Informe Nº: 20/10/2022
Siguen apareciendo nuevas cotizaciones por la escasez de reservas internacionales. Ya son más de 10 tipos de cambio diferentes y sigue la cuenta. La incertidumbre y la especulación que esto genera son devastadoras para la economía real.
La existencia de múltiples tipos de cambio es un claro reflejo del agotamiento de las reservas internacionales. A principios de octubre las reservas fueron de U$S 36,5 mil millones, el valor más bajo desde 2016. El dólar soja permitió aumentar transitoriamente las reservas, pero tras alcanzar los U$S 38,3 mil millones el 20 de septiembre, volvieron a ubicarse en valores previos a la medida tomada por el gobierno.
A pesar de que este tipo de medidas son claramente de corto plazo ya que sus efectos se esfuman con el paso de los días, o con suerte en meses, se continúan anunciando políticas similares que tan solo funcionan como “parches” para frenar un problema estructural.
Así tenemos hoy una multiplicidad de tipos de cambio. Ya hace rato que en Argentina coexiste un dólar oficial con un dólar mayorista, un dólar turista, un dólar ahorro, un dólar para operaciones bursátiles (MEP y CCL), y hasta con un dólar blue. Algunos han dejado de tener vigencia por decisiones oficiales (dólar soja) o han perdido relevancia por el resultado de tanta dispersión cambiaria (dólar ladrillo).
Pero por si no fuera poco, en los últimos días han ido apareciendo otros tipos de cambio adicionales. Estos casos son:
La existencia de este dólar no implica que desaparezca el tradicional dólar turista ya que, si se gasta menos de U$S 300 al mes, no se aplicará el 25% adicional.
La medida habilita a que las firmas de este sector accedan libremente a un 30% de las divisas que ingresaron por el aumento de exportaciones respecto a 2021. Y a ese porcentaje se le puede sumar un 20% adicional si radican nuevos negocios en el país. En síntesis, se busca que liquiden su remuneración a una divisa con un valor más cercano al dólar blue.
La existencia de más de 10 tipos de cambio es un fuerte desincentivo a las inversiones en el sector real. Por un lado, las desvía hacia el sector financiero, al incentivar la especulación que resulta de cotizaciones diferenciales. Un ejemplo típico es el de obtener dólares a través de la compra de bonos en pesos y de su posterior venta en dólares por medio del dólar CCL. Por otro lado, fomenta actividades fraudulentas como la subfacturación de exportaciones (para liquidar una parte al dólar blue y no al oficial) y la sobrefacturación de importaciones (para comprar la mayor cantidad de divisas posible a un precio bajo como el oficial). Otro problema grave surge del acceso sumamente restringido de dólares para importar que tienen muchos sectores productivos, a lo que se suman directamente restricciones para importar.
¿Qué debe hacerse?
Lo primero que debe reconocerse es que la existencia de múltiples cotizaciones es consecuencia de un error de diagnóstico. La falta de reservas es un resultado de exceso de pesos que provienen del desequilibrio fiscal, y no al revés.
Es por ello que la solución es ordenar el gasto público para reducir el déficit fiscal, empezando por mejorar la gestión de las tarifas y de los planes asistenciales. Hay que dejar de tomar medidas que funcionen como “parches” a corto plazo y empezar a pensar en un ordenamiento integral del Estado para solucionar lo que justamente presiona sobre las reservas, que es la emisión monetaria y el endeudamiento público. No hay que olvidarse de que el Banco Central tiene un balance como cualquier empresa, con un pasivo que es la base monetaria, un activo que son las reservas, y un patrimonio neto. El problema está en que tiene un activo cada vez más chico para sustentar un pasivo cada vez más grande.
Una alternativa más a corto plazo, pero mejor que lo que tenemos hoy en día, sería un desdoblamiento formal en solo dos tipos de cambio: un dólar oficial o comercial para las exportaciones e importaciones, y otro financiero, libre, destinado al resto de las actividades económicas.