Informe Nº: 16/03/2022
Parecería que el diagnóstico oficial es que los “remedios” que están siendo administrados son en dosis insuficientes y, por eso, hay que reforzar las dosis
La tasa de inflación de febrero de 4,7% mensual es un número alto. Si bien en marzo del 2021 fue similar (4,8%) cabía esperar en ese momento un aumento porque en el 2020 se había ubicado en el orden del 2% promedio mensual por el confinamiento. En la salida del confinamiento era previsible que la inflación tendiera a ajustarse al alza. Pero en el 2021 la inflación promedio mensual ya se ubicó por encima del 3%, por lo que comenzar el 2022 con una inflación del 4% en enero y febrero es señal de una aceleración inflacionaria. Al 4% mensual, la inflación anual del 2022 va a ser 60%.
El Gobierno reacciona con propuestas de reforzar Precios Cuidados, controles de precios y subir los derechos de exportación de los cereales para que el precio doméstico no siga al internacional. Estos remedios son los mismos que se vienen aplicando desde que el Gobierno asumió en el 2019, con los resultados que están a la vista: la inflación se acelera. Parecería que el diagnóstico es que están siendo administrados en dosis insuficientes, por eso, habría que reforzar las dosis.
En la visión oficial hay una confusión entre aumentos de precios e inflación. Aumento de precio es un precio que sube de nivel y que puede hacerlo por única vez y después quedarse allí o bajar. Inflación, en cambio, es el aumento sostenido en el tiempo de todos los precios.
La diferencia no es trivial porque aumentos de precios se dan hasta en economías que tienen 0% de inflación. En estas economías algunos precios pueden subir, la gran mayoría se mantiene y otros bajan. Por eso el promedio da 0%.
En cambio, con inflación, todos los precios suben al ritmo del promedio. Por ejemplo, en el último dato de febrero la inflación anual fue 52,3% y todos los precios subieron más o menos a este ritmo. Dentro de los que no están regulados, el que menos subió fue el tabaco que lo hizo por arriba del 30% y los que más subieron fueron la leche y las bebidas alcohólicas, con 70%. Hasta la energía que pagan los usuarios de AMBA, la cual está férreamente congelada, subió 10% (dos dígitos).
En este marco, los Precios Cuidados no son una política antiinflacionaria porque no atacan la suba sostenida de todos los precios. Son como una especie de “Black Friday” donde por un tiempo limitado, ciertos negocios tienen ciertas marcas de ciertos productos más baratos.
En Argentina, con una inflación del 52%, que los precios de una marca estén un poco más baratos que los de las otras marcas, no significa que dicho precio no haya subido sino que está subiendo transitoriamente por debajo de las otras marcas. Pero sube a razón de dos dígitos anual, igual que el resto.
Entonces, el programa Precios Cuidados actúa como un “Black Friday” dando descuentos transitorios en algunas marcas de algunos productos, pero no va a bajar la inflación del nivel de 52% anual.
Lo mismo con los derechos de exportación y los controles de precios. Pueden contener transitoriamente el aumento de algún precio específico, si la economía tuviera una baja inflación del orden de un dígito anual. Pero si el precio al consumidor del pan y los cereales vienen subiendo a febrero de 2022 a razón del 53% anual, el aumento de los derechos de exportación al trigo, en el mejor de los casos, evitará que el pan y los cereales suban por encima de ese ritmo. Pero bajar la inflación del pan y cereales con derechos de exportación es una ilusión. Los controles de precios en el pan ya no sirven ni para el anuncio porque ni los militantes se lo toman en serio.
La inflación es multicausal. Pero cuando es del 52% anual, y en crecimiento, es porque hay un grave desquicio monetario. Esto se puede ilustrar con dos agregados monetarios básicos que son la base monetaria y el M2 (la suma de todo el dinero en efectivo, en cuenta corriente y en caja de ahorro en poder de la gente). La base monetaria es la emisión propiamente dicha y el M2 es la base monetaria expandida en manos de la gente por efecto del multiplicador bancario.
A febrero, la inflación –como se supo– fue de 52,3% anual. La base monetaria creció sólo 43% (por debajo de la inflación). Pero el M2 o dinero líquido en poder de la gente creció 61% anual (por encima de la inflación). Este crecimiento del dinero líquido en poder de la gente por encima de la inflación indica que hay presión sobre los precios. El desquicio se manifiesta en el hecho de que el dinero en poder de la gente sube por encima de la emisión propiamente dicha. Esto muestra que la autoridad monetaria no está pudiendo controlar la expansión de la cantidad de pesos en manos de la gente.
El acuerdo con el FMI tiene sólo dos puntos duros. Que en 2022 el déficit primario del Tesoro no sea superior a $1,7 billones (muy parecido al 2021 que fue $1,4 billones) y que el Banco Central no emita más de $705.000 millones para darle al Tesoro (esto es sólo 1/3 de la emisión que le dio en el 2021, que ascendió a $2,1 billones).
No es capricho. Es un claro mensaje de que hay que recuperar el control monetario (en lugar de Precios Cuidados, controles de precio y derechos de exportación a los cereales). No por el FMI sino por la gente para que no sea castigada con más inflación.