en términos nominales salarios y gasto público. Frente a esta posición, se erigen quienes argumentan que este tipo de estrategia es políticamente insostenible. Por eso, proponen un ajuste implícito, esto es, salir del Euro para que la licuación se instrumente a través de la devaluación de la moneda local o generar inflación dentro de la zona del Euro para que los salarios y el gasto público disminuyan en términos reales por efectos de la inflación.
Argentina presenta una experiencia muy ilustrativa sobre cómo opera un ajuste mediante el uso de la inflación. Según datos oficiales del INDEC y el Ministerio de Economía correspondientes a los años 2002 y 2003 se puede observar que:
· Entre los años 2002 y 2003, la inflación fue del 43% acumulada en los dos años.
· En el mismo período, los aumentos de salarios nominales otorgados fueron de apenas 16% acumulados en los dos años.
· Esto significa que el salario real tuvo una caída de 19% acumulado en los dos años.
Estos datos, extraídos de la experiencia real de la Argentina, muestran cómo con inflación se pueden instrumentar ajustes muy profundos aún otorgando aumentos de salarios nominales. Simplemente se trata de que las remuneraciones crezcan menos que la inflación. El ajuste es políticamente más fácil porque los aumentos nominales de salarios y jubilaciones son muy publicitados, aunque apenas compensen una minima parte de la inflación. La fuerte licuación inicial de salarios y gasto público fue la base de la recuperación económica, posteriormente potenciada por un contexto internacional muy favorable. Así, entre los años 2004 y 2011, la inflación acumulada fue de 203% y el aumento de salarios nominales de 361%, lo que permitió recuperar la caída y hacer crecer el salario real hasta un 35% con respecto al nivel previo al año 2002.
Muchos opinan que si Alemania permitiera inflación en el Euro evitaría que los líderes políticos de Portugal, España, Italia y, ahora, Francia tengan que sincerar la reducción nominal de remuneraciones que inevitablemente van a tener que imponer. Para los alemanes es una opción hipócrita (ya que disimula el ajuste) y produce mayores costos económicos y sociales. La inflación desincentiva la inversión y, en general, son los más pobres los que cuentan con menos herramientas para protegerse contra el aumento de los precios. Pero, indudablemente, es una alternativa políticamente muy atractiva.
Lamentablemente, la Argentina enfrenta problemas no muy diferentes a los de los países europeos en crisis. Aun con el precio de la soja en un nivel récord, la revaluación brasileña manteniéndose alta y las tasas de interés internacionales inéditamente bajas, los problemas fiscales y de competitividad de la Argentina son indisimulables. La crisis en la Provincia de Buenos Aires es apenas un ejemplo de una situación generalizada en los tres niveles de gobierno y es evidente el fracaso de intentar compensar la pérdida de competitividad de la producción interna por medio de controles sobre las importaciones.
El contexto internacional sigue siendo favorable. Esto brinda una nueva oportunidad para evitar un ajuste económico costoso. Pero para ello, es urgente cambiar de estrategia. En vez de esperar que la inflación licue el gasto público y las remuneraciones, alcanzaría con evitar los despilfarros más groseros de fondos públicos y un cambio en las instituciones laborales que priorice la protección social en lugar de los intereses corporativos.