Informe Nº: 15/10/2021
Desde que asumió el actual gobierno, la situación cambiaria del país ha sido muy endeble. Recibió el gobierno en diciembre de 2019 con 44 mil millones de dólares y en diciembre del 2020 estaban en 38 mil millones.
A partir de ese momento empezó a perder reservas de manera consistente, prácticamente todos los días. Terminó septiembre con un nivel de 38 mil millones, o sea, el nivel que tenía en diciembre del año pasado cuando comenzó la recuperación gracias a los precios internacionales. Es decir, en 2 meses (agosto y septiembre) el Banco Central perdió todas las divisas que había recuperado desde diciembre de 2020 gracias a los excelentes precios internacionales.
En este escenario, el gobierno optó por reforzar las medidas cambiarias ya en ejecución. Dentro de las primeras medidas implementadas se encuentra el cepo a la compra de dólares, el cual se impuso hace ya más de dos años. Luego se decidió gravar la compra de dólares para desincentivar dicha actividad y mermar la pérdida de reservas. Por otra parte, las medidas más recientes se dirigen al dólar MEP y a las operaciones de comercio exterior.
La semana pasada se redujo nuevamente el monto máximo a operar en el mercado el cual pasó de U$S160 mil a U$S 80 mil. Adicionalmente, se imposibilita a los ahorristas que adquirían dólar bolsa venderlos por esa misma vía los 30 días posteriores a la compra. De manera conjunta, estas dos medidas reducen la cantidad de divisas adquiridas en los mercados formales y, por ende, se espera que la pérdida de reservas se reduzca. Sin embargo, esto probablemente impacte en la cotización del dólar paralelo ya que los ahorristas buscarán adquirir la divisa en algún mercado sin restricciones.
Por otra parte, en lo que respecta a las operaciones de comercio exterior, ya condicionadas por las restricciones impuestas en los últimos años, se sumó una nueva restricción a las importaciones. El circuito de comercio exterior involucra dólares que ingresan al país, principalmente, vía exportaciones, y sus destinos podrían agruparse en cuatro categorías: atesoramiento por parte de los ciudadanos, turismo internacional, pago de remesas a empresas del exterior o importaciones. La primera categoría, como ya mencionamos, se encuentra fuertemente restringida. El uso de dólares formales para turismo, además de haberse reducido producto de la pandemia, también sufre restricciones. Las remesas al exterior también están restringidas lo que impide que entren capitales extranjeros para inversión. Por último, las importaciones también están siendo restringidas, pero el punto clave es que los sectores productivos críticos en todo el país dependen de insumos importados para mantener su cadena de producción y comercialización en funcionamiento.
La medida implementada la semana anterior limitó el pago anticipado de algunas importaciones y redujo el importe máximo de las transacciones. Es decir, el importador no puede pagar de antemano, sino que debe esperar al despacho de la mercadería, y puede importar una menor cantidad de bienes. Esto afectará principalmente al aprovisionamiento de materias primas. En teoría la medida aplica hasta el 31 de octubre. Pero dado el panorama cambiario, suena inverosímil imponer una restricción y levantarla 14 días antes de las elecciones. Si bien el Banco Central aclaró que alcanza sólo al 13% de las operaciones el hecho que se limiten estas transacciones enciende las luces de alarma. La señal para las empresas y el mercado es cada vez más clara, faltan dólares.
Las medidas implementadas en estas últimas semanas están llegando al límite en el uso de las divisas y la brecha ya es del 90% entre el dólar libre y el dólar oficial. Esto implica que luego de las elecciones el precio del dólar oficial tenderá al alza, abrupta o lentamente, pero con seguridad a subir.