Informe Nº: 2601/12/2011
La proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan es muy alta y la calidad de los empleos que obtienen los que trabajan es muy baja. Este fenómeno responde a varios factores causales, aunque entre éstos se destaca el inadecuado diseño de las políticas educativas y laborales. En los países que presentan los mejores indicadores […]
La proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan es muy alta y la calidad de los empleos que obtienen los que trabajan es muy baja. Este fenómeno responde a varios factores causales, aunque entre éstos se destaca el inadecuado diseño de las políticas educativas y laborales. En los países que presentan los mejores indicadores de inserción laboral juvenil, un inteligente diseño institucional incentiva a los estudiantes para establecer vínculos con las empresas mientras cursan el nivel secundario, estimulando tanto la cultura del estudio como la del trabajo. A partir de estas experiencias, en este número de Empleo y Desarrollo social se discuten algunos lineamientos orientados a la instrumentación de políticas educativas y laborales para una mayor inclusión social de los jóvenes.
Entre los diferentes problemas que afectan la inclusión social de los jóvenes, los relacionados con la educación y el empleo representan uno de los más importantes desafíos para las políticas públicas. No sólo por sus preocupantes implicancias a corto y largo plazo, sino también porque en esta temprana etapa se definen cuestiones que determinan decisivamente las posibilidades de desarrollo y progreso para el resto de la vida. La exclusión de los jóvenes del sistema educativo y del mercado de trabajo produce enormes daños individuales y familiares, retroalimenta procesos de exclusión y abre las puertas a algunos comportamientos muy perjudiciales, como la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia.
Según los datos del INDEC, la tasa de empleo promedio del mercado laboral argentino en el 4° trimestre de 2009 era del 67% para los varones mayores de 14 años y del 43,5% para las mujeres. Pero entre los jóvenes de 15 a 29 años la tasa de empleo apenas alcanzaba el 50,7% para los varones y el 32,6% para las mujeres. Si bien en esta menor tasa de ocupación influye el hecho de que muchos jóvenes otorguen prioridad a sus estudios, las restricciones para encontrar empleo tienen una significativa incidencia. En este sentido, también es útil observar los diferenciales existentes en las tasas de desempleo: mientras que el nivel general de desempleo es un 8,4% de la población económicamente activa, entre los varones de 15 a 29 años alcanza al 13,5% y entre las mujeres al 18,8%. De todas formas, la tasa de desempleo refleja sólo una parte de los problemas laborales de los jóvenes.