Ni ángeles ni demonios: la inflación es fruto de un Estado desordenado - IDESA

Informe Nº: 30/03/2022

Ni ángeles ni demonios: la inflación es fruto de un Estado desordenado

¿Cómo se frena la inflación? No es dolarizando. Sino ordenando el Estado. Que permita tener inflación baja y buenos servicios públicos

Las jubilaciones aumentan trimestralmente, mientras que la inflación es mensual.

Las jubilaciones aumentan trimestralmente, mientras que la inflación es mensual.

Por Jorge Colina, Presidente de IDESA

El principal gasto del Estado Nacional son las jubilaciones. En el año 2017 representaban el 43% del gasto primario nacional. En el 2021 representó el 37% del gasto primario nacional. O sea bajó 5 puntos porcentuales. ¿Cómo se hizo para lograr semejante baja del gasto en jubilaciones?

La explicación está en el gráfico.

Fuente: IDESA en base a normas previsionales e INDEC

Fuente: IDESA en base a normas previsionales e INDEC

 

Tomando como base el año 2017 = 100, se ve claramente que cuando la inflación es alta, las jubilaciones en términos reales caen. Prácticamente desde 2018, cuando empieza la crisis inflacionaria, las jubilaciones se mantuvieron 15% debajo de la inflación.

El dato de mayo de 2022 es un tanto “tramposo” porque en junio –por Ley de Movilidad– va a venir un aumento. Por lo que el dato de junio va a mostrar recuperación. Pero es importante el dato de mayo porque muestra el efecto rezago que tiene la movilidad previsional respecto de la inflación.

Las jubilaciones aumentan trimestralmente, pero la inflación es mensual. Entonces, las jubilaciones se recuperan el mes de aumento (marzo, junio, setiembre y diciembre) pero caen en los dos meses subsiguientes y de esta forma se mantienen por debajo del nivel que tenían en el 2017 cuando la inflación era la mitad. Esta misma pérdida se da con las asignaciones familiares y la Asignación Universal por Hijo (AUH) debido a que se ajustan con la movilidad.

Ahora, si se mira cuál es el gasto primario nacional que más subió entre 2017 y 2021 aparecen los subsidios económicos tanto a la energía como al transporte y otras empresas de servicios públicos. En 2017, el gasto en subsidios económicos era 9% del gasto primario y en 2021 pasó a 14% del gasto primario. Es decir, los cinco puntos porcentuales de gasto que perdieron las jubilaciones se los llevaron los subsidios económicos.

Aquí se manifiesta con toda plenitud la mentira de la inflación. Por un lado, se les dice a los jubilados y a las familias con hijos que no aumentarán el precio de la luz, el gas, el tren y el colectivo. Claro, pero hay que subsidiar desde el Tesoro Nacional este congelamiento de tarifas. El Tesoro, entonces, le pide emisión al BCRA.

El BCRA le dio al Tesoro, entre el 2017 y el 2021, $4,5 billones, lo que significa que la cantidad de billetes en efectivo y caja de ahorro que la gente tenía en el 2017 se multiplicó por cuatro. En una economía donde el PIB cayó, o sea, donde hay menor cantidad de bienes y servicios, los precios se multiplicaron por cuatro.

En Argentina, se pagan 9 millones de jubilaciones. Sólo 1 de cada 4 fueron otorgadas por el régimen general con la totalidad de aportes.  Luego, 2 de cada 4 fueron otorgadas sin aportes y la cuarta con un régimen especial o diferencial lo que significa que se jubilaron antes o con un haber superior.

Como las jubilaciones se multiplicaron por 3,5 los jubilados perdieron en términos reales ese 15% que se ve en el gráfico. Así entonces, el político les promete a los jubilados y las familias que no van a pagar más de luz y gas, pero luego la inflación se los cobra vía caída real de las jubilaciones y la AUH que trae la emisión monetaria de los subsidios económicos.

Aquí es cuando el político apela a echarle la culpa a las grandes empresas formadores de precios que actúan como monopolios. Esto refleja la ignorancia entre los que son precios relativos y lo que es la inflación. 

Un monopolio puede subir el precio de la botella de agua mineral, por ejemplo, lo cual significa que el agua mineral va a ser más cara en términos relativos (es decir, medida contra el precio de otros bienes) en Argentina que en Brasil, Chile o Uruguay. Pero no es inflación. Es un precio relativo más caro.

En cambio, cuando hay inflación todos suben los precios: el monopolio, el pyme, el mayorista, el minorista, el pequeño almacén, la verdulería, el kiosco, el peluquero, el plomero y también los trabajadores que piden subas de salarios. ¿Toda esta vorágine es fruto de una psicosis colectiva?

No. Es fruto de que la economía tiene la misma cantidad de bienes y servicios del 2017 con cuatro veces más billetes. Entonces, todo el mundo pide cuatro veces más de billetes cada vez que vende su producto o su servicio.

¿Cómo se frena la emisión, entonces?

No es dolarizando. Sino ordenando el Estado. Los subsidios económicos deberían estar focalizados en las personas de menores ingresos. La estructura administrativa del Estado debe ser revisada para evitar la superposición de organismos con las mismas responsabilidades a nivel de los Estados nacional, provincial y municipal. Las reglas del sistema jubilatorios también deben ser ordenadas.

En Argentina, se pagan 9 millones de jubilaciones. Sólo 1 de cada 4 fueron otorgadas por el régimen general con la totalidad de aportes. Luego, 2 de cada 4 fueron otorgadas sin aportes y la cuarta con un régimen especial o diferencial lo que significa que se jubilaron antes o con un haber superior.

Un Estado ordenado permite tener una inflación baja y buenos servicios públicos. Mantener un Estado tan desordenado, podrá ser popular porque se permite la repartija de billetes. Pero se vuelve tremendamente impopular cuando la inflación pasa la factura.

Aquí es cuando los políticos pasan a pedir que la factura la paguen los diablos, los formadores de precios o la psicosis colectiva.

 

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