Después de las Paso, ¿qué? - IDESA

Informe Nº: 20/09/2021

Después de las Paso, ¿qué?

Hasta que no se ponga más atención a las ideas y menos a las personas, nunca saldremos de los cíclicos desencantos.

Por Virginia Giordano, Coordinadora de Investigaciones IDESA.
 

Los resultados de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) provocaron un shock político en el que aún nos encontramos inmersos.

Mientras se procesa el desenlace de esta compleja situación, la economía y la situación social continúan con su involución.

Para ser justos en la evaluación, esto no es una situación puntual por la pandemia, el proceso de decadencia argentina es de larga data y trasciende con creces la compleja encrucijada en la que está inmerso el gobierno actual. En lugar de culpar al gobierno actual por el mal manejo de la pandemia, como hace la oposición, o culpar al gobierno anterior por sus desaciertos, como se plantea en el discurso oficial, la discusión debería estar en cómo salir de la decadencia.

NI LA VIDA, NI LA ECONOMÍA

La pandemia planteó desafíos inéditos, donde la única certeza es la incertidumbre. Una situación de esta naturaleza hace recomendable tener flexibilidad y pragmatismo.

Argentina, en cambio, quedó inmersa en un rígido dogmatismo sanitario. Sin fundamentos científicos, se aplicó un duro y extenso confinamiento bajo el planteo de que, ante el dilema entre salvar vida o la economía, había que priorizar la salud. El resultado es que no se salvó ninguno de los dos.

La comparación con nuestros vecinos, Chile y Uruguay, debería motorizar, no sólo en el Gobierno nacional, una profunda autocrítica.

Argentina acumula muchos más muertos en relación con su población. Es decir, en el aspecto sanitario fuimos un fracaso.

La pandemia planteó desafíos inéditos, donde la única certeza es la incertidumbre. Una situación de esta naturaleza hace recomendable tener flexibilidad y pragmatismo.

Argentina, en cambio, quedó inmersa en un rígido dogmatismo sanitario. Sin fundamentos científicos, se aplicó un duro y extenso confinamiento bajo el planteo de que, ante el dilema entre salvar vida o la economía, había que priorizar la salud. El resultado es que no se salvó ninguno de los dos.

La comparación con nuestros vecinos, Chile y Uruguay, debería motorizar, no sólo en el Gobierno nacional, una profunda autocrítica.

Argentina acumula muchos más muertos en relación con su población. Es decir, en el aspecto sanitario fuimos un fracaso.

¿Cuánto daño generó haber cerrado por un período tan extenso las escuelas? Es difícil dimensionar todas las consecuencias, en especial entre los sectores más vulnerables, pero no es exagerado categorizarlos como una tragedia.

Es fácil caer en la tentación de cargar las responsabilidades sobre el contundente fracaso en los errores cometidos para abordar la pandemia. Las diferencias con Uruguay y Chile lo hacen muy notable.

Con cuarentenas más administradas, el confinamiento estricto focalizando en las áreas más afectadas por la infección y mucho más testeo, obtuvieron resultados mejores en términos de salud y de economía.

Pero una justa evaluación requiere poner en consideración que la pandemia encontró a la Argentina en una situación más vulnerable en varias dimensiones.

La economía es una de ellas, con una macro estructuralmente endeble y con un ciclo recesivo que se había iniciado en 2018. Antes de que apareciera el Covid-19, ya la producción venía en caída y sufríamos una de las tasas de inflación más altas del mundo. También encontró a Argentina mucho más débil en el frente de salud y el social.

Detrás de todo esto, está la vulnerabilidad derivada del deficiente desempeño del sector público.

El exceso de mortalidad está directamente asociado a un plan de vacunación lento y a pocos testeos. Pero evaluado de manera más general a un sistema de salud que lleva décadas de crisis. Un sector sumido en la burocratización, las ineficiencias y la corrupción. Esto también explica por qué se salvaron menos vidas que en los países vecinos.

En el mismo sentido, la acelerada expansión de la pobreza no sólo se explica por la caída en la producción y el empleo. También está asociada a las enormes ineficiencias enquistadas en los programas sociales.

La política asistencial asigna una enorme masa de recursos, pero con el complejo entramado de cientos de planes asistenciales de baja calidad de diseño y rudimentaria gestión (en la mayoría de los casos, “privatizados” en organizaciones sociales), el impacto es magro.

DE SOLUCIONES NO SE HABLA

La campaña electoral se destacó por la mediocridad.

Pareciera que el pesimismo, la desazón y la resignación que prevalecen en gran parte de la sociedad, en lugar de promover en el sistema político la búsqueda de soluciones, incentivó a buscar culpables.

La centralidad la tuvieron las acusaciones cruzadas, no sólo entre el oficialismo y la oposición, sino también en la interna de los partidos. Prevaleció la verborragia sobre temas superfluos, las inconsistencias, los traspiés verbales, incluso el ridículo.

Aunque ahora todas las miradas están puestas en cómo resuelve el oficialismo la crisis en la que está inmerso, de cara al futuro lo importante es si somos capaces de construir una estrategia alternativa.

Si nuevamente caemos en el facilismo de que las soluciones pasan por encontrar un líder providencial, lo único que queda garantizado es reiterar fracasos. Hasta que no se ponga más atención a las ideas y menos a las personas, nunca saldremos de los cíclicos desencantos.

El desafío central que tenemos por delante es el ordenamiento integral del sector público. Es tan profundo el nivel de degradación del Estado que se necesita mucha innovación, profesionalismo y vocación de transformación. Dejar de lado el inconducente debate en torno al tamaño del Estado y poner todas las energías en recuperar sostenibilidad financiera y capacidad de gerenciamiento.

Esto plantea temas concretos y complejos. Eliminar superposiciones de impuestos y gastos entre los tres niveles de gobierno.

Eliminar la coparticipación y tender a que cada jurisdicción se financie con los impuestos que recaude contemplando un Fondo de Convergencia para acelerar el desarrollo de las regiones más atrasadas. Además de ordenar los sistemas previsionales.

Si en la campaña electoral que se inicia el mes próximo aparecen estos temas, allí sí habrá motivos fundados para confiar en que podemos salir de la decadencia.

Fuente: La Voz del Interior

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