Informe Nº: 53012/01/2014
La aceleración de la inflación insinúa el final de un ciclo de expansión basado en el estímulo al consumo. Se trata de una experiencia ya vivida en el pasado, cuya única particularidad en esta ocasión es que el ciclo fue más largo gracias al contexto internacional inéditamente favorable. Pero el final es similar: estancamiento del […]
La aceleración de la inflación insinúa el final de un ciclo de expansión basado en el estímulo al consumo. Se trata de una experiencia ya vivida en el pasado, cuya única particularidad en esta ocasión es que el ciclo fue más largo gracias al contexto internacional inéditamente favorable. Pero el final es similar: estancamiento del empleo y aumentos de salarios que no compensan la inflación. Para superar el agotamiento del modelo es fundamental un profundo ordenamiento del sector público y reglas que estimulen la inversión y la generación de empleos.
La inflación se ha convertido en uno de los principales factores de intranquilidad en la población. Diariamente se percibe la pérdida de capacidad de compra debido al aumento de los precios. A esto se agrega la incertidumbre que genera la desaceleración en la generación de empleos. Frente a este panorama, las autoridades insisten en minimizar la importancia de la inflación y seguir apelando a las mismas estrategias como, por ejemplo, los acuerdos de precios.
En la visión oficial, los aumentos de salarios nominales y de gasto público son un factor de estímulo a la actividad económica y el empleo. Los impactos que esta estrategia produce sobre la inflación se subestiman. En parte, a través de la manipulación de las estadísticas del INDEC, en otra parte, considerándolos un efecto colateral no deseado pero que se justifica tolerar en aras de impulsar el crecimiento económico.
Para evaluar en qué medida la realidad se ajusta al diagnóstico oficial se puede analizar la información oficial sobre empleo y salarios publicados por el Ministerio de Economía y de inflación difundidos por el Congreso Nacional. Según estas fuentes se observa que:
– Entre los años 2003 y 2008, el empleo privado formal creció al 9% y el salario nominal al 20% promedio anual, mientras la tasa de inflación era de 14% promedio anual.
– Entre los años 2008 y 2011, el empleo privado formal creció al 2%, el salario nominal al 27%, mientras la tasa de inflación ascendió al 22% promedio anual.
– En el año 2013, el empleo privado formal creció apenas 1% mientras que la tasa de inflación igualó el crecimiento de los salarios en el entorno del 27%.
Estos datos muestran tres etapas en el ciclo que se inicia a la salida de la crisis del año 2002. En el primer período, si bien la inflación fue muy alta, se disimuló con aumentos nominales de salarios más altos aún y alto crecimiento en el empleo. En la etapa intermedia, se acelera la inflación y esto tiene asociado menor crecimiento real de los salarios y paralelamente se debilita la creación de empleo. Los datos del año 2013 sugiere el ingreso a una tercera etapa, donde el empleo se estanca y la aceleración de la tasa de inflación tiende a superar el crecimiento de los salarios nominales.
Promover el crecimiento económico basado exclusivamente en estímulos al consumo sin atender la inversión es un proceso no sustentable. Por eso se llega fatalmente a una instancia en la cual se acelera la inflación y se detiene el crecimiento del empleo y los salarios reales. Ciclos de este tipo han ocurrido muchas veces en la historia argentina. La particularidad de los últimos años es que fue más largo. En parte, por la profundidad de la crisis del año 2002 que llevó a que recién en el año 2008 se recuperara el nivel de salario real prevaleciente antes de la crisis. Por otra parte, debido al inédito contexto internacional favorable. Los términos del intercambio, o sea la relación de precios de exportaciones versus precios de las importaciones, son un 30% superior en el año 2012 respecto al año 2003. A esto se suma las históricamente bajas tasas de interés internacionales.
Llegada la instancia en que la aceleración inflacionaria diluye los aumentos nominales de salario y se estanca la creación de empleos no hay margen para “profundizar el modelo”. Las propias autoridades, más allá del discurso, lo reconocen implícitamente cuando en total oposición a lo que fueron las políticas de la década pasada proponen para el año 2014 que en la negociación colectiva se fijen aumentos de salarios inferiores a la tasa de inflación.
Una alternativa más promisoria es reconocer el “agotamiento del modelo” y cambiar de estrategia promoviendo aumentos de empleos y salario reales basados en la elevación de la productividad. Esto exige atacar el principal factor generador de inflación que es el enorme desequilibrio fiscal que obliga a la masiva emisión monetaria sin respaldo. En paralelo, entablar un camino de reconstrucción institucional tendiente a recuperar la inversión genuina y la generación de empleos privados productivos.