Informe Nº: 13/10/2021
Es claro que el fracaso del “Un puente al empleo” está asegurado, como ya lo demostró el “Empalme”.
Una frase que ya se instaló como muletilla es la de convertir los planes asistenciales en empleos decentes. Hasta las propias organizaciones piqueteras la adoptaron y declaran estar abocadas a convertir los planes de sus seguidores en empleo. En ese marco, el Gobierno presentó un proyecto de ley con el programa “Un puente al empleo”.
El programa hace un anuncio un tanto grandilocuente diciendo que habrá una exención del 100% de las contribuciones patronales por dos años más la posibilidad de tomar durante un año el monto del plan como parte del salario.
En el texto del proyecto, este anuncio está bastante más lavado. La exención es solo sobre las contribuciones patronales al SIPA ?no incluye asignaciones familiares, desempleo, obra social, ART y cargas sindicales?, o sea serían 10 puntos porcentuales del 50% de cargas sociales que tiene la relación de dependencia. Además, está topeado en dos salarios mínimos, tiene que implicar aumento de planta, no se puede tener empleados no registrados (por eso la ley contempla un blanqueo laboral) y hay que estar al día con el pago de las cargas sociales.
En el Gobierno anterior, en el 2017, también se anunció un programa como el que ahora anuncia el Gobierno, que se llamaba “Empalme”, en alusión a que se propulsaba a que los planes empalmen con empleos decentes. La diferencia con el actual es que permitía tomar como parte del salario dos años de plan, pero en sentido contrario no contemplaba exenciones sobre contribuciones patronales. El “empalme” fue un rotundo fracaso.
El motivo es que la legislación laboral es tan arcaica y su aplicación tan distorsionada que se ha convertido en el principal obstáculo a emplear en relación de dependencia. Son muchos los factores que disuaden a los empleadores a tomar gente, pero los tres fundamentales tiene que ver con: a) las cargas sociales; b) los convenios colectivos de trabajo; y c) el fin de la relación laboral.
En este marco, donde se hace imposible para un pequeño empleador pensar en tener un empleado en relación de dependencia en blanco, vino el “Empalme” a decir “tomate el plan asistencial como parte del salario durante dos años” y ahora “Un puente al empleo” diciendo “tomate el plan asistencial como parte del salario durante dos años y 10 puntos porcentuales (de los 50 que tenés que pagar) de cargas sociales”. Es claro que el fracaso del “Un puente al empleo” está asegurado, como ya lo demostró el “Empalme”. El fracaso no es por insensibilidad de los empleadores sino por la irracionalidad de la legislación laboral.
Para convertir los planes asistenciales en empleos decentes tiene que haber un cambio radical en la concepción de la legislación laboral. En este sentido, para bajar las cargas sociales a los pequeños empleadores hay que colocar un mínimo no imponible a la masa salarial. Para formalizar la relación de dependencia hay que dar opciones a los pequeños empleadores a salirse de los convenios colectivos sectoriales (así lo hacen Alemania y España). Para dar previsibilidad al fin de la relación laboral hay que eliminar las duplicaciones de la indemnización y compensar contra el Fondo Nacional de Empleo a las indemnizaciones superiores a los 5 años de antigüedad.