Pobreza
El retorno de la medición de la pobreza y la indigencia confirman que mucha gente sufre privaciones materiales. El dato debería motivar autocrítica, especialmente en torno a la sobreestimación de los impactos que se esperaban del asistencialismo. Limitándose a repartir dinero no se logrará erradicar la indigencia ni mucho menos la pobreza. Además de ayuda social, se necesita estabilidad de precios, maternidad responsable y facilitar la inserción laboral de las mujeres.
VERAumenta la preocupación por la perseverancia de la pobreza. Se trata de un fenómeno que responde a factores estructurales donde se destacan la insuficiencia de empleos de calidad y la ausencia de servicios e infraestructura básica. Menos mencionado pero no menos importante es la aplicación de políticas públicas que desalientan entre las jóvenes la educación, la maternidad responsable y, asociado a ello, su inserción laboral.
VERUNICEF informó que en la Argentina, a finales del 2015, 1 de cada 3 niños y adolescentes es pobre estructural. Es decir, sufre alguna carencia de acceso a un derecho básico. La experiencia demuestra que con asistencialismo convencional nunca se revertirá esta dura realidad. En este marco, la devolución del IVA que grava los alimentos a la gente de más bajos ingresos plantea una alternativa innovadora con interesantes potencialidades.
VERLos cambios que están ocurriendo en Cuba resultan muy sugerentes y aleccionadores para la Argentina. En particular, confirman un nuevo rol de las ideologías como fuente de inspiración en el diseño de las políticas públicas. En temas trascendentales como la lucha contra la pobreza se observa que, más que las ideologías, son la racionalidad, el pragmatismo y el profesionalismo en el manejo del sector público los ingredientes para concretar políticas públicas exitosas.
VERLas tecnologías basadas en la información tienen profundos impactos sobre los procesos productivos y los mercados de trabajo. La Argentina no está preparada ni preparando a sus nuevas generaciones para aprovechar las oportunidades ni afrontar los desafíos que imponen estos cambios. Por el contrario, se persevera en costosas políticas que llevan a la exclusión sobre todo de los más pobres.
VERLos datos oficiales señalan que mucha gente vive con ingresos magros. El fenómeno está asociado a que los programas asistenciales no llegan a compensar las consecuencias de la alta inactividad laboral. Esta debilidad alerta sobre los costos sociales de seguir apostando al continuismo del desequilibrio fiscal y la falta de competitividad ya que ambas llevarán a la devaluación y a la aceleración de la inflación. La alternativa es abordar con responsabilidad y profesionalismo una profunda revisión y modernización del sector público.
VEREl debate parlamentario es la oportunidad para corregir los defectos de la Asignación Universal por Hijo. Esto permitiría transformarla desde un programa asistencial tradicional, similar a lo que en su momento fue el Plan Jefes, a una herramienta de promoción social. Para eso es clave establecer mecanismos más modernos de monitoreo de los controles de salud y escolaridad, y premiar la incorporación de la madre al mercado laboral y los logros escolares.
VERLa Asignación Universal por Hijo es la política de protección social que reúne los mayores consensos. Sin embargo, para que sea efectiva ella debe articularse con acciones institucionales que apunten al cuidado de la primera infancia. Por un lado, porque el combate a la pobreza requiere de la activación laboral de todos los integrantes de los hogares pobres en edad activa y, por otro lado, porque es fundamental mejorar la atención y la estimulación temprana de los niños en situación de vulnerabilidad. En el presente número de Empleo y Desarrollo Social se ofrecen algunas ideas para institucionalizar un sistema de cuidados para la primera infancia que beneficie en forma particular a las familias en situación de pobreza.
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El principal factor que explica la peor distribución del ingreso de la Argentina con respecto a Europa es el mal funcionamiento del sector público. Por eso, para ser coherentes con la aspiración de lograr una mayor igualdad social, el camino no es presionar para no pagar el impuesto a las ganancias sino mejorar su aplicación, replantear prioridades en la asignación del gasto público y abordar un proceso estructural de modernización y profesionalización del Estado.
VERLas autoridades económicas desistieron de publicar la medición de la pobreza. Falsear las estadísticas oficiales es un acto de alta irresponsabilidad pública que desvía la atención de la cuestión principal. La polémica sobre cuántos son los pobres reduce la visibilidad de las regresivas consecuencias que tiene asociado el despilfarro del gasto público. Para reducir la pobreza es imprescindible dejar de manipular estadísticas y fundamentalmente revisar con mucho sentido crítico la forma en que se está administrando el Estado.
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