Informe Nº: 28/09/2022
La salida a la crisis de los neumáticos, puntualmente, y a la falta de creación de empleos formales la tiene el Ministerio de Trabajo en sus manos
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA
La tasa de desempleo en el segundo trimestre de 2022 fue del 6,9% de la población activa. Es un porcentaje muy bajo para Argentina. Este nivel de desempleo se observó en la primera mitad del 2015 -aunque allí las estadísticas del Indec ya habían perdido total credibilidad porque a las manipulaciones se le sumó las motivaciones del año eleccionario- y en el 2011 y 2012 cuando sí es más creíble porque Argentina estaba en el pico de la bonanza internacional.
Cuando uno mira este número lo primero que piensa es: “Vamos bien, a pesar de todo”.
Bueno, no tanto.
El otro número que hay que mirar es la tasa de empleo asalariado no registrado. También conocida coloquialmente como empleo asalariado “en negro”. Esta tasa alcanzó en el segundo trimestre la cifra de 37,8% del empleo asalariado. Esta cifra sí es alta.
Haciendo un poco de historia para darse una idea más cabal de lo que está pasando se puede decir que el empleo asalariado no registrado alcanzó un pico de 48,3% en el 2003, y luego empezó a bajar con la recuperación económica.
En este proceso de disminución, la informalidad laboral asalariada pasó en el 2008 por el 37,8% y siguió disminuyendo, para estabilizarse en un 33% a partir del 2014 cuando la economía ya había dejado de crecer. Hoy es al revés. El empleo asalariado no registrado pasó por 37,8% pero subiendo desde 33%, no bajando como en el 2008.
Por eso, este número está haciendo un sonoro llamado de atención del deterioro que se está produciendo en el mercado laboral. Para verlo en términos más gráficos. Se cristaliza un mercado laboral partido en dos.
Por un lado, los ocupados formales que se conforman de un 30% de asalariados privados formales y otro 20% de empleados públicos.
Por otro lado, hay 25% de asalariados no registrados y otro 25% de cuentapropistas (los cuales la mitad paga el Monotributo y la otra mitad ni siquiera eso).
Es un mercado laboral claramente dual: la mitad es formal y la otra mitad informal.
La falta de creación de empleos formales responde a factores coyunturales y estructurales. En los coyunturales se puede poner la falta de crecimiento económico genuino desde el 2012. Sin crecimiento de la economía no puede haber aumentos importantes del empleo.
Entre los factores estructurales están las viejísimas y atávicas instituciones laborales, entre la que se destaca el modelo de negociación colectiva argentino creado por Juan D. Perón en 1950 y nunca modernizado.
Este modelo responde básicamente a tres pilares:
Esto lleva a que el sindicato que negocia tenga un poder desmedido. Porque lo que negoció una vez, no lo vuelve a negociar más (por la ultra-actividad) y ningún empleador puede salirse de este viejo convenio a negociar una propio, a nivel de su propia firma con sus propios trabajadores (por la extensión automática).
Esto se observa claramente en la crisis de la rama de neumáticos. Un sindicato tiene de rehén a las empresas fabricantes por un aumento de salario muy elevado.
La solución no pasa por una reforma laboral, ni por terminar con la ultra-actividad, ni por terminar con los convenios colectivos ya firmados. La solución pasa por una herramienta que el propio Perón le dio al Estado para organizar la negociación colectiva, que es, la facultad de otorgar el carácter de miembro firmante de un convenio colectivo.
La salida para adelante a la crisis de neumáticos, puntualmente, y a la falta de creación de empleos formales para achicar el 50% que trabaja en la informalidad la tiene el Ministerio de Trabajo en sus manos. Se trata de habilitar a las empresas a firmar convenios colectivos de trabajo a nivel de firma con acuerdo de la mayoría de sus trabajadores.
Los actuales convenios colectivos por rama se mantienen. La ultra-actividad se mantiene. Las dirigencias sindicales actuales se mantienen. No se toca nada en este sentido.
Pero se habilita la negociación a nivel de firma de un convenio colectivo nuevo a nivel de firma que prevalece sobre el convenio de rama, mientras los trabajadores estén de acuerdo. Si los trabajadores dejan de estar de acuerdo, vuelve a aplicarse, por defecto, el convenio de rama.
Cuando Perón hizo el viejo modelo de negociación colectiva corría la década de 1950. La hipótesis era la guerra fría y al autarquismo económico y social para preservarse del capitalismo individualista de Estados Unidos y el colectivismo comunista de la Unión Soviética.
Perón era un tipo pragmático. Si viviera en este mundo globalizado con cadenas internacionales de valor y sociedad más democráticas y descentralizadas, amoldaría su propio modelo de negociación colectiva para ir hacia la negociación a nivel de firma, incluso hasta para las pymes.