Informe Nº: 82508/09/2019
Como parte de la estrategia de salida de la crisis, el gobierno planteó el “reperfilamiento” de la deuda, como lo hizo en su oportunidad Uruguay. La clave del éxito en la experiencia uruguaya no fue la reprogramación de la deuda sino la disciplina fiscal que se sostuvo por más de una década. El “reperfilamiento” […]
El “reperfilamiento” amistoso que el Gobierno nacional propone a los acreedores tiene como antecedente directo la resolución de la crisis de deuda de Uruguay en el 2003. Arrastrado por el descalabro de la economía argentina, Uruguay enfrentó severas dificultades. Ante la imposibilidad de cumplir con los servicios de deuda, se les propuso a los acreedores postergar los vencimientos sin quita de capital y manteniendo la misma tasa de interés. La amenaza de un desordenado default como el que había declarado la Argentina ayudó a su aceptación.
Los resultados del “reperfilamiento” uruguayo fueron muy positivos. Por un lado, se evitaron los conflictos y el aislamiento que genera un default. Pero lo más impactante es que desde el 2003 a la actualidad Uruguay no paró de crecer. 15 años consecutivos de crecimiento económico al 4,7% promedio anual le permitió reducir la tasa de pobreza del 40% en el 2003 al 8% de la población en la actualidad. Si Argentina hubiera tenido ese desempeño económico su Producto Bruto Interno (PBI) sería hoy un 22% superior al actual y su tasa de pobreza podría ser de un dígito como en Uruguay.
¿Cuál fue el principal determinante del éxito uruguayo? Para indagar en las respuestas resulta útil observar el comportamiento de las cuentas públicas uruguayas después del “reperfilamiento” de su deuda. Según datos de la CEPAL se observa que:
Estos datos muestran que Uruguay le dio sustento y consistencia al “reperfilamiento” de su deuda en base a una política fiscal responsable. En los primeros años, esto se reflejó en altos niveles de superávit primario que luego se fueron relajando pero siempre respetando una situación fiscal equilibrada. Este desempeño fiscal es el que permitió ganar la confianza de los acreedores y promover el crecimiento y el progreso social.
Ante el éxito de la experiencia, resulta muy pertinente la idea de que la Argentina emule al Uruguay. Sin embargo, es esencial asumir que el punto medular y más desafiante no es la reprogramación de la deuda sino la disciplina fiscal. Los antecedentes demuestran que con las políticas tradicionales de ajuste no será factible alcanzar los resultados fiscales necesarios para replicar la experiencia uruguaya. Por ejemplo, luego de las crisis cambiarias del 2018, con enormes esfuerzos se hicieron recortes de gastos y aumentos de impuestos para lograr un superávit primario de apenas 0,3% del PBI en el 1° semestre del 2019. Es decir, un nivel muy alejado del que dio sustento al éxito en Uruguay.
Un planteo alternativo a los ajustes fiscales tradicionales es abordar un ordenamiento profundo y estratégico del sector público. Lograr superávits primarios superiores al 2% del PBI y simultáneamente promover alto crecimiento con equidad social es factible abordando tres reformas fundamentales: a) el ordenamiento del sistema previsional en base a eliminar la duplicación de beneficios, suprimir regímenes de privilegio y adoptar mecanismos automáticos de adaptación al proceso de envejecimiento demográfico; b) el ordenamiento de las estructuras del sector público nacional en base a eliminar los organismos y programas (de educación, salud, desarrollo social, vivienda, urbanismo, etc.) que se superponen con funciones provinciales; y c) el ordenamiento del sistema tributario en base a unificar impuestos nacionales, provinciales y municipales para reducir la presión impositiva al contribuyente aumentando la recaudación vía mayor simplificación.
La experiencia uruguaya también muestra la importancia crucial que tuvo la madurez de los actores políticos. El “reperfilamiento” de la deuda se desarrolló en el marco de la transición política desde un partido de centro derecha a uno de centro izquierda, quien fue el que sostuvo por más de 15 años la disciplina fiscal. En el caso argentino se agrega la complejidad de que en los tres grandes componentes del ordenamiento del sector público es muy importante el acuerdo con las provincias, al menos, con las más grandes.