Informe Nº: 12/01/2022
En mayo de 2021 el gobierno implementó, una vez más, cepos a las exportaciones de carne vacuna con el argumento de “defender la mesa de los argentinos”. Estas medidas no trajeron los resultados buscados: el precio de la carne continuó aumentando por encima de la inflación, se perdieron cuotas de mercado externo y la oportunidad de aprovechar los incrementos en los precios internacionales. Sin embargo, el gobierno apunta en 2022 a repetir la mala receta y continuar interviniendo esta actividad que es estratégica para el desarrollo del país.
A lo largo del 2021, y como otras veces en los últimos años, el gobierno estableció cierres de exportaciones a la carne, aperturas parciales, cupos, cortes prohibidos, y precios cuidados. Es decir, una serie de restricciones que tenían por objetivo ordenar al mercado vacuno y contener el aumento de precios internos: ¿Cuáles fueron los resultados?
En este contexto, las restricciones tuvieron dos grandes efectos:
Por un lado, está lo que se pudo haber ganado: si la industria hubiera podido sostener las exportaciones del año previo, se hubieran obtenido ingresos para el país por unos 400 millones de dólares en tan solo siete meses. Este fue el costo que terminó pagando la balanza comercial..
Por otro lado, tampoco se logró el objetivo primario de frenar los precios en el mercado interno. El valor promedio de los distintos cortes de carne vacuna consumida en el país creció 61% en el último año, aproximadamente 10 p.p. por encima de la inflación. Con lo cual los salarios de los trabajadores estables pasaron de poder comprar más de 165 kg. de carne a menos de 143 kg. (una caída de 22%). Como contrapartida, el consumo siguió cayendo a mínimos históricos, encontrándose en 46 kg. por habitante.
Sin embargo, a pesar de este fracaso, se decidió continuar interviniendo el mercado cárnico hasta 2023. Si bien solo contempla la prohibición de exportación de los siete cortes de carne más consumidos por los argentinos, que a su vez son los menos demandados en el exterior, se genera desconfianza tanto en los productores como en los clientes internacionales.
En vista a los datos, la solución para “cuidar la mesa de los argentinos”, no está en restringir el libre mercado agropecuario, ya que la causa de los problemas no está ahí. Su raíz son los desequilibrios macroeconómicos: una emisión monetaria descontrolada para hacer frente a un inmensurable gasto público. La mejor manera de llevar tranquilidad a la mesa de los argentinos es con una política macroeconómica sana que termine con la destrucción sistemática del valor de nuestra moneda.