Informe Nº: 03/11/2021
El Gobierno enfatiza que la fórmula es “primero se crece, después se paga”, pero el FMI le está pidiendo “decime cómo pensás hacer para crecer”
La estrategia del Estado Nacional con las finanzas públicas es renovar la totalidad de los vencimientos con nueva deuda en el mercado local y financiar el déficit fiscal con emisión monetaria. Entre enero y setiembre del 2021, el déficit fiscal total fue de 3,3% del PIB y las transferencias del Banco Central al Tesoro de 3% del PIB. El Banco Central luego absorbe la emisión monetaria con Leliq y pases para aminorar su efecto sobre la inflación.
El problema de esa estrategia es que no es sostenible en el tiempo. Porque las Leliq y pases pagan intereses. Al principio, los intereses representan una proporción menor del crecimiento de Leliq y pases, pero a medida que aumenta el stock, los intereses se acrecientan. Por eso, los analistas advertían tener cuidado con estos instrumentos porque llega un momento en que se convierten en una “bola de nieve”. Es decir, va creciendo por su propio giro.
Al principio no se le prestó demasiada importancia a la advertencia porque había premura por absorber emisión monetaria, fundamentalmente el año pasado que la pandemia obligó a aumentar el déficit fiscal. Pero en lo que va de este año, se observa que el stock de Leliq y pases creció 4,2% del PIB y los intereses de estos dos instrumentos fueron de 3% del PIB. O sea, el 70% del crecimiento del stock se explica por los intereses. En otras palabras, la “bola de nieve” ya se formó.
Esto tiene dos connotaciones trascendentes para el gobierno. La primera es que se está debilitando el instrumento más eficaz que tenía para controlar la inflación. El Gobierno apela a varios instrumentos de contención de la inflación. Uno es el congelamiento de las tarifas, otro es el atraso del dólar oficial, otros son los controles de precios, todos de diferentes, y muchas veces discutible, niveles de eficacia para controlar los precios. En lo que no queda duda es que el más efectivo de todos es del absorber exceso de emisión monetaria. Pero ya cuando la mayor parte del crecimiento del stock es por intereses significa que se agotó esta eficacia.
El Gobierno ahora queda mucho más dependiente del congelamiento de tarifas (que implica más déficit fiscal por los subsidios compensatorios que debe pagar), del atraso en el tipo de cambio oficial (que sufre una intensa presión por parte de los dólares no controlados que ya superaron los $200) y los controles de precios (que haciendo el remoto supuesto de que funcionen, deja abierta la pregunta de qué pasará el 7 de enero). Definitivamente esto no es una estrategia anti-inflacionaria. Por lo que no cabe esperar que la inflación baje.
Volviendo a la “bola de nieve”. No es que si se la deja, sigue su curso y desaparece. Va a llegar un momento en que va a exigir aumentar la tasa de interés de los plazos fijos para que los depositantes sigan renovando sus plazos fijos a fin de incorporar los intereses que reciben de la “bola de nieve”. Esto va a implicar aumentar las tasas de interés activas, o sea las que pagan las empresas y los consumidores, lo que va a desmoronar la débil recuperación de la actividad económica.
Este es el escenario de la estanflación. Profundos desequilibrios económicos que llevan a una fuerte presión inflacionaria y a la caída de la economía.
En este marco, el Gobierno gasta energías en discutir con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una baja de la sobretasa. El FMI se muestra reacio, pero no porque sea usurero sino porque lo encuentra irrelevante. Con una economía en estanflación y tendencia al empeoramiento, discutir la sobretasa es literalmente discutir el sexo de los ángeles. Si no está claro todavía que Argentina pueda pagar la deuda con el FMI. ¿De qué sirve hablar de la tasa de interés?
Si Argentina tuviera una estrategia consistente para bajar la inflación en los próximos 5 años y estimular la inversión y el empleo, bueno, allí sí sería razonable pedir que, si cumplieran estas metas en 5 años, entonces, que el FMI anule la parte excedente de la sobre-tasa para empezar a recibir los repagos. Esto sí suena perfectamente razonable.
El Gobierno enfatiza que la fórmula es “primero se crece, después se paga”. El FMI no está en contra y hasta es posible que acepte bajar la sobretasa. Pero lo que está pidiendo es “decime cómo pensás hacer para crecer” y ni siquiera es para cuestionar o imponer, sino simplemente para estar informado y así empezar a negociar, en serio.
En el fondo de la cuestión, la limitación es que el “primero se crece” exige un ordenamiento integral del Estado, en sus tres niveles de gobierno, para equilibrar las cuentas públicas con una presión impositiva tolerable y un gerenciamiento público profesional que brinde servicios del Estado de alta calidad.
El tema es que, esto, es mucho más desafiante que negociar con el FMI.