Informe Nº: 19/10/2023
Por improvisación y desidia, se mantuvo una horrible regla de distribución fiscal entre las provincias, hecha mal a propósito, que se pensaba transitoria (2 años; y ya tiene 35 años) que convirtió al conurbano en Gaza y, lo más paradójico, a las provincias del norte también.
Por Jorge Colina, presidente de IDESA
El conflicto palestino-israelí se remonta a siglos atrás, es muy complejo y multicausal. Sin embargo, un motivo que lo mantiene vivo es la falta de sustentabilidad económica y social de la franja de Gaza. Un enclave mal administrado por Hamas con bolsones de pobreza.
Al final, Hamas gana aceptación social entre la gente -más allá de los fanatizados- porque da empleo público y tiene una vasta red de asistencialismo, no porque gobierne bien. De hecho, los servicios públicos en la franja de Gaza en lo que es agua, saneamiento y electricidad lo tiene que dar Israel, que ahora fueron cortados.
Salvando las distancias, desde el punto de vista de las consecuencias que genera la falta de sustentabilidad económica y social, el conurbano bonaerense encuentra similitudes.
Es un enclave donde el 50% de la población es pobre; en los partidos más deteriorados solo el 20% de la gente en edad de trabajar tiene empleo asalariado registrado en empresas privadas, viviendo el resto del empleo público, del empleo informal y del asistencialismo por estar sin empleo; el Estado nacional debe proveerle -como Israel a Gaza- los servicios públicos de agua, saneamiento y electricidad.
El problema de la no sustentabilidad económica y social de Gaza es muy profundo por lo que sería aconsejable dejarlos para otro momento. Una pregunta más fundamental por estos lares es si el conurbano puede tener otro destino que no sea la similitud con Gaza.
Aquí habría que remitirse a ver cuánta plata la provincia de Buenos Aires le aporta a la Nación a través de los impuestos nacionales y cuánta plata recibe por la vía de la coparticipación, las transferencias discrecionales desde el Estado nacional y el gasto directo del Estado nacional en la provincia.
Según un estudio publicado en www.idesa.org que se llama “Cuáles son las provincias que ganan y las provincias que pierden con la intervenciones de la Nación” de García y Vera surge que la provincia de Buenos Aires aporta a la Nación 8,5% del PIB y obtiene desde la Nación 6,5% del PIB. Esto implica que la provincia de Buenos Aires está transfiriendo aproximadamente 2% del PIB todos los años al Estado nacional y al resto de las provincias.
Como todo en este país, a las malas reglas que se forman por improvisación y desidia.
Todo comenzó allá en 1988 cuando se sanciona la actual ley de coparticipación, que es la Ley 23.548.
Como Raúl Alfonsín estaba en minoría en el Congreso y necesitaba de los votos peronistas de las provincias le cedió parte de los recursos de la provincia de Buenos Aires en beneficio de las provincias del norte. Por esta razón es que se estableció que esta ley iba a estar vigente sólo en 1988 y 1989 para rediscutir un criterio más equitativo y frenar el perjuicio a la provincia de Buenos Aires. Esto fue: la improvisación.
Ahora viene la desidia. En 1990 el país estaba en hiperinflación entonces se dijo: “con todos los problemas que tenemos, mejor dejemos para más adelante esta discusión”; y quedó vigente la “transitoria” ley de coparticipación o Ley 23.548. Total, podemos hacer otra improvisación: el Fondo del Conurbano.
A partir de 1992 se compensa a la provincia de Buenos Aires con una detracción del 10% del impuesto a las ganancias, antes de que este impuesto se coparticipe, y se le mandaba 650 millones de pesos (dólar, esto es importante) a la provincia de Buenos Aires y el remanente se distribuía al resto de las provincias vía coparticipación (que -recordar- beneficia más a las provincias del norte).
En el 2002, Eduardo Duhalde -que fue autor y beneficiado por el Fondo del Conurbano- cuando sale de la convertibilidad se olvida de mandar a indexar los $650 millones que pasaron a estar en pesos no convertibles. Esto fue: la desidia, otra vez.
Pasados 15 años de creciente inflación, los $650 millones de pesos congelados del Fondo del Conurbano eran chaucha y palitos, y el resto de las provincias terminaron recibiendo por la vía del “remanente” prácticamente la totalidad de la detracción del 10% del impuesto a las ganancias. O sea, entre el 2002 y el 2017 se desfinanció estructuralmente a la provincia de Buenos Aires y se reforzó el sobre-financiamiento de las provincias del norte.
Haciendo una cuenta de almacenero, si la provincia de Buenos Aires transfirió 2% del PBI por año a la Nación y al resto de las provincias, en los 35 años de vigencia (1988 – 2023) de esta muy mala y transitoria regla de coparticipación transfirió el equivalente a 2 veces su producto geográfico. Entonces, el Conurbano tiene similitudes con Gaza, no por falta de plata, sino por las horribles reglas con la que se manejan las relaciones fiscales en este país.
Bueno, pero a las provincias del norte les fue bien. ¿Bien?
Según el Censo 2022, en el norte argentino el 25% de los hogares no tiene piso de material, el 20% no tiene agua de red pública, el 50% no tiene cloacas, el 35% no tiene internet en la casa y el 50% no tiene computadora. Eso sí, reciben 3 veces más recursos por habitantes a través de la coparticipación que la provincia de Buenos Aires.
Por improvisación y desidia, se mantuvo una horrible regla de distribución fiscal entre las provincias, hecha mal a propósito (para destrabar una necesidad política del momento), que se pensaba transitoria (2 años; y ya tiene 35 años) que convirtió al conurbano en Gaza y, lo más paradójico, a las provincias del norte también. Porque la mala regla impuso a los gobernantes del norte malos incentivos. En lugar de pensar en el desarrollo territorial, piensan más en engrosar el empleo público y el clientelismo para eternizarse en el poder.
Por eso, Argentina para salir de la decadencia económica y social necesita de un Nuevo Acuerdo de Coordinación Fiscal y Tributario entre la Nación y cada provincia. No es difícil y no se necesita unanimidad. Con mayoría simple en el Congreso, basta y sobra.
Por mayoría simple se deroga la actual ley de coparticipación y se sanciona el Nuevo Acuerdo de Coordinación Fiscal donde cada provincia pasa a financiarse con los impuestos que se genera en su territorio. Correspondencia fiscal, se llama. Cada provincia adhiere al Nuevo Acuerdo en sus legislaturas provinciales.
Las provincias que no adhieran seguirán recibiendo por vía automática el monto de coparticipación que recibían al momento del cambio desde un Fondo de Convergencia a crearse. En otras palabras, cada provincia elige si quiere generar un nuevo sistema fiscal para el desarrollo en su territorio o seguir viviendo de arriba por la coparticipación.
Fuente: El economista.