Informe Nº: 25/04/2024
Néstor Kirchner se comió el superávit fiscal. El presidente Milei jura que no tiene la misma gula. El riesgo es que “la casta” se lo coma.
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA
El presidente de la Nación anunció por cadena nacional que ya en el 1° trimestre del 2024, apenas llegado él, se logró superávit primario y financiero. El Propio presidente dijo que este logro no se conseguía desde el 2008.
Efectivamente, es así. Entre el 2003 y el 2008, el Estado nacional mostró superávits primario y financiero. De ser Argentina un país histórica y estrictamente deficitario, llama la atención que haya mantenido una seguidilla de 6 años consecutivos de superávit financiero.
Vale la pena, entonces, analizar la historia de aquellos superávits fiscales para entender cómo se hizo de nuevo los superávits primario y financiero en la era Milei.
En el año 2002 hubo una mega devaluación que llevó el peso argentino de 1 a 3, lo que vino acompañado un proceso sostenido de aumento de los precios internacionales que benefició a la Argentina (esto fue gracias a la incorporación de China al comercio internacional), generando un molino de ingresos fiscales, diríase, inesperado.
Por el lado del gasto público, había tres pilares.
Claro, entonces, era todo entrada de plata nueva y nada de gasto adicional. Se formó un gran superávit que trajo aparejado la gran tentación.
Con superávit fiscal, se congelaron las tarifas de electricidad, gas, trenes y colectivos. Cuando vinieron las empresas proveedoras de estos servicios a decir que no le cerraban los costos, como al Estado le sobra la plata, les dieron subsidios. Así comenzó el escalamiento de los subsidios económicos, la gente se acostumbró a pagar nada por la luz, el gas y el colectivo y se derribó el primer pilar del superávit fiscal.
Seguidamente se derribó el segundo pilar. Se mantuvieron congeladas las jubilaciones, con excepción del haber mínimo, que se ajustaba discrecionalmente por decisión del entonces presidente. Obviamente, que cada anuncio de ajuste del haber mínimo era hecho como un acto de alta solidaridad, al aumentar las jubilaciones pero sólo las más bajas. Además, como sobraba la plata en el sistema previsional, no hubo mejor idea que regalar jubilaciones contributivas con las moratorias.
Pero además la justicia le ordenó al Congreso que dicte una regla de movilidad que empezó a regir en el 2009. Claro, pero en 2009 ya había 2 millones de jubilaciones regaladas con las moratorias que se habían comido el superávit previsional y que, ahora, encima, había que aplicarles regla de movilidad. Así, se derribó el segundo pilar.
Luego hubo que derribar el tercer pilar. Como el Estado nacional entró en déficit, necesitaba endeudarse. Entonces, hubo que arreglar con los acreedores externos e internos defaulteados, para tomar nueva deuda y seguir gastando por encima de los ingresos. Hasta que la Argentina cayó en un nuevo default, hace 5 años atrás.
Año 2024. Vuelven los superávit primario y financiero.
¿Paralelismos?
Bueno. Por el lado de los ingresos se devaluó casi como en el 2002 (de $350 a $800) lo que aumentó los ingresos fiscales vía comercio exterior. Por el lado de los pilares del gasto, los subsidios económicos se redujeron en un 50% en términos reales con los consiguientes tarifazos. Las jubilaciones que con la aceleración inflacionaria quedaron en un nivel real peor que en el 2002, se pasaron a ajustar solo por inflación, con lo cual, quedarán licuadas en ese nivel y no se recuperarán. La deuda externa sigue defaulteada así que no hay mucho gasto por deuda externa.
Hasta ahora, hay paralelismo entre Néstor Kirchner y Javier Milei y la receta del superávit fiscal: genere ingresos extraordinarios con una buena devaluación, pise los pagos de subsidios económicos, licúe las jubilaciones y deje todo lo posible la deuda defaulteada en el freezer.
Con esto se obtiene un exquisito superávit fiscal.
Néstor Kirchner se lo comió. El presidente Milei jura que no tiene la misma gula. El riesgo es que “la casta” le coma el superávit fiscal.
Fuente: el economista