Informe Nº: 02/02/2025
A comienzos del siglo, la tasa promedio de Ingresos Brutos era de 2,4%.
Por Jorge Colina, Presidente de IDESA
La estabilidad de precios con atraso cambiario hizo que todos los sectores de la producción pusieran el grito en el cielo con el tema del “alto costo argentino”. Cuando se les pregunta dónde duele más el zapato responden: Ingresos Brutos provinciales y las tasas de industria y comercio municipales.
Lo que pasó con Ingresos Brutos, y lo mismo ocurrió con las tasas municipales, sólo que no se tiene datos oficiales de éstas, es que históricamente fueron un dolor en los costos de producir, pero fueron creciendo anárquicamente por acción de las provincias hasta niveles intolerables.
A comienzos del siglo, allá por el año 2004, la tasa promedio de Ingresos Brutos era de 2,4%. Comenzó a crecer en la época de la gran bonanza (2004 – 2012), cuando nadie le dio demasiada importancia a las subas ya que todos disfrutaban de la facilidad de negocios que daba la bonanza. En el 2013 se terminó la bonanza y la tasa de promedio de Ingresos Brutos ya estaba en 4%. Como a partir de este año la actividad económica se estancó, este nivel de alícuota se volvió insostenible para la producción.
Por eso todos los sectores productivos piden eliminarlo, mientras que los gobernadores están en la zona de confort de vivir de la renta que le sacan a la producción con Ingresos Brutos y los intendentes con las tasas de industria y comercio municipales.
Primero, porque son impuestos en cascada. Esto es, supongamos una alícuota de 4% de las ventas.
Un importador paga una sola vez (cuando importa) por lo que puede vender más barato que el productor nacional. Por eso los productores nacionales se quejan de la “competencia desleal” contra importadores que plantean Ingresos Brutos y las tasas de industria y comercio municipales.
A esto hay que agregarle que las provincias usan el sistema bancario y de tarjetas de créditos para hacer cobros forzados por adelantado de Ingresos Brutos lo que hace que cuando productores y comerciantes venden “en blanco” terminan sufriendo detracciones de su precio. Por esto, hay tanta informalidad en las ventas. Los gobernadores contentos, porque el sistema bancario y las tarjetas de créditos recaudan gratis y automáticamente para ellos, pero los productores y los consumidores sufren fuertes pérdidas.
Entonces, Ingresos Brutos y tasas de industria y comercio municipales encarecen la producción y destruyen empleo. Por lo tanto, generan estancamiento, informalidad y, a la larga, pobreza. Por eso, hay que eliminarlos.
Aquí vienen los gobernadores e intendentes y dicen: “No podemos eliminar estos impuestos porque nos financiamos con ellos”.
Ciertamente, los gobiernos locales (provincias y municipios) necesitan financiarse para dar servicios a la comunidad. El punto es que no deberían financiarse con impuestos que minan la producción. Simplemente porque es tirarse varios tiros en los pies: están matando la producción del que le tiene que pagar los impuestos.
Por eso, el desafío es: ¿Cómo eliminar Ingresos Brutos y tasas de industria y comercio municipales sin desfinanciar a las provincias y los municipios?
Lo primero a tener en cuenta es que las provincias y sus municipios se financian con tres impuestos a las ventas:
La forma de eliminar Ingresos Brutos y tasas municipales es haciendo que la Nación renuncie a la coparticipación de IVA y que las provincias con sus municipios unifiquen el IVA con Ingresos Brutos y tasas municipales en un único impuesto, que sería un “super-IVA”.
La alícuota de este “super-IVA” sería más alta que la del actual IVA porque se estaría explicitando la presión tributaria acumulada de los tres impuestos. Pero la ventaja es que el “super-IVA” es un impuesto al valor agregado, por lo tanto, no tiene efecto cascada. Entonces, baja el “costo argentino” para producir.
Luego que cada provincia con sus municipios se apropie del “super-IVA” que se genere en su territorio. De esta forma, habría un gran incentivo a los gobernadores e intendentes a generar producción en sus territorios dado que, a mayor producción, mayores recursos fiscales locales, que deberían volcarse a mejorar el bienestar y la competitividad de la localidad, generando mayor producción y mayores recursos fiscales. Armándose así el círculo virtuoso.
Lo anterior supone que no habría más coparticipación. Cada provincia con sus municipios se financiaría con lo que produce. Para las provincias del norte, que hoy no están en condiciones de financiarse con lo que producen, un fondo de convergencia para que inviertan en infraestructura física, humana e intelectual a fin de que se desarrollen y puedan financiarse con lo que producen.
Fuente: El economista