Informe Nº: 41322/11/2011
Los resultados de la cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea fueron tomados con alivio y optimismo. Sin embargo, para Grecia implica declarar el default y comprometer enormes sacrificios. Por ejemplo, para garantizar el pago de la deuda pública se obliga a destinar los futuros ingresos de un megaproyecto de producción de energía […]
Los resultados de la cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea fueron tomados con alivio y optimismo. Sin embargo, para Grecia implica declarar el default y comprometer enormes sacrificios. Por ejemplo, para garantizar el pago de la deuda pública se obliga a destinar los futuros ingresos de un megaproyecto de producción de energía solar. Mientras tanto se sigue difiriendo la solución al problema de fondo, que es la incoherencia de aspiraciones de consumo muy superiores a sus bajos niveles de productividad.
Una mezcla de alivio y euforia prevalece luego de que la cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea anunció que la deuda de Grecia se reducirá un 50%, que el fondo de Facilidades de Estabilidad Financiera Europeo será ampliado y que los bancos privados europeos serán recapitalizados. El anuncio es interpretado como el principio del fin de la crisis de la zona del Euro y el comienzo de solución al “calvario” que sufre Grecia.
En realidad, los Jefes de Estado de la Unión Europea no le “perdonaron” a Grecia el 50% de su deuda. Invitaron a los inversores privados (la mayoría, bancos europeos) a reconocer las pérdidas porque Grecia no puede pagar, y a absorberlas incrementando su capital con fondos propios o de inversores privados. Es decir, se declaró el default de Grecia.
Sin dudas, es positivo explicitar la crítica situación financiera. Sin embargo, no resuelve la cuestión de fondo generada por el hecho de que Grecia aspira a niveles de bienestar que son inconsistentes con sus relativamente bajos niveles de productividad. Una evidencia clara es la amplia brecha entre el crecimiento de la masa salarial en comparación con el bajo crecimiento de su producción. Datos de la OECD, para el periodo 2000 – 2010, muestran que:
• En Grecia, la masa salarial más los beneficios sociales aumentaron un 66% mientras que el producto real aumento apenas un 22%.
• Esto significa que Grecia expandió la capacidad de consumo de su población muy por encima del crecimiento en la producción.
• En Alemania, como contraejemplo, la masa salarial creció un 12% y el producto un 10%, o sea, el consumo y la producción crecen a ritmos similares.
Estos datos sugieren que las decisiones tomadas en la Cumbre ayudan al ordenamiento financiero, pero no aportan a Grecia soluciones de fondo a esta inconsistencia entre altas aspiraciones de consumo y bajas capacidades de producción. Peor aún, mientras se difiere la definición de una estrategia para aumentar la producción, se comprometen esfuerzos ominosos para pagar lo que quede de deuda.
Un ejemplo muy ilustrativo es el Proyecto Helio. Se trata de un megaplan, cuyo nombre deriva del antiguo dios Sol, a través del cual se planea construir un complejo de 220 Km cuadrados de paneles solares para generar 10 GigaWatts de energía solar destinada, en su mayor parte, a ser vendida al resto de Europa. Para tener una idea de órdenes de magnitud, esta capacidad es asimilable a dos tercios de la demanda total de energía eléctrica de la Argentina. La lógica del Proyecto Helio es aprovechar un recurso natural abundante en Grecia (el sol) para generar energía eléctrica y venderla al resto de los países europeos, cuya restricción estructural es, precisamente, la escasez de energía y de sol.
La cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea estipuló que Grecia tiene que pagar deuda pública con 15 mil millones de Euros que se obtengan con la venta de esta energía del Proyecto Helio. Dicho de otra manera, para garantizar el pago de su deuda pública, Grecia debe llegar al extremo de hipotecar el fruto de su generoso sol. La sofisticación de aprovechar algo tan etéreo como el sol para pagar deuda pública es de una elevada sutileza financiera, pero no resuelve –en rigor agrava– su debilidad productiva. Para Grecia, la cuestión sustantiva es decidirse a introducir reformas estructurales tendientes a generar un aumento sustancial de la productividad. El camino alternativo es seguir la estrategia de la Argentina de reducir salarios, jubilaciones y beneficios sociales a través de una megadevaluación. En el caso de la Argentina esto se instrumentó con la salida de la convertibilidad, que para Grecia sería el abandono del Euro.
En suma, Grecia compromete su futuro y pospone la adopción de una estrategia integral y racional para elevar sus niveles de productividad. Salvando las distancias, el proceso es análogo al de la Argentina que, en lugar de aprovechar los favorable precios internacionales para introducir reformas que eleven estructuralmente sus niveles de productividad, apela a recetas fáciles para potenciar el consumo presente a costa de comprometer su futuro con el derroche de los ahorros previsionales y consumiendo las reservas del Banco Central.