Por Jorge Colina, Presidente de IDESA
Los últimos datos del Indec dieron aumento del desempleo desde 5,7% en el 4° trimestre del 2023 a 5,7% a 6,4% en el mismo período del 2024. Todas las esperanzas se ponen en que vuelva el crecimiento económico para que esta tasa decrezca. Pero la verdad es que los problemas laborales son mucho más complejos de resolver que el desempleo abierto y, es más, muchos de ellos no se resuelven sólo con crecimiento.
Para ello es importante hacer un pequeño análisis de qué pasó, no con los desempleados, sino con los que tienen empleo.
En el 4° trimestre del 2024 se registró un leve incremento del empleo, que resultó insuficiente para absorber el crecimiento en la participación laboral, por eso aumentó el desempleo. Pero aumento de empleo hubo.
¿Qué empleo? El empleo asalariado registrado cayó en 200.000 personas, el empleo asalariado no registrado se mantuvo estable y el cuentapropismo aumentó en 300.000 personas. Entonces, hubo destrucción de empleo bueno y aumento del empleo precario con un aumento neto de 100.000 ocupados. El cuentapropismo en general es tipo de empleo inestable, de ingresos inciertos y que para muchos es un medio de sobrevivencia.
La lógica en el mercado laboral es que, cuando una persona no logra conseguir un empleo en una empresa formal, no le queda otra que autoemplearse. Modalidad de inserción laboral que se ve muy facilitada por las nuevas tecnologías. El que no encuentra empleo formal lo primero que hace es agarrar el auto, la moto o la bicicleta y se pone a transportar gente o productos con las plataformas digitales o directamente a vender productos por las redes sociales.
En este sentido, los empleos de plataforma digital -tan demonizados- terminan siendo una tabla de salvación facilitando que gente que no encuentra empleo fijo tenga, hasta tanto encuentre uno, empleo como cuentapropista. Siempre es mejor empleo de plataforma digital que desempleo.
De esta forma, los empleos de plataforma atenúan los problemas de trabajo en las crisis, pero no los resuelve. Otra cosa que se observó en los últimos datos del Indec es que aumentó en 250.000 personas la gente que, estando ocupada, busca trabajar más pero no consigue y en 50.000 aquellas que dice que no busca pero, si le ofrecen algún currito adicional, agarra.
Entonces hacen falta más pero también mejores empleos. No importa que sean de plataforma digital. En la medida que abunde la demanda de servicios, los ingresos de los cuentapropistas serás más elevados y más estables. Pero también es importante que no abunden los cuentapropistas porque tiran abajo los ingresos por exceso de oferta laboral. Por eso es crucial que aumenten los empleos asalariados en empresas privadas.
Mejores instituciones laborales para que haya mejores empleos
En materia de regulaciones laborales, el Gobierno tuvo avances pero fueron de normalización, no de modernización. El ejemplo más claro es el de haber eliminado la multiplicación de la indemnización por despido cuando el empleo está mal registrado y volver a la indemnización por despido normal de la Ley de Contrato de Trabajo que dice un sueldo por año de antigüedad, nada más. O también el aumento del período de prueba para pymes que no tienen la sofisticación de las grandes empresas en la selección de personal.
Modernización son palabras mayores. Es cambiar las instituciones laborales para adaptarlas a las nuevas exigencias tecnológicas y de la competencia. La buena noticia es que no hace falta un cambio integral de las leyes laborales para avanzar en la modernización. Con dos cambios legales técnicamente simples se puede mejorar sustancialmente la capacidad de las pymes de emplear gente y organizar la producción para ser más competitiva y productivas en un entorno que -esperemos- sea de crecimiento económico.
Uno es habilitar a las pymes a que puedan desengancharse de los convenios colectivos de trabajo sectoriales, que fueron negociados por allá por las décadas del ’70 (comercio y metalúrgicos, por ejemplo) y el ’80 (camioneros y mecánicos, por ejemplo) y nunca se actualizaron por efecto de la ultraactividad, que es, que los convenios colectivos nunca vencen.
Las empresas grandes sortean esta vetusta institución laboral negociando su propio convenio con el sindicato central y lo logran porque tienen alta productividad y prometen salarios más altos que los convenios sectoriales. Pero las pymes, que ni siquiera llegan a poder pagar los salarios del convenio sectorial, la única salida que les queda es irse a la informalidad. La informalidad mata productividad laboral, por lo tanto, las pymes quedan entrampadas en la generación de malos empleos. Por eso, si la CGT no quiere renovar los convenios colectivos ultraactivos, hay que permitir el desenganche de las pymes de esta vetusta institución laboral.
La otra medida es poner un mínimo no imponible a la masa salarial en las contribuciones patronales. Con esto las empresas más chicas no pagarán contribuciones patronales, las pymes empezarán a pagar progresivamente a medida que vaya creciendo su planta de personal y las grandes seguirán pagando, dado que tienen mayor productividad, al sólo efecto de no desfinanciar el sistema previsional. Esta medida ni siquiera tiene costo fiscal porque las pequeñas empresas tienen el empleo en negro y las pymes lo tienen en gris (mitad blanco, mitad negro).
La reforma laboral para modernizar las instituciones laborales no es difícil ni requiere ser integral. Con un poco de imaginación para salirse de los moldes mentales tradicionales, con cambios chicos se pueden lograr grandes cambios en materia de calidad de los empleos.
Fuente: El economista