Si ordenamos el Estado, no hace falta dolarizar - IDESA

Informe Nº: 19/04/2023

Si ordenamos el Estado, no hace falta dolarizar

Con un Estado ordenado, el Banco Central podría existiry ejercer la “soberanía monetaria”. Pero lo más importante de todo es que el peso argentino sería fuerte.

Jorge Colina Presidente de IDESA

El descalabro de emisión monetaria del Estado Argentino lleva a muchas personas a creer que la dolarización es la solución. La racionalidad detrás es que, si no hay un Banco Central que emita dinero, no habrá posibilidad de que el Tesoro Nacional se financie con emisión monetaria. Esto obligará al Tesoro Nacional a no generar déficit fiscal.

Argentina ya probó con esto. No hace mucho. Sin ir al extremo de dolarizar, implantó entre 1991 y 2001 el régimen de convertibilidad. Esto es, el Banco Central tenía prohibido emitir pesos sin respaldo de dólares a una tasa de conversión de 1 pesos = 1 dólar.

La razón es que Argentina había caído en hiperinflación en 1989 y hasta finales de 1990 se mantenía persistente. Aquí hay que aclarar que en julio de 1989 asume el entonces presidente Carlos S. Menem en plena hiperinflación (la tasa de inflación de ese mes fue 200% mensual) y su primer apuesta no fue la convertibilidad. 

Fue un arreglo corporativo donde una gran empresa argentina (Bunge & Born, en aquel entonces) lideraría los grupos empresarios argentinos desde el Ministerio de Economía y el peronismo haría lo propio con los sindicatos organizados desde el Ministerio de Trabajo bajo el paraguas de un gran pacto social y un gran acuerdo de precios.

Bueno, a finales de 1990, un año y medio después de este primer experimento, la inflación transcurrida en el período había sido de 3.300%. Claramente, la solución corporativista ya no funcionaba (pero seguimos insistiendo con los grandes pactos sociales…).

A partir de abril de 1991 se comienza con otra apuesta: la cuasi-dolarización o caja de convertibilidad. La lógica era la misma que tienen en la cabeza los que hoy proponen la dolarización. Atarle las manos al Banco Central para que no pueda mandarle emisión monetaria al Tesoro Nacional.

Al principio funcionó y (¡ojo!) la inflación se consolidó en 0% recién un año y medio después a finales de 1993. O sea, tampoco es un remedio que cura rápido. Pero funcionó.

Hasta que el Tesoro Nacional volvió a los déficits fiscales -con convertibilidad- financiándolos con deuda externa. Las provincias hicieron lo propio endeudándose con los banco comerciales argentinos poniendo la coparticipación como garantía.

A finales del 2001, nadie quería seguir prestándole al Estado y las provincias ya no tenían coparticipación para devolverles a los bancos comerciales. Aquí la convertibilidad devino en “corralito” porque no había Banco Central para el salvataje.

Los economistas no ortodoxos pedían a los gritos la salida de la convertibilidad. Se ejecuta en el 2002. Hay un rebrote inflacionario -por ejemplo, en abril de 2002, la tasa de inflación mensual fue del 10%- pero luego la inflación se apaciguó por un manejo prudente que se hizo de la emisión monetaria, aun cuando ya no había convertibilidad.

Todos los economistas no ortodoxos festejaban la recuperación de la “soberanía monetaria” o la “capacidad de hacer política monetaria”. El tema es que había que cuidarla a la “soberanía monetaria” haciendo un manejo prudente de esta “capacidad de hacer política monetaria” recuperada.

Esto no se hizo. Por eso, a partir de 2007 Argentina retoma su histórica irresponsabilidad monetaria y la senda a la inflación creciente. Resultado: en marzo de 2023 la inflación fue del 7,7%, la segunda después del 10% de abril del 2002 que fue la tasa inaugural de la etapa de la “soberanía monetaria”.

Por esto, ahora muchos economistas ortodoxos piden a los gritos (como los no ortodoxos en su momento la salida de la convertibilidad) la vuelta a un esquema monetario rígido, pero ahora más rígido que la convertibilidad: ¡la dolarización!

Nos va a ir igual de mal.

No es que porque sacrifiquemos “soberanía monetaria” el Tesoro Nacional se ajusta para no tener déficit fiscal. Los va a tener igual. Ya lo vimos con la convertibilidad.

Lo que hay hacer es tener un Estado ordenado.

El Tesoro Nacional es sólo una pata que se debe concentrar en no tener déficit fiscal.

La segunda pata son el resto de los Ministerios nacionales que deben concentrarse en funciones interprovinciales -evitando cualquier tipo de intromisión en funciones provinciales y municipales- y deben ser austeros y muy profesionales en su gestión.

La tercera pata son los sectores públicos provinciales y municipales que son autónomos -por lo tanto, no responden a los Ministerios nacionales- y deben hacerse cargo de la gestión más importante para los ciudadanos, que son, las funciones sociales de salud, educación, vivienda, urbanismo, medio ambiente, seguridad y asistencia social.

Con esta organización se construye un Estado ordenado. Con un Estado ordenado el Banco Central no sólo que puede existir sino que además podría ejercer la “soberanía monetaria” o la “capacidad de hacer política monetaria”.

Pero lo más importante de todo es que el peso argentino sería fuerte.

O sea, no haría falta dolarizar.

Fuente:  El Economista

 

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