Informe Nº: 15/09/2021
El gobierno prorrogó hasta el 31 de octubre los cupos a las exportaciones de carne vacuna. No es la primera vez que se acude a este tipo de medidas en Argentina. En particular, entre los años 2006 y 2015 se ejerció un fuerte cepo exportador con el mismo argumento: defender la mesa de los argentinos. Analizar los efectos de aquella medida pueden permitir pensar las consecuencias del decreto actual.
Recientemente el gobierno prorrogó hasta el 31 de octubre los cupos a las exportaciones de carne vacuna, que limita los embarques a un máximo del 50% del promedio despachado durante el segundo semestre de 2020. Esto se suma a la ya establecida prohibición de exportación de siete cortes populares que rige hasta el 31 de diciembre. Estas medidas se dieron luego que el gobierno tomara nota de la situación actual de los hogares argentinos, en donde, desde el comienzo del mandato los salarios de los trabajadores estables pasaron de poder comprar más de 180 kg. de carne a menos de 130 kg (una caída del 30%), a la vez que el consumo actual de carne vacuna se encuentra en 45,5 kg. por habitante, un tercio menos de lo que se consumía hace 15 años.
No es la primera vez que se acude a este tipo de medidas en Argentina. En particular, entre los años 2006 y 2015 se ejerció un fuerte cepo exportador con el mismo argumento: defender la mesa de los argentinos. Sin embargo, los resultados terminaron yendo en el sentido opuesto de lo inicialmente planeado.
Analizar los efectos de aquella medida pueden permitir pensar las consecuencias del decreto actual:
La solución está en otro lugar
La mejor manera de llevar tranquilidad a la mesa de los argentinos es con una política macroeconómica sana que termine con la destrucción sistemática del valor de nuestra moneda. Cualquier política específica abocada a determinar el precio de la carne va a fracasar con el tiempo si no se solucionan los problemas con el peso, para lo cual hace falta una reorganización del Estado que permita terminar con el secular déficit fiscal.