Informe Nº: 31/08/2022
Cuando aparecen los malos resultados, los funcionarios nacionales, provinciales y municipales se terminan echando la culpa entre ellos
El Ministerio de Economía redujo partidas de los Ministerios de Educación, Salud, Hábitat, Obras Públicas y Transporte, todos ministerios de la Nación. Las partidas reducidas corresponden a programas nacionales de estos ministerios en las provincias y los municipios. Estos programas nacionales tienen por finalidad “ayudar” a las provincias y los municipios en funciones que son locales.
Por caso, las partidas disminuidas del Ministerio de Educación nacional corresponden a los programas “Fortalecimiento Edilicio de Jardines Infantiles”, “Infraestructura y equipamiento” y el “Plan Federal Juana Manso” que reparte computadoras en escuelas.
Las partidas disminuidas del Ministerio de Salud nacional son las del programa “Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles e Inmunoprevenibles” que reparte vacunas en las provincias y los municipios.
En el Ministerio de Hábitat se disminuyeron las partidas del programa nacional “Planificación y Desarrollo Territorial” que es uno que aporta fondos al ProCreAr para financiar viviendas en las provincias y los municipios.
En los Ministerios de Obras Públicas y de Transportes se redujeron transferencias de programas nacionales (con nombres muy largos que ya no vienen al caso) para obras urbanas en provincias y municipios.
Lo primero y natural que sucedió es que se acusa al Ministerio de Economía de la Nación de haber ejecutado un “ajuste” fiscal ortodoxo en perjuicio de la educación, la salud, la vivienda y las obras de infraestructura urbana. Otros acusan de que el “ajuste” fiscal es sobre las provincias y los municipios.
El Ministerio de Economía prefirió guardar silencio. Cuando, en realidad, lo que correspondía hacer es explicar que la Nación no debe hacer estos gastos porque corresponden a funciones provinciales y municipales. Los gobiernos locales ya reciben fondos de la coparticipación y de impuestos propios para financiar y gestionar estas funciones. Si los fondos propios son insuficientes, hay que revisar la coparticipación, pero no usar fondos nacionales para “ayudar” a las provincias y municipios.
En rigor, debería ser la oportunidad para plantear una reorganización estructural del Estado tendiente a eliminar los programas nacionales que se entrometen en funciones provinciales y municipales.
Cuando aparecen los malos resultados (educativos, sanitarios, de vivienda, de infraestructura urbana) los funcionarios nacionales, provinciales y municipales se terminan echando la culpa entre ellos por insuficiencia de las migajas o migajas que no llegaron.
Cuando, en realidad, lo que sucedió es que los funcionarios provinciales y municipales, por estar peregrinando a Buenos Aires buscando las migajas, descuidaron la calidad de la gestión del 90% del gasto en educación, salud, vivienda y urbanismo que se financia con los fondos propios.
Lo que corresponde es que la Nación no se entrometa en funciones provinciales y municipales. La Nación lo que debe hacer es medir los resultados de las provincias y los municipios y darlos a conocer a la ciudadanía. De esta forma, los ciudadanos tendrán información transparente para ejercer presión social sobre sus intendentes y gobernadores para que mejoren la calidad de la gestión de los servicios sociales.