Informe Nº: 18/05/2023
La demagogia previsional generó la inflación que luego les quitó a los jubilados el valor real de los haberes.
Jorge Colina Presidente de IDESA
Los macroeconomistas señalan que la inflación es producto del exceso de gasto por encima de los ingresos públicos que se financia con emisión monetaria. Esto es así. Pero en el fondo los excesos de gasto público son excesos de promesas no financiables. El ejemplo más ilustrativo son las promesas previsionales que luego no se puede pagar.
Argentina tiene un sistema previsional que el ciudadano común está convencido que se financia con aportes salariales. Esta era la idea original. Actualmente el gasto de la Anses se financia sólo en 50% con aportes salariales.
Hace mucho tiempo que hay que asignar impuestos para complementar los aportes salariales, que fueron cambiando a través del tiempo y hoy son el Impuesto al Cheque, parte del IVA, parte de Combustibles, del Monotributo, impuesto PAIS. Pero, tampoco alcanza. Estos impuestos sólo financian otro 30% de los gastos de la Anses.
Por lo tanto, no queda otra que sacar recursos del Tesoro por el restante 20%. Esto es déficit fiscal, que se financia con emisión monetaria, que causa inflación.
Muchas promesas no financiables que provocan inflación. Lo que termina sucediendo es que la inflación licua las promesas reduciéndoles su valor real.
El botón de muestra es el anuncio del aumento que tendrán las jubilaciones en junio. Los aumentos de jubilaciones se determinan trimestralmente por la fórmula de movilidad. La aplicación de la fórmula es un acto administrativo. Por lo tanto, lo que corresponde es que la Anses emita un comunicado informando en cuánto es el aumento de las jubilaciones que se deriva de la aplicación de la fórmula.
No. Se llama a una conferencia de prensa para hacer el “anuncio en los medios”. En junio las jubilaciones aumentarán 21%. Cuando se compara el valor que las jubilaciones tendrán en junio con el valor real de las jubilaciones de diciembre del 2019, cuando el Gobierno asumió, aparece que las jubilaciones serán 18% inferiores en términos reales. Si la inflación se mantiene en 8% mensual, que es lo más probable, en agosto las jubilaciones serán 30% inferiores en términos reales que en diciembre de 2019.
Esto dio oportunidad para otro “anuncio en los medios”: los haberes mínimos recibirán, adicionalmente al 21%, un bono de $15.000 en junio, $17.000 en julio y $20.000 en agosto. Bueno, con el bono en junio los haberes mínimos le habrán empatado a la inflación, pero en agosto también estarán 10% abajo del valor real de diciembre del 2019.
La demagogia previsional generó la inflación que luego les quitó a los jubilados el valor real de los haberes. Entonces se aprovecha la inflación para hacer más demagogia que son los anuncios de aumentos de jubilaciones de dos dígitos y bonos crecientes, que luego también terminan siendo licuados por la inflación.
Las promesas previsionales no financiables no son la única demagogia que genera inflación. Suman inflación la demagogia de prometer tarifas de la luz y gas, boletos de trenes y colectivos baratos (esto es, por debajo de los costos) y subsidiar a las empresas prestadores de los servicios públicos desde el Tesoro. La demagogia de distribuir discrecionalmente beneficios asistenciales acumulativamente (Asignación Universal por Hijo más Tarjeta Alimentaria más Potenciar Trabajo). La demagogia de sumar empleados públicos para cumplir con promesas hechas a militantes, familiares, amigos y allegados. La demagogia de prometer a gobernadores e intendentes transferencias discrecionales con aportes del Tesoro y los programas nacionales.
Argentina está en un círculo vicioso de demagogia, inflación, más demagogia, más inflación. Así es como la demagogia terminó destruyendo al Estado. Lo más paradójico es que la demagogia se hizo y se sigue haciendo con el cartel de “el Estado Presente”.
Si el próximo gobierno quiere erradicar la inflación debe terminar con la demagogia y abordar un ordenamiento integral del Estado. Esto es un ordenamiento previsional para darle más justicia y equidad; modernizar la gestión pública evitando engordar el empleo público para pasar al Estado digital; eliminar los subsidios a la luz, gas, trenes y colectivos y aplicar un estricto sistema de tarifa social sólo para las familias vulnerables; ordenar el gasto asistencial terminando con las duplicaciones de beneficios y terminar con las transferencias discrecionales de fondos nacionales a gobernadores e intendentes.
Con este ordenamiento, no sólo que se puede eliminar el déficit fiscal, sino que además, lo más importante, es que se tendrá un Estado que funcione mejor dándole la tan postergada calidad de vida a los argentinos.
Cuando la gente amenaza con votar por Javier Milei, no es porque tenga algún apego por la escuela liberal austríaca. Está pidiendo: basta con la demagogia.
Fuente: El Economista